jueves, 22 de septiembre de 2011

Tema 10. La España del siglo XVIII


Tema 10:   La España del siglo XVIII.           





1)   La Guerra de Sucesión española



   La causa inmediata del conflicto es el problema sucesorio español: Carlos II, el último de los Austrias españoles, murió sin descendencia (1700). Su último testamento en favor de Felipe de Anjou (futuro Felipe V), nieto del rey francés Luis XIV, ponía en peligro el equilibrio europeo establecido en la Paz de Westfalia. Se temía una posible alianza entre Francia y España que convertiría a Francia en la gran potencia europea. En Europa se formaron dos bandos:



  • la Alianza de La Haya (Austria, Inglaterra, Holanda, etc.). Partidarios del mantenimiento del equilibrio europeo y de las aspiraciones al trono español del Archiduque Carlos de Austria.
  • Francia y España.



   La guerra se desarrolló en dos ámbitos:

  • ámbito europeo: la guerra fue favorable a los países aliados. Luis XIV se vio obligado a buscar la paz, a pesar de que Felipe V obtenía importantes victorias en España y la muerte del emperador austriaco convertía al Archiduque Carlos en el nuevo emperador.
  • ámbito peninsular: Felipe V fue aceptado como sucesor de Carlos II en Castilla en el año 1701. Sin embargo, Cataluña y Valencia apoyaron al Archiduque Carlos, iniciándose la guerra en 1705. En un primer momento fue desfavorable para Felipe V, después obtuvo dos importantes victorias sobre los aliados en Almansa (1707) y Villaviciosa (1710).



 En 1713 se pone fin a la guerra con la firma de la Paz de Utrecht. Los puntos más importantes son:

a)      reconocimiento de Felipe V como rey de España y de las Indias y renuncia a los derechos al trono de Francia.

b)      pérdida de las posesiones españolas en los Países Bajos y en Italia que pasan a Austria.

c)      Inglaterra conservó Menorca y Gibraltar que había obtenido en el transcurso de la guerra.





   2)  La organización política.





   El triunfo borbónico en la Guerra de Sucesión supuso una transformación del Estado: aparición de una monarquía absolutista y centralizadora. La monarquía es considerada una institución sagrada: el poder del monarca es absoluto (concentra en su persona el poder legislativo, judicial y ejecutivo) y el rey sólo es responsable de sus actos ante Dios. Los Borbones realizaron una serie de reformas:



Administración central del Estado.

 

   1) Desaparición de los antiguos Consejos territoriales y potenciación del Consejo de Castilla como órgano supremo de la administración del Estado.

   2) Aparición de los Secretarios de Estado y de despacho, son nombrados por el rey y se ocupan de una faceta de gobierno determinada (economía, guerra, marina, etc.).

   3) Modificación del sistema sucesorio. Se aprueba la Ley Sálica (1713) que otorga prioridad a los varones sobre las mujeres en el orden sucesorio al trono.

   4) Decretos de Nueva Planta (Valencia 1707, Aragón 1711, Mallorca 1715, Cataluña 1716). Suponen la desaparición de las instituciones tradicionales -Cortes, Diputación General, etc.- de los Estados de la Corona de Aragón y de sus derechos tradiciona­les, imponiéndose la organización político-administrativa de Castilla. Sólo conservaron sus instituciones tradicionales el País Vasco y Navarra.



Administración territorial.

   Lo más destacado fue la aparición de los Intendentes provinciales, encargados de las finanzas reales, administración del ejército, policía, justicia y vigilancia de las autoridades locales. Se convirtieron en uno de los pilares del centralismo borbónico.



 Administración local.

   Lo más importante fue el establecimiento de la figura del corregidor en los municipios de la Corona de Aragón.



  Por último, los Borbones limitaron el poder de la Iglesia, interviniendo en los asuntos eclesiásticos (regalismo). En esta política regalista se inscribe la expulsión de los jesuitas (1767). Esta medida se debió a la influencia de los jesuitas en la enseñanza y a la defensa del Papado frente a la política regalista de los Borbones.



3)   Población y sociedad.





Población

  



   El siglo XVIII es un siglo de crecimiento demográfico. La población española pasó de 8 millones a 11,5 millones de habitantes (son cifras aproximadas). Las causas del crecimiento son: el aumento de la producción agraria, que permitió una mejora  de la alimentación; las epidemias pierden su carácter general; el largo período de paz; la reducción de la mortalidad y el mantenimiento de una tasa de natalidad alta.

   Durante el siglo XVIII se produjo un gran crecimiento de la población de la periferia (Valencia, Cataluña y País Vasco) frente al estancamiento del interior (salvo Madrid y Valladolid). También crecieron las principales ciudades españolas debido a la inmigración de los campesinos y al renacimiento de la artesanía y del comercio. Además el Estado favoreció el crecimiento de la población mediante una política poblacionista (concesión de premios y exención de impuestos).

   En el siglo XVIII aparecieron los primeros censos (recuentos de población con carácter fiscal, por eso no son muy fiables). Destacan el catastro del Marqués de la Ensenada (1750), los censos de Aranda (1768), Floridablanca (1787) y Godoy (1797).



Sociedad



   Se trata de una sociedad estamental, es decir, dividida en estamentos sancionados jurídicamente (con derechos y deberes iguales para los miembros de cada estamento y diferentes a los de los demás estamentos). Aparecen dos estamentos privilegiados: la nobleza y el clero, y uno, no privilegiado: el tercer estado o estado llano.



NOBLEZA. Constituía un grupo social cerrado. Se podía ser noble por nacimiento o por haber sido ennoblecido por el rey (nobleza de toga). La nobleza disfrutaba de una serie de privilegios: tribunales y derecho penal especial, exención de impuestos, cargos reservados, derechos señoriales etc. Sin embargo, existía una gran diferencia entre la alta nobleza, que disfrutaba de estos privilegios y de una posición económica muy sólida; y la pequeña nobleza, cuyo poder económico era escaso.

   En general, los nobles residían en la Corte, sus tierras quedaban en manos de administradores, limitándose a recibir las rentas, sin invertir en la modernización de sus tierras. Hay que señalar que el número de nobles aumentó a lo largo del siglo XVIII.



 CLERO. Disminuyó a lo largo del siglo XVIII. Constituía el 3% de la población española. La Iglesia poseía el 15% de las tierras cultivables. Las principales fuentes de ingresos fueron los diezmos, las rentas de sus señoríos y las prestaciones por servicios litúrgicos. Existían notables diferencias entre el alto clero, de origen nobiliario y de gran influencia social; y el bajo clero, que vivía en unas condiciones semejantes a las de los campesinos.

   El poder de la Iglesia fue limitado a lo largo del siglo XVIII. Los ilustrados iniciaron una política de venta de bienes eclesiásticos que se completó durante el siglo XIX.



 TERCER ESTADO. Formaba el 90% de la población. Estaba compuesto por distintos grupos sociales con claras diferencias económicas.

  • Burguesía: Disfrutaba de un gran poder económico. Se dedicaban a actividades industriales y comerciales, también podemos incluir en este grupo a los intelectuales y a funciona­rios del Estado. Fue un grupo social muy reducido durante el siglo XVIII y su ideal era el ennoblecimiento.
  • Campesinado: Era el grupo mayoritario de la sociedad española. Sus condiciones de vida variaban según fueran pequeños propietarios de tierras, arrendatarios o jornaleros.
  • Clases populares urbanas: Asalariados o criados. Formaban un grupo muy reducido.
  • Marginados: Bandidos, mendigos o minorías étnicas como gitanos, etc.





4)   Economía.





a)      Agricultura y ganadería.



   En el siglo XVIII se introdujeron nuevos cultivos como el maíz y la patata. Sin embargo, la agricultura y la ganadería siguen ancladas en métodos arcaicos: la agricultura de secano, con el método del barbecho, seguía siendo la base de la agricultura del país. Sólo algunos cultivos como el viñedo (exportación) experimentaron una gran expansión.

   A nivel general, se registró un aumento de la producción agrícola básicamente por el incremento de la superficie cultiva­da. El crecimiento de la población hizo que la demanda de productos agrícolas fuese mayor, lo cual permitió una subida de los precios y de las rentas agrícolas (los grandes beneficiarios fueron la nobleza y el clero que poseían grandes propiedades agrícolas).

   La Corona intentó una serie de reformas a través de las Sociedades de Amigos del País. De este modo, se decretó la liberalización del comercio de granos y la creación de pósitos (silos), que servían para conceder granos para la siembra o el consumo a los campesinos en años de malas cosechas. También fomentó la agricultura de regadío mediante la construcción de canales como el Canal de Castilla o el Canal Imperial de Aragón. Por último, por iniciativa real se colonizaron terrenos baldíos como Sierra Morena donde se asentaron colonos alemanes y flamencos.

   Algunos ilustrados como Jovellanos, que publicó el Informe sobre la ley agraria (1794), criticaron las desigualdades en la propiedad de la tierra y de un gran número de propiedades incultas por estar amortizadas, lo cual impedía el desarrollo agrícola.

   Para concluir hay que señalar que la ganadería trashumante retrocedió durante el siglo XVIII y, en algunas zonas, fueron recortados los privilegios de la Mesta.



 

b)   Manufacturas.



   La Corona intentó impulsar el desarrollo manufacturero del país mediante la creación de las manufacturas reales (Guadalaja­ra, Talavera etc.). Pero los resultados fueron muy mediocres por una serie de factores: la falta de organización, la no introduc­ción de nuevas técnicas, la escasa rentabilidad, las dificultades de comercialización de los productos, etc.

   Destaca especialmente la industria textil catalana, impulsada por el aumento de la demanda interna, la apertura del mercado americano a los productos textiles catalanes (Decreto de libre comercio de 1778) y la introducción de moderna maquinaria de vapor.

   También destacan las industrias siderúrgicas, dispersas por todo el país, pero centradas especialmente en Vascongadas. Estas industrias abastecían la demanda interna: construcciones navales y material de guerra para el ejército. Sin embargo, los métodos de producción y la organización de la misma eran bastantes arcaicos.





c)   Transporte y comercio.





   En el siglo XVIII no existió una articulación del comercio interno por la deficiente red de transportes y la escasa demanda interior. Un hecho positivo fue la supresión de las aduanas interiores (salvo el País Vasco y Navarra), que benefició a los comerciantes catalanes al introducir sus productos en el resto de la península.

   En cuanto al comercio exterior, la Monarquía impulsó la creación de las Compañías Privilegiadas cuya misión era controlar las importaciones y exportaciones con América: Compañía Filipina, Real Compañía de Comercio de Barcelona, etc. En 1778 se aprobó el Decreto de libertad comercial, por éste los principales puertos españoles podían comerciar libremente con las colonias (hasta entonces sólo tenía ese privilegio Cádiz). El comercio exterior español se desarrollaba casi exclusivamente con América y los beneficios obtenidos servían para saldar el déficit de las relaciones comerciales establecidas con Europa.





5.   Relaciones internacionales.

               

     

   La política exterior del reinado de Felipe V (1700-1746) se orientó hacia la revisión del Tratado de Utrecht con el objetivo de recuperar las antiguas posesiones españolas en Italia (en manos de Austria) y de los territorios españoles (Menorca y Gibraltar) en poder de Inglaterra. La alianza con Prusia, Francia y Gran Bretaña permitió la obtención de los ducados italianos de Parma y Plasencia, que fueron gobernados por el hijo de Felipe V, Carlos (futuro Carlos III).

   En 1733 se firmó el Primer Pacto de Familia, inició de la tradicional alianza franco-española del siglo XVIII. Por medio de esta alianza Francia apoyó los intereses españoles en Italia. En 1738 Carlos obtuvo la Corona del Reino de las Dos Sicilias a cambio de renunciar a los ducados. En 1743 se firmó el Segundo Pacto de Familia, por el cual España se comprometía a luchar contra Gran Bretaña y Francia ayudaría para recuperar Menorca y Gibraltar.

   Fernando VI (1746-1759) llevó a cabo una política de neutrali­dad que le permitió centrarse en los problemas internos y alejarse de los conflictos europeos del momento.

   Carlos III (1759-1788) reanudó la alianza con Francia mediante la firma del Tercer Pacto de Familia (1761); España intervino al lado francés en la Guerra de los Siete Años (1756-1763), perdiendo la Florida, por lo que Francia le cedió la Luisiana. España y Francia intervinieron en la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos (1776-1783), apoyando a los independentis­tas americanos. España pudo recuperar la Florida y Menorca.

   Durante el reinado de Carlos IV (1788-1808) el estallido de la Revolución Francesa significó el fin de la alianza con Francia y el acercamiento a Inglaterra.



6.  Cultura y arte.



   El siglo XVIII es el siglo de la Ilustración. La Ilustración es un movimiento intelectual minoritario, cuyos principios son la confianza en la razón, la creencia en el progreso, la búsqueda de la felicidad del hombre y la lucha contra la superstición y el oscurantismo. La Ilustración valora especialmente las ciencias experimentales y humanísticas y la crítica histórica. Algunas ideas ilustradas coincidieron con la política de la Corona (despotismo ilustrado: "todo para el pueblo pero sin el pueblo").

   En general, la Ilustración española se caracterizó por el análisis de los problemas del país, señalando soluciones; es un movimiento que se desarrolló más en la periferia que en el interior de España; y también hay que decir que es un movimiento muy minoritario, protagonizado por las élites intelectuales del país. Entre los ilustrados españoles destacan Feijoo, Campomanes, Jovellanos, Cabarrús, Floridablanca, Cadalso, etc.

   Destacan durante el siglo XVIII la creación de la Academias (Lengua 1714, Historia 1738) y la creciente importancia de la prensa.  

   En la arquitectura destacan la construcción de las residencias  reales como el Palacio Real de Madrid, Aranjuez y La Granja (todas ellas de estilo neoclásico). La escultura continúa la tradición del siglo XVII (Salcillo). En el campo de la pintura destaca Goya (1746-1828), uno de los grandes maestros de la pintura universal como lo demuestran los Caprichos, los Desastres de la Guerra, los Sueños, las pinturas negras etc. Goya se muestra antecesor del impresionismo y del surrealismo.


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