jueves, 22 de marzo de 2012

Tema 18. La crisis de la Restauración. El reinado de Alfonso XIII. La dictadura de Primo de Rivera y la caída de la Monarquía.


TEMA 18: LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN. EL REINADO DE ALFONSO XIII. LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA Y LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA.

1)  LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN. EL REINADO DE ALFONSO XIII (1902-1923).

a)      Características y evolución de la vida política

   En mayo de 1902 Alfonso XIII se convierte en rey de España. Durante su reinado y hasta el golpe militar de Primo de Rivera, asistimos a la crisis del sistema del turno de partidos. Las características principales del período son:
·         La actuación política del rey. Alfonso XIII tuvo un papel político activo: influyó en los cambios de gobierno, participó en la acción política y apoyó al sector más conservador del Ejército. Esta actuación provocó el descrédito de la Monarquía.
·         La división interna de los partidos turnantes tras la muerte de Canovas (1897) y Sagasta (1903). En los dos partidos surgieron líderes que lucharon por el control de los mismos. Los principales líderes del Partido Conservador fueron Francisco Silvela, Antonio Maura y Eduardo Dato; y en el Partido Liberal Segismundo Moret, Canalejas y el conde de Romanones.
·         El aumento de la inestabilidad política, que se manifiesta en los sucesivos cambios de gobierno y su escasa duración. Entre 1902 y 1923 sólo cinco duraron más de un año.
·         La pérdida de influencia del caciquismo que restó eficacia a la manipulación electoral, especialmente en las grandes ciudades. Este hecho se manifestó en que las mayorías parlamentarias fueran precarias.
·         El fortalecimiento de los partidos políticos ajenos al sistema de la Restauración: socialistas, nacionalistas, republicanos, etc., que incrementaron su fuerza electoral.
·         El aumento de la conflictividad social: por la mayor conciencia de clase de obreros y campesinos, la degradación de las condiciones de vida de los trabajadores, la fuerza de los sindicatos obreros, etc.

b)      La evolución política hasta 1914. Características y problemas

   Hasta 1917 se mantuvo el turno bipartidista; Partido Liberal y el Partido Conservador, pero aumentó el número de diputados que representaban a nuevas corrientes políticas (catalanismo y  republicanismo).
                 Este período se caracteriza por cuatro graves problemas:
·         Aumento de la conflictividad social. Se produjeron diversas huelgas en Andalucía, Barcelona, Bilbao, y se registró una mayor afiliación a los partidos y organizaciones obreras. El gobierno se limitó a la creación del Instituto de Reformas Sociales (1903), encargado de proponer reformas para mejorar las condiciones de vida de las clases trabajadoras, y el Instituto de Previsión Social, antecedente de la Seguridad Social.
·         Cuestión religiosa. El anticlericalismo tenía su origen en el control que la Iglesia ejercía sobre la enseñanza. Socialistas, republicanos y algunos sectores del Partido Liberal (Canalejas) propusieron un recorte del poder de la Iglesia, la disminución de su influencia social, etc.
·         Problema militar. Un sector del Ejército culpaba a los políticos del desastre del 98 y reclamaba un papel más activo de los militares en la vida política. Esta actitud fue criticada por los sectores antimilitaristas y por la prensa, especialmente la catalana, que consideraba al Ejército como el responsable del desastre. El Ejército presionó al gobierno que, en 1906, aprobó la Ley de Jurisdicciones, en la que se establecía que los delitos contra el Ejército, incluidas las injurias, eran delitos contra la Patria, y los ponía bajo jurisdicción militar. Esta ley fue contestada por diversos sectores como los republicanos, nacionalistas, movimiento obrero, que pidieron su derogación.
·         Crecimiento de los movimientos nacionalistas. En el País Vasco, Sabino Arana suavizó sus planteamientos para conectar con la burguesía vasca. En Cataluña, la pérdida de las colonias motivó un crecimiento del nacionalismo por el perjuicio económico que representaba. Este sentimiento nacionalista se manifestó en la creación de la Lliga Regionalista, que se convirtió en la fuerza catalanista más importante.

   En 1907 Antonio Maura, líder del Partido Conservador, se convirtió en jefe de gobierno (gobierno largo de Maura). Realizó un programa de reformas (“revolución desde arriba”), y llegó a un acuerdo con la Lliga. Algunas de estas reformas tuvieron contenido económico (Ley de Protección Industrial, Ley de Fomento de Industrias y Construcciones, etc), pero la más ambiciosa fue la Ley de Administración Local. Esta ley suponía la creación de las Mancomunidades, es decir, la agrupación de las Diputaciones provinciales, lo que significaba un primer paso hacia el autogobierno regional. Esta ley le facilitó el entendimiento con la Lliga. Para Maura era la base necesaria para desmantelar el caciquismo y hacer partícipe en la vida política a la“masa neutra del país”. La ley no llegó a aprobarse porque el gobierno Maura cayó por los sucesos de la Semana Trágica.
   Con ese nombre se hace referencia a los acontecimientos que se desarrollaron en julio de 1909 en Barcelona. Primero, se produjeron manifestaciones y, luego, se declaró una huelga general promovida por anarquistas, socialistas y lerrouxistas, que derivó en una violenta insurrección espontánea apoyada por  la clase obrera barcelonesa. Los obreros ocuparon las calles, se cortaron las comunicaciones con el resto de España y fueron incendiados conventos e iglesias. El gobierno de Maura proclamó el estado de guerra en Barcelona y envió al Ejército para reprimir la insurrección. Las causas de la Semana Trágica fueron:
  • La protesta contra la guerra colonial de Marruecos. Tras el desastre de 1898, la única posibilidad del colonialismo español era esta zona, en la que también estaba interesada Francia. En 1906 la Conferencia de Algeciras concedió a ambos países un protectorado conjunto sobre este territorio, y entregó a España la administración del Rif (norte de Marruecos). En los años posteriores, las compañías españolas comenzaron a instalarse allí, con el objetivo de explotar las riquezas mineras de la región. Los trabajadores de una de estas compañías sufrieron un ataque de los miembros de algunas cabilas (tribus) de la zona. El gobierno de Maura decidió enviar a los reservistas para defender los intereses españoles. Los reservistas debían concentrarse en Madrid y Barcelona para trasladarse a África. Estos reservistas habían finalizado su servicio militar seis años antes. Las clases obreras protestaron contra el sistema de reclutamiento militar que enviaba a los más pobres a morir en Marruecos para defender los intereses económicos de los propietarios de las minas y satisfacer a los oficiales del Ejército, favorables a la intervención en la zona, porque conseguían ascensos fáciles y rápidos en guerra.
  • El anticlericalismo. Muy arraigado en las clases populares y alimentado por la propaganda de Alejandro Lerroux.
  • El persistente malestar económico de la clase obrera barcelonesa.

      Las consecuencias más importantes fueron:
·         La caída del gobierno de Maura en octubre de 1909 y la vuelta del Partido Liberal al gobierno.
·         La formación de la conjunción republicano-socialista para hacer frente común contra el régimen monárquico. Fue el primer paso de una colaboración que conducirá a la II República.
·         La durísima represión gubernamental contra el movimiento obrero. Una muestra fue el proceso (procesos de Montjuïc) del pedagogo y anarquista  Ferrer Guardia. Era inocente, pero murió ejecutado tras ser juzgado por un Tribunal Militar y acusado sin pruebas de organizar la rebelión. Su ejecución provocó una oleada de protestas internacionales.

   En febrero de 1910 el rey encargó la formación de gobierno a José Canalejas (líder del ala izquierdista del Partido Liberal). Su programa político era regeneracionista, pero más abierto que el de Maura. Su acción de gobierno se caracteriza:
·      Realización de reformas sociales. Se sustituyó el impuesto de consumos por un impuesto sobre las rentas urbanas, y modificó el sistema de quintas, haciéndose obligatorio el servicio militar en tiempos de guerra y estableciendo un sistema de redención en tiempos de paz. Propició el diálogo con las organizaciones obreras.
·      Política religiosa. Su objetivo era lograr una separación real entre Iglesia y Estado. El problema religioso se había agravado como consecuencia del establecimiento en España de numerosas órdenes religiosas que huían de la política laicista de la Tercera República francesa. La pretensión de Canalejas era someter las actividades de la Iglesia al control del Estado y que las órdenes no reconocidas se regularan por la Ley de Asociaciones de 1887. La decisión supuso la ruptura de las relaciones diplomáticas entre España y el Vaticano, y la oposición de la Iglesia española. El gobierno de Canalejas optó por una solución de compromiso: la Ley del Candado de 1912. Según esta ley, no podrían establecerse nuevas órdenes hasta que no se aprobará una nueva Ley de Asociaciones. En caso de que no se aprobará en un plazo de dos años, la Ley del Candado quedaría abolida.
·      Política regionalista. Canalejas impulsó la Ley de Mancomunidades, pero no pudo ver su aprobación porque fue asesinado el 12 de noviembre de 1912.

c)       La Primera Guerra Mundial y sus repercusiones en España.

   Tras el estallido de la guerra, se publicó el Decreto sobre neutralidad y no intervención (30 de julio 1914). El alejamiento de España de las grandes alianzas europeas (Triple Alianza y Entente Cordial), y la debilidad diplomática, económica y militar fueron las razones de la neutralidad.
   La guerra generó posturas diferentes. Por un lado, las fuerzas conservadoras y de derechas eran germanófilas, es decir, apoyaron a los Imperios Centrales, porque deseaban un poder fuerte y autoritario como el que éstos representaban. Por el contrario, los sectores progresistas eran aliadófilos. El Partido Liberal y sus diversos líderes (Romanones, García Prieto, Alba) apoyaron a los aliados, como expresión de un sistema político parlamentario y liberal. Republicanos y socialistas también lo eran.
   Desde el punto de vista económico, la neutralidad hizo posible el desarrollo de la economía española. Aumentaron las exportaciones, creció la industria y los beneficios permitieron dos años de euforia general, especialmente en las clases medias y altas. Por otro lado, la guerra tuvo consecuencias sociales negativas: aumento del paro, inflación, descenso de los salarios reales. El resultado fue el crecimiento de las organizaciones obreras, que aumentaron de forma espectacular sus afiliados. Las protestas, las agitaciones campesinas y las huelgas fueron hechos habituales.
   Uno de los principales acontecimientos fue la crisis de 1917. En 1917 tres sectores sociales (militares, políticos y clase obrera) hicieron pública su protesta ante la situación general del país. Cada grupo partía de unos problemas propios, pero los tres coincidían en la petición de una reforma de la vida política. Fue una crisis institucional que puso de manifiesto la incapacidad del sistema para hacer frente a la nueva dinámica del país.

·      Conflicto militar. El movimiento militar fue esencialmente corporativo con reivindicaciones concretas, relacionadas con los sueldos, insuficientes por la inflación, y por el favoritismo en los ascensos. Con el propósito de presionar al gobierno, protestar y defender sus reivindicaciones crearon unos organismos denominados Juntas Militares de Defensa. La Junta Superior, que coordinaba la acción de todas las Juntas, tenía su sede en Barcelona y fue apoyada por la Lliga; lo mismo hicieron los republicanos y las centrales sindicales, que confundieron una protesta puntual de algunos miembros del Ejército, con el inicio de un proceso revolucionario. Las Juntas reclamaban un aumento del sueldo, la determinación de los ascensos únicamente por rigurosa antigüedad y la supresión de los ascensos por méritos de guerra que sólo beneficiaban a los militares que combatían en Marruecos (africanistas). En mayo de 1917 el gobierno liberal de Romanones acordó disolver las Juntas, pero la Junta Superior se negó a seguir las órdenes del gobierno y se originó una confrontación entre el Ejército y el poder civil, lo que obligó al gobierno a dimitir. El nuevo gobierno conservador de Dato legalizó las Juntas y las reconoció como portavoces del Ejército, prometiéndoles una subida de los sueldos y la regulación de los ascensos. El fin del conflicto demostraba la debilidad del sistema político y la falta de autoridad del gobierno.

·      La protesta política. En julio de 1917 los parlamentarios catalanes de la Lliga, a los que se unieron luego los de la oposición, fueron los protagonistas de un movimiento político que pedía la convocatoria de Cortes Constituyentes el fin de reformar la Constitución y dar una nueva organización al Estado sobre bases autonómicas. Esta Asamblea de Parlamentarios fue disuelta y la Lliga terminó pactando con el poder. Así, en el nuevo gobierno formado en noviembre de 1917 dos de los ministros pertenecían a la Lliga; por primera vez en la Historia de España los nacionalistas catalanes entraban a formar parte del gobierno. La Lliga contribuyó a reforzar el sistema que aseguraba combatir.

·      El problema obrero: la huelga general de 1917. Fue convocada por la UGT y la CNT. Estas centrales sindicales tenían estrategias y fines distintos. Los socialistas deseaban acelerar un cambio de sistema, en sentido democrático, haciendo caer al régimen político de la Restauración. Los anarcosindicalistas veían la huelga general como un instrumento para la caída del régimen y el inicio de una revolución social. Animados por el éxito de la huelga general de diciembre de 1916, llegaron a un pacto de acción conjunta en marzo de 1917. A lo largo del año, se produjeron diversas movilizaciones y, en agosto de 1917, se inició la huelga general. El gobierno respondió con la ley marcial, el encarcelamiento del comité revolucionario y una fortísima represión.

Aunque el sistema superó estos conflictos, sus efectos permiten hablar de una crisis institucional que precipitó su quiebra. La representación política empezó a orientarse hacia el pluripartidismo y se abrió el camino a los gobiernos de concentración, último esfuerzo de mantener el sistema canovista.

d)   La crisis definitiva del sistema. Los gobiernos de concentración (1918-1923)

   Los partidos históricos eran incapaces de hacer frente a los problemas del país. En un intento de salvar el sistema aparecieron los gobiernos de concentración, que agruparon a políticos de una misma tendencia (conservadora o liberal) o de tendencias diversas, que reflejaban la profunda división de la sociedad española y la falta de representatividad del parlamentarismo canovista. El abstencionismo electoral creciente, el incremento de la representación socialista y de los nacionalismos catalán y vasco, junto con el desplazamiento del voto hacia los republicanos en las ciudades, ponían de manifiesto que se había producido un cambio que anunciaba la ruptura definitiva del régimen en 1931.
   Esta situación de crisis global condujo al golpe militar de 1923, que salvó, provisionalmente, la monarquía, pero al romper la legalidad constitucional preparó su caída.
   Los problemas más importantes de este período fueron:
·      La “guerra social”. El momento más importante de la lucha social fue el período 1918-1923, en el que el sindicalismo adquirió una fuerte organización, y la acción sindical combinó la huelga y la negociación. Esto le permitió vencer en numerosas huelgas y obtener mejoras del gobierno y de la patronal. Entre ellas hay que señalar la Ley sobre la jornada de ocho horas (1919);  los inicios de la previsión social (retiro obrero, protección a la maternidad); la creación del Ministerio de Trabajo (1920), etc. Pero en estos años, la represión sustituyó a la negociación, haciendo que la lucha social fuera muy violenta. Los patronos respondieron a las huelgas con el cierre de las fábricas, con la exigencia de no tener carné sindical para poder ser admitidos y con la violencia contra los obreros. El gobierno confundió el problema laboral con el orden público y utilizó el Ejército como instrumento para restablecer la paz. Uno de los hechos más significativos fue el nombramiento del general Martínez Anido como gobernador civil de Barcelona. Su actuación se caracterizó por la supresión de las garantías constitucionales, el estado de excepción, los encarcelamientos, la implantación de la Ley de Fugas en 1921. Esta forma de actuar se trasladó a otras zonas de España. Esta política represiva generó el terrorismo, alimentado por pistoleros a sueldo utilizados por obreros, patronos y gobierno, provocando una guerra social que distorsionó la acción sindical, quebró las organizaciones obreras y sembró el malestar y la inseguridad en toda la sociedad. En medio de esta situación, el miedo burgués a la revolución propició la constitución de grupos y organizaciones paramilitares que actuaron contra las organizaciones obreras. El más importante de estos grupos fue el Sindicato Libre creado en Barcelona en 1920 para oponerse, principalmente, a la CNT.

·      La guerra de Marruecos: el desastre de Annual En 1921 una acción militar mal planificada desde la comandancia de Melilla por el general Fernández Silvestre permitió al líder guerrillero del Rif, Abd-el-Krim, atacar la posición de Annual, defendida por tropas mal preparadas, que reaccionaron huyendo, sin que el general Silvestre supiera afrontar la situación. El desastre de Annual supuso la muerte de 13.000 soldados. El desastre agravó la mala imagen que tenía el Ejército en la sociedad española, y algunos sectores reclamaron responsabilidades militares y políticas por la derrota. Para determinar las responsabilidades se inició la instrucción de una investigación, el expediente Picasso. Los intereses de las compañías mineras del Rif, y la oposición del propio gobierno a ahondar en la investigación, dificultaron la tramitación del expediente. En este contexto, se produjo el golpe militar de 1923.

2)  LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA Y LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA     (1923-1931).

a)   Causas del golpe de Estado

·      El problema de Marruecos. Tras el desastre de Annual, se hizo evidente la ineficacia de los gobiernos para resolver este problema. El ejército exigía un aumento de los gastos militares para responder a la humillación sufrida. Ante la negativa del gobierno, varios jefes militares se sumaron al golpe, especialmente los africanistas, partidarios de llevar la intervención de Marruecos hasta el final. Además, la instrucción del expediente Picasso provocó un gran malestar en el ejército y su desconfianza hacia los políticos. La opinión pública era partidaria de poner fin a la guerra e investigar las responsabilidades por los hechos de Annual.
·      La crisis del turnismo bipartidista.  Los partidos del turno se habían dividido en facciones dirigidas por algunos de sus miembros más destacados, y enfrentadas entre sí. Las consecuencias fueron las sucesivas crisis gubernamentales (23 cambios de gobierno desde 1917), y la incapacidad de los gobiernos de solucionar los graves problemas del país y de evolucionar hacia un modelo democrático. Cada día cobraba más fuerza la idea de la necesidad de un “hombre de hierro” que pusiera orden y desarrollará una política que acabará con el sistema político de la Restauración.
·      La generalización de los desórdenes públicos y la agudización de los conflictos sociales (huelgas, protestas campesinas, etc.), que preocupaban a las clases dirigentes. Por ello, pensaban que era necesario un gobierno fuerte que frenará el desarrollo del movimiento obrero.
·      El problema nacionalista. El auge del nacionalismo en Cataluña y en el País Vasco provocaba el rechazo de los sectores más derechistas, que lo consideraban una amenaza a “la unidad de la Patria”.
·      El apoyo de Alfonso XIII.  Su apoyo explícito a Primo de Rivera unió el futuro de la Monarquía al de la Dictadura.
·      El contexto internacional. En 1923 había triunfado el fascismo en Italia, la democracia retrocedía y se establecían gobiernos autoritarios, especialmente en Centroeuropa.

b)   El golpe de 1923 y el Directorio Militar.

   En junio de 1923, un grupo de militares (el cuadrilátero: Cavalcanti, Berenguer, Saro y Dabán), y entre ellos varios africanistas, llegaron al acuerdo de preparar un golpe e instaurar un gobierno fuerte. A principios de septiembre, acordaron que fuera Miguel Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, quien lo dirigiera. Primo de Rivera se sublevó el 12 de septiembre y el golpe triunfó gracias a la actitud de Alfonso XIII. Alfonso XIII, que ya conocía los preparativos del golpe militar, deseaba un gobierno autoritario. Por ello, el rey aceptó los hechos y encargó la formación de gobierno a Primo de Rivera (14 de septiembre). El 15 de septiembre el rey aceptó la propuesta de nombrar ministro único a Primo de Rivera, que sería aconsejado por un Directorio Militar integrado por militares. Así, se estableció una Dictadura de carácter personalista.
   Los objetivos del golpe militar fueron definidos en el Manifiesto de 13 de septiembre:
·         Corregir los defectos del sistema político de la Restauración y eliminar el caciquismo.
·         Solucionar el problema marroquí.
·         Garantizar el orden público.
·         Terminar con el anticlericalismo y el separatismo.
   Los principios y valores que inspiraban al general Primo de Rivera eran tradicionales y típicamente militares: orden, eficacia, disciplina, autoridad y amor a la patria. El dictador español no puede ser considerado un fascista, aunque sentía una gran admiración por Mussolini.
   El golpe militar no sorprendió a la sociedad española, y la opinión pública acogió la nueva situación entre la indeferencia y la aprobación. La burguesía católica y derechista, así como los sectores patronales industriales y comerciales recibieron la Dictadura con entusiasmo y satisfacción. Por el contrario, los anarquistas y los comunistas reaccionaron convocando una huelga general que fracasó. Los socialistas  sólo protestaron verbalmente.
   En un primer momento, se presentó la Dictadura como una solución política provisional y excepcional. Primo de Rivera concebía su régimen militar como un breve paréntesis temporal para poner orden, solucionar los males de España y volver a los cuarteles restableciendo la normalidad constitucional anterior. Con el tiempo, Primo de Rivera intentó prolongar su poder personal para configurar un nuevo Estado que sustituyera el sistema establecido en la Constitución de 1876. Las medidas políticas iniciales fueron:
·         La suspensión de la Constitución y la disolución de las Cortes.
·         La declaración del estado de guerra en todo el territorio.
·         La sustitución de los gobernadores civiles por militares, que asumieron el poder en las provincias, y de los altos cargos de la Administración por mandos militares.
·         El establecimiento de una dura censura de prensa que impedía cualquier crítica al régimen.
   Hasta 1925 la acción política del dictador pretendía acabar con los partidos de la Restauración y el régimen parlamentario, pero la Dictadura no tocó la base real del sistema: la oligarquía de terratenientes e industriales, que siguió dominando la vida económica y social, y que se aprovechó del régimen y de la prosperidad económica para afianzar su poder económico.
   En 1924 se aprobó el Estatuto Municipal (obra de José Calvo Sotelo) que intentaba acabar con el caciquismo y aumentar la autonomía económica de los municipios. Estos fines no fueron conseguidos porque los gobernadores militares continuaron nombrando alcaldes y concejales.
   El orden público era otro de los objetivos de Primo de Rivera, que identificaba movimiento obrero, anarquismo y delincuencia. Se dictaron órdenes para reprimir cualquier tipo de protesta y manifestación, y se estableció una estricta censura de prensa. Por otro lado, para reforzar las fuerzas de orden público, Primo de Rivera intentó extender la institución catalana del Somatén a todo el país. La intención era crear un cuerpo auxiliar armado adicto al régimen, aunque fuera de Cataluña tuvo muy poca aceptación.
   En 1924 se constituyó la Unión Patriótica, fuerza política impulsada y protegida por el gobierno, que significaba un intento de crear desde el poder un partido único para apoyar y colaborar con el régimen. Ideológicamente, era un partido de derechas, antiparlamentario, defensor del autoritarismo, monárquico y católico.  Careció de apoyos sociales.
   Uno de los fracasos de Primo de Rivera fue el problema del  regionalismo. Aunque la burguesía catalana había apoyado el golpe militar, la política de Primo de Rivera (prohibición de la bandera catalana, uso del catalán al ámbito privado, represión de las manifestaciones culturales y políticas del catalanismo, etc.) hizo que aquélla le retirará su apoyo y se produjera una radicalización del catalanismo, cobrando fuerza el Estat Català de Francecs Maciá.
   La cuestión marroquí fue el gran éxito del Directorio militar. Primo de Rivera, en un primer momento, era partidario de poner fin a la guerra, pero un hecho le hizo cambiar de opinión: la penetración de Abd-el-Krim, creyendo derrotados a los españoles, en territorio francés. Los franceses propusieron una operación conjunta, que culminó en el desembarco de Alhucemas (8 de septiembre de 1925). Las cabilas de Abd-el-Krim fueron derrotadas. A mediados de 1926, Abd-el-Krim se entregó a los franceses ante el temor de ser capturado por las tropas españolas. La victoria puso fin al problema marroquí, permitió restaurar el prestigio del ejército, garantizando la adhesión al régimen de los africanistas (Sanjurjo, Queipo del Llano, Franco, Millán Astray).

c)   El Directorio Civil

   A finales de 1925, tras el triunfo en Marruecos, entraron seis civiles (Calvo Sotelo, Aunós, etc.) a formar parte del Directorio, apareciendo así el Directorio Civil. Las principales actuaciones de esta etapa fueron las siguientes:
·         La formación de una Asamblea Nacional Consultiva. Su objetivo fundamental era la institucionalización de la Dictadura. Convocada en 1927 y compuesta por 400 miembros elegidos mediante sufragio restringido (afiliados a la Unión Patriótica, oficiales del ejército, obispos, representantes de los grupos económicos más poderosos del país, etc.). Su tarea principal fue la elaboración de una Constitución. El proyecto se presentó en 1929. Establecía un Estado sin soberanía nacional ni división de poderes, con una Cámara única, donde la mitad de sus miembros eran nombrados por la Corona, y otorgaba al rey una gran capacidad legislativa y ejecutiva, hasta el punto de que Primo de Rivera se opuso al texto.
·         La política social. Se trataba de una política social corporativa, es decir, trataba de conciliar los intereses de los patronos y de los trabajadores para que desapareciera la conflictividad social. Seguía la política corporativa del fascismo italiano. En 1924 se creo el Consejo Nacional del Trabajo, en el que estaban representados patronos y obreros. El gran impulsor de la política social de la Dictadura fue Eduardo Aunós, ministro de Trabajo. Aunós impulso la aprobación de una legislación social de carácter paternalista: Código de Trabajo (1926), que regulaba los contratos, los tribunales laborales y los accidentes; el subsidio de familias numerosas (1926); el seguro de maternidad (1929), etc. En 1926 se creó la Organización Corporativa del Trabajo, una organización mixta para la regulación de los problemas laborales. Se organizaba a través de los Comités Paritarios, en cada uno de los cuales el número de obreros y patronos era idéntico. Este organismo fue criticado tanto desde la derecha, que recelaba de la hegemonía socialista, como desde la izquierda, que consideraba la OCT como un instrumento para acabar con el sindicalismo de clase. La UGT colaboró y su líder, Largo Caballero, entró en el Consejo Nacional de Trabajo.

d)   El intervencionismo económico

   La Dictadura practicó una política económica caracterizada por un fuerte intervencionismo del Estado en todos los ámbitos de la economía. Algunas de las características de esta política económica fueron:
·      El control de todos los sectores productivos y la supervisión de las actividades económicas hasta en sus menores detalles (precios, volumen de producción, etc.). Se creó  un Comité Regulador de la Producción Industrial y cualquier empresa necesitaba permiso gubernamental para instalarse o trasladarse de localidad.
·      Las ayudas o subvenciones a las empresas nacionales.
·      El reforzamiento del proteccionismo económico para proteger los productos agrarios e industriales de la competencia extranjera.
·      El incremento de las inversiones públicas para financiar la construcción de redes de carreteras, obras hidráulicas y regadíos.
·      La creación de monopolios como Telefónica o CAMPSA (Compañía Arrendataria del Monopolio del Petróleo). Esta última controlaba en exclusiva la importación, refinado, distribución y venta de petróleo en nuestro país. El 30% de su capital era estatal y el resto de las acciones quedaron en manos de grandes bancos como el Urquijo, Banesto, Hispano, Vizcaya.
   Los resultados de esta política fueron la finalización de modernas obras públicas y el aumento de la producción (especialmente hierro, acero y cemento). La contrapartida fue el excesivo endeudamiento del Estado. Los grandes beneficiados fueron los grandes grupos capitalistas españoles.

e)   La oposición a la Dictadura. El fin de la Dictadura y la caída de la Monarquía

   La oposición a la Dictadura provenía de diversos sectores:
·      Los liberales y conservadores, que colaboraron con el Ejército en la preparación de diversos golpes de Estado.
·      Los republicanos, que constituyeron la Alianza Republicana en 1926, basada en la unión de diversas corrientes republicanas. Pedían un sistema democrático. Figuras destacadas fueron Manuel Azaña (Acción Republicana) y Alejandro Lerroux (Partido Republicano Radical).
·      Los socialistas que mantuvieron su apoyo hasta 1929, fecha en que niegan su apoyo a un plebiscito que Primo de Rivera pensaba convocar.
·      La CNT, que siguió actuando en la clandestinidad durante toda la Dictadura, por la fuerte represión a la que se vio sometida.
·      Los intelectuales (Miguel de Unamuno, Ortega y Gasset...) se opusieron sistemáticamente a la Dictadura. Otros colaboraron con la misma: Ramiro de Maeztu o Eugenio d´Ors.
·      Los estudiantes que se organizaron en la FUE (Federación Universitaria Española) y protagonizaron diversas protestas y manifestaciones. Fueron cerradas las Universidades de Madrid y Barcelona, y numerosos catedráticos como Ortega o Menéndez Pidal abandonaron sus cátedras y apoyaron a la FUE.
·      El Ejército que intentó en varias ocasiones derrocar al régimen (Sanjuanada en junio de 1926). Su oposición al sistema creció al establecerse un sistema de ascensos que se basaba en los méritos de guerra y no en la antigüedad.
   La decadencia de la Dictadura comenzó en 1928. Las razones son diversas: el creciente número de opositores al régimen, el deterioro de las relaciones de Primo de Rivera con Alfonso XIII, el aumento de la conflictividad social, las crecientes dificultades financieras del Estado, la enfermedad del dictador, etc.
   El 27 de enero de 1930 Primo de Rivera presentó su dimisión al monarca. Tras despedirse del país con un nuevo Manifiesto, se exilió en París donde murió dos meses más tarde.
   Después de la renuncia de Primo de Rivera, el rey nombró jefe de gobierno al general Dámaso Berenguer (gobierno calificado por la prensa como “dictablanda”). Los propósitos de este gobierno eran:
·      Reponer el sistema constitucional liberal. Era una vuelta al pasado, inaceptable para demócratas, republicanos y socialistas.
·      Salvar la figura de Alfonso XIII, evitando que el rey fuera considerado responsable del triunfo del golpe militar y de los seis años de la Dictadura. Propósito imposible porque se asociaba al rey con la Dictadura y Alfonso XIII era muy impopular entre las clases medias y los sectores obreros.
   En agosto de 1930 se firmó el Pacto de San Sebastián, en el que se agruparon los diversos sectores políticos y sociales opuestos a la Monarquía (republicanos, socialista, radicales, regionalistas), y que tenía como objetivo el establecimiento de la República. El Pacto contó con el apoyo de la CNT y de los intelectuales (Agrupación al Servicio de la República inspirada por Ortega y Gasset).
   A comienzos de 1931 el almirante Aznar sustituyó a Berenguer al frente de un nuevo gobierno que convocó elecciones municipales para el 12 de abril. Los candidatos socialistas y republicanos alcanzaron el triunfo en las grandes ciudades y en buena parte del país. Estas elecciones se convirtieron en una prueba del rechazo de la Monarquía por gran parte de la sociedad española. Alfonso XIII decidió aceptar la voluntad nacional, suspender el ejercicio del poder real y marchar al exilio. El 14 de abril de 1931 era proclamada la II República.

lunes, 5 de marzo de 2012

Tema 17. La España de la Restauración. El reinado de Alfonso XII y la Regencia de María Cristina (1874-1902).



Tema 17.  La España de la Restauración. El reinado de Alfonso XII y la Regencia de María Cristina (1874-1902). Sistema canovista, Constitución de 1876 y turno de partidos. Regionalismo y nacionalismo. Guerra colonial y crisis de 1898.


1)    Causas y características de la Restauración
  
   El término Restauración hace referencia a un período histórico (1874-1923) y a un régimen político. Las causas de la Restauración fueron las siguientes:
  • La incapacidad y la fragilidad de la I República para resolver los conflictos bélicos simultáneos: Tercera Guerra Carlista, Guerra de Cuba y cantonalismo.
  • La debilidad y la pasividad de toda posible oposición social a la Restauración.
  • La presión de los grupos sociales favorables a la Restauración:
o   La alta burguesía. Necesitaba orden para el desarrollo de sus negocios, orden que no garantizaban los diferentes gobiernos del Sexenio.
o   Los colonialistas. Sentían temor por los proyectos republicanos de conceder autonomía a la isla de Cuba y a la supresión de la esclavitud.
o   Los terratenientes. Identificaban el régimen republicano con revolución social.
o   Los altos mandos del Ejército. No aceptaban la radicalización del modelo político.
o   La Iglesia Católica. La mayor parte del clero era antidemocrático, reaccionario y conservador.
      Este período presenta los rasgos siguientes:
ü  La vuelta al trono de España de los Borbones en la persona de Alfonso XII.
ü  El dominio de una élite política, compuesta por los dirigentes de los dos grandes partidos, el Partido Liberal Conservador y el Partido Liberal Fusionista.
ü  La vigencia durante todo el período de la Constitución de 1876.
ü  El sistema político se caracteriza por el turno de partidos, la manipulación electoral y el caciquismo.
ü  El desarrollo de un conflicto bélico, Guerra de Cuba, que provocará una crisis nacional (desastre de 1898).

2)    Los fundamentos políticos de la Restauración. Constitución de 1876, el turno de partidos y el caciquismo.


  1. El pensamiento político de Antonio Cánovas del Castillo.

   Antonio Cánovas del Castillo (1828-1897). Historiador y político. Fue el creador y el hombre clave de la Restauración. Diseñó, desde 1873, la estrategia para la vuelta al trono de España de los Borbones y la organización de un nuevo sistema político. Las principales ideas de Cánovas eran:
o      La defensa del liberalismo doctrinario. Según Cánovas, existían dos instituciones esenciales, la Monarquía y las Cortes. La Monarquía era consustancial a la Historia de España y, por ello, debería consolidarse como forma de Estado, situándose por encima de las leyes y de la propia Constitución. La Monarquía debería recuperar el prestigio perdido durante la etapa de Isabel II. Monarquía y Cortes compartirían el poder legislativo y la soberanía.
o      Partidario de una Constitución ecléctica, es decir, que fuera aceptada por los partidos burgueses (Partido Liberal Conservador y Partido Liberal Fusionista). Estos partidos se turnarían pacíficamente en el gobierno, siguiendo el modelo del bipartidismo británico.
o      Se muestra contrario a la intervención del Ejército (pronunciamientos militares) en la vida política.
o      Ideología conservadora en el plano social. Sus objetivos son asegurar el orden social y el progreso económico, manteniendo el orden social frente a las pretensiones de cambio de la clase trabajadora. Justificaba el uso de la fuerza como instrumento de defensa para contener el avance del socialismo y del anarquismo, que amenazaban la existencia de la propiedad privada. Para Cánovas, la propiedad privada era la base del modelo socioeconómico burgués.
o      Su actuación política se caracteriza por el pragmatismo y el realismo, es decir, partidario de pactar con otras fuerzas políticas siempre que acepten el modelo liberal.


  1. La Constitución de 1876

   Está inspirada en el pensamiento político de Cánovas del Castillo. Para su elaboración se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal masculino, según lo establecido en la Constitución de 1869. Las elecciones fueron manipuladas para que los canovistas tuvieran una amplia mayoría (331 de los 391 diputados totales). La Constitución pretendía ser una síntesis de los textos constitucionales de 1845 y 1869, y su finalidad era establecer un marco constitucional que permitiera el gobierno a los partidos que aceptaran el sistema liberal y la Monarquía. Fue aprobada el 30 de junio de 1876 y estuvo vigente durante 47 años, hasta el 15 de septiembre de 1923. Se compone de 89 artículos.
   Las principales características son las siguientes:
  • Soberanía compartida, es decir, la potestad de hacer las leyes recae en las Cortes y en el Rey.
  • Cortes bicamerales.
§  El Congreso de los Diputados es una cámara electiva, primero por sufragio censitario y, desde el 26 de junio de 1890, por sufragio universal masculino.
§  El Senado se compone de tres clases de senadores. Por un lado, los senadores por derecho propio (Grandes de España, arzobispos, capitanes generales, etc.). Por otro lado, los senadores por designación real que ocupan su cargo con carácter vitalicio. Por último, senadores por elección a través de un sufragio reservado a los mayores contribuyentes.
  • Principio de división de poderes.
§  Poder legislativo corresponde a las Cortes y al Rey, que comparten la iniciativa legislativa. El Rey tiene atribuciones legislativas como la sanción de las leyes, el derecho de veto durante una legislatura y la disolución de las Cortes.
§  Poder ejecutivo. Lo ejerce el Rey a través de sus ministros. Los ministros son responsables ante las Cortes. El Rey elige libremente al jefe de Gobierno que no es responsable ante las Cortes.
§  Poder judicial. Se indica la independencia del mismo. Se establece la unidad de códigos, lo que significa la supresión de los fueros vascos y navarros.
  • Centralización administrativa, es decir, ayuntamientos y Diputaciones bajo control gubernamental.
  • Amplia declaración de derechos. Recoge casi todos los incluidos en la Constitución de 1869, pero se utilizan leyes ordinarias para concretar el contenido de los mismos. Esas leyes tendieron a restringir el ejercicio de los derechos y libertades, sobre todo los más problemáticos como la libertad de imprenta, el derecho de asociación o el derecho de reunión.
  • La cuestión más polémica de la Constitución fue la religiosa. Se reconoció la confesionalidad del Estado (religión católica como religión oficial del Estado), a cambio se autorizaban otras religiones si respetaban la moral católica. Además, se prohibían las manifestaciones públicas de otras religiones.


  1. El turno de partidos y el caciquismo

   El funcionamiento del régimen, tal y como había sido diseñado por Cánovas del Castillo, se basaba en la existencia de unos partidos de talante liberal que aceptaran el modelo político establecido en la Constitución de 1876. Para garantizar las mayorías parlamentarias, lo ideal era que hubiera dos partidos que se turnaran pacíficamente en el poder, cediéndolo cuando perdieran la confianza parlamentaria y respetando la obra política de sus antecesores. Estos partidos eran el Partido Liberal Conservador (dirigido por Cánovas y heredero ideológico de los moderados) y Partido Liberal Fusionista (dirigido por Sagasta y heredero ideológico de los progresistas). Se buscaba establecer un sistema bipartidista a imitación del británico, del que Cánovas era admirador. A través del turno, se evitaba la intervención del Ejército en la vida política como había ocurrido durante el reinado de Isabel II. El turnismo fue un artificio que se basaba en la manipulación electoral, impidiendo que otras fuerzas políticas pudieran acceder al poder. El sistema de turno era sencillo. El Gobierno dimitía y el Rey nombraba nuevo jefe de Gobierno al líder del partido que en ese momento estuviera en la oposición, procediéndose a la disolución de las Cortes y a la convocatoria de nuevas elecciones. Las elecciones se manipulaban para que el nuevo Gobierno tuviera la mayoría parlamentaria. Durante toda la Restauración, el sistema parlamentario fue una ficción. El partido gobernante pactaba y negociaba con los líderes del partido de la oposición los resultados electorales. Esta práctica recibía el nombre de encasillado y se plasmaba en una lista en la que se indicaba el nombre de aquéllos que iban a ser elegidos diputados. El partido gobernante se garantizaba la mayoría parlamentaria, pero siempre se reservaba un número suficiente de diputados al partido de la oposición. En cuanto a los medios para obtener esa mayoría, se recurría a los caciques, individuos poderosos e influyentes en la vida local (terratenientes, notarios, médicos, etc.), cuya función era controlar las elecciones para garantizar los resultados fijados en el encasillado. Los caciques eran los intermediarios entre la vida local y el Estado. Sus procedimientos eran diversos como la violencia, las amenazas, la compra de votos, etc. Este sistema fue muy efectivo en el ámbito rural, pero no lo fue tanto en las grandes ciudades, ya que la mayor formación política de los electores hacía más difícil la intimidación y el engaño.

3)    La evolución política 1875-1902.

  • Reinado de Alfonso XII (1875-1885)

   Entre 1875 y 1880, el Partido Liberal Conservador asumió las funciones de gobierno. Las actuaciones más significativas fueron:
ü  Fin de los conflictos bélicos.
§  Tercera Guerra Carlista. La firma del Manifiesto de Somorrostro (marzo 1876) puso fin a la Tercera Guerra Carlista. La consecuencia fue la modificación y la abolición de los fueros vascos y navarros, ya que la consolidación del Estado liberal exigía una unificación legislativa. Se establece la obligación de que las provincias vascas de contribuyan con hombres al servicio militar y el establecimiento de un concierto económico especial, denominado cupo vasco. Éste se basaba en que los impuestos eran recaudados por las Diputaciones vascas y entregaban el cupo acordado como contribución a los Presupuestos Generales del Estado. El carlismo siguió existiendo como fuerza ultraconservadora y tradicionalista.
§  Guerra Larga de Cuba. El conflicto concluyó mediante la acción militar y la promesa de reformas, especialmente, la concesión de un régimen de mayor autonomía política para contentar a la burguesía cubana y a Estados Unidos, principal valedor de los rebeldes cubanos. La firma de la Paz de Zanjón (febrero de 1878) puso fin a la guerra. Se incluía una amplia amnistía, la libertad de los esclavos de origen asiático, etc. El incumplimiento de la Paz de Zanjón fue la causa de la guerra definitiva a partir de 1895.
ü  Aprobación de una nueva Constitución en 1876.
ü  Ley Electoral de 1878, que estableció un sufragio censitario muy restrictivo ya que sólo podía votar el 5% de la población.
ü  La restricción de los derechos y libertades establecidos en la Constitución. Se estableció la censura previa de prensa (1876), la Ley de Imprenta (1879) que consideraba delito cualquier crítica a la Monarquía, al sistema político, a la religión, etc. Se restringió la libertad de cátedra en el ámbito de la enseñanza. Además, los derechos de asociación y de reunión se sometieron a la interpretación gubernativa. Su interpretación restrictiva supuso la ilegalización de los partidos y los sindicatos obreros, los republicanos, etc.
   Entre 1881 y 1884 ocupó el poder el Partido Liberal Fusionista de Sagasta, comenzando el turno de partidos. Esta etapa se caracteriza por la realización de tímidas reformas: la libertad de expresión, la libertad de cátedra, la limitación de las denuncias por los delitos de imprenta, la libre actuación de las asociaciones obreras y republicanas. Sin embargo, este gobierno no pudo hacer frente a la crisis económica y a diversos problemas sociales: los sucesos de la Mano Negra, la huelga de tipógrafos de Madrid promovida por el PSOE, etc. Ante esta situación, Alfonso XII cesó a Sagasta y encargó a Cánovas la formación de un nuevo gobierno.


  •  Regencia de María Cristina (1885-1902)

   La muerte de Alfonso XII, en noviembre de 1885, hizo que María Cristina, su mujer, se convirtiera en Regente ante la minoría de edad del nuevo monarca, Alfonso XIII. El fallecimiento del rey ponía en peligro el sistema político de la Restauración, porque era una pieza clave del mismo. Sagasta y Cánovas firmaron el Pacto de El Pardo (1885) en el que se comprometían a apoyar a la Regente, a facilitar el turno y a respetar la legislación aprobada por los gobiernos salientes.
   En noviembre de 1885, Sagasta ocupa la jefatura del Gobierno y se inicia el denominado Parlamento Largo (1885-1890), que puso en práctica un amplio programa de reformas:
Ø   Reforma militar, impulsada por el general Cassola. La reforma pretendía establecer el servicio militar obligatorio y poner fin al sistema de quintas. La oposición de los mandos del Ejército y de una parte de la clase política retrasó su entrada en vigor hasta 1911.
Ø   Ley de Asociaciones de 1887. Reconocía la libertad de asociación, lo que hizo posible la legalización de las organizaciones obreras, impulsando el movimiento obrero.
Ø   Código Civil de 1889 (Alonso Martínez). Reforma importante porque consagraba un orden social fundado en la propiedad privada.
Ø   Ley de Sufragio Universal (1890). Permitió el derecho al voto a todos los varones mayores de 25 años, aunque este derecho se desvirtúa por la manipulación electoral.
   Entre 1890 y 1902, los conservadores (Francisco Silvela tras el asesinato de Cánovas en 1897) y los liberales turnaron en el poder. A finales del siglo XIX, se observa, sobre todo en las grandes ciudades, un resurgimiento del republicanismo como expresión de rechazo al sistema de la Restauración.

4)    Republicanismo,  regionalismo y nacionalismo

a)        Republicanismo  
  
   Tras el fracaso de la Primera República, el republicanismo se dividió en diversos grupos:
  • Republicanos históricos o posibilistas (Emilio Castelar). Partidarios de una democracia conservadora.
  • Republicanos federalistas (Pi y Margall). Cercanos a las organizaciones obreras. Con el paso del tiempo, perdieron influencia entre los trabajadores.
  • Republicanos progresistas (Ruiz Zorrilla). Buscaban un cambio del sistema político utilizando la vía del pronunciamiento militar.
   A principios del siglo XX, surgieron diversos partidos republicanos. El más importante fue el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux (1908). Partido con planteamientos españolistas, anticlerical y aparentemente revolucionario. Era un partido populista y demagógico. Importancia entre las clases medias y  sectores de la clase trabajadora.
   Los republicanos establecieron una alianza con los socialistas en 1909 para luchar contra la monarquía, denominada conjunción republicano-socialista.
           
b)        Regionalismo y nacionalismo

   Corriente ideológica que defiende que las naciones con lengua, cultura, historia y costumbres propias se constituyan como Estados independientes y soberanos. Una corriente nacionalista reclama la autonomía dentro del Estado español; otra reivindica la independencia. El nacionalismo es una manifestación ideológica de las clases medias.

  • Nacionalismo catalán
  
   En el siglo XIX, se reavivaron los sentimientos de diferenciación cultural y política con respecto a otras regiones de España. Cataluña era una región urbana e industrial, mientras que el resto del país era agrícola y rural. Los momentos más importantes en la configuración del nacionalismo catalán fueron:
  • El desarrollo de la Renaixença. Es un movimiento intelectual y literario de carácter burgués que tenía como objetivos la difusión de la historia catalana y la recuperación de la identidad catalana, especialmente la lengua.
  • La fundación del Centre Catalá (1882). Fundado por Valentí Almirall, padre del catalanismo. Era una asociación política catalanista que reclamaba la autonomía para Cataluña dentro del Estado español.
  • La actividad de Prat de la Riba. Redactó el programa del nacionalismo catalán hasta la Segunda República. Ese programa se conoce con el nombre de Bases de Manresa. Los puntos más importantes eran la petición de autonomía para Cataluña; el reconocimiento del catalán como lengua oficial, y la recuperación de las Cortes catalanas.
  • La creación de la Lliga Regionalista (1901), dirigida por Prat de la Riba y Cambó. Partido burgués, católico, de carácter conservador. Sus objetivos eran la autonomía política y la defensa de los intereses económicos de Cataluña. Fue la principal fuerza política catalana en el primer tercio del siglo XX. Su éxito más importante fue la creación de la Mancomunidad Catalana, es decir, la agrupación de las cuatro diputaciones provinciales catalanas (se consideraba el paso previo para lograr la autonomía). En los años veinte, surgió un catalanismo independentista y de izquierdas.

  • Nacionalismo vasco

   Su desarrollo es más tardío que el catalán porque carecía de una tradición literaria y el euskera sólo tenía un uso rural.
   La figura más importante fue Sabino Arana que, en 1895, fundó el Partido Nacionalista Vasco. Las ideas del nacionalismo vasco son las siguientes:
  • Creación de un Estado vasco independiente del Estado español, formado por el País Vasco español, el País Vasco francés y Navarra.
  • Antiespañolismo porque España había esclavizado a la patria vasca.
  • Exaltación de la etnia vasca, es decir, los vascos serían un grupo racial diferenciado. Protección de ese grupo mediante la prohibición de los matrimonios mixtos o el rechazo a los inmigrantes de otras zonas de España.
  • Integrismo religioso católico. Se rechaza cualquier otra religión.
  • Difusión del idioma y de las tradiciones culturales vascas.
  • Defensa del mundo rural vasco. Consideran que es un mundo sin castellanizar, sin contaminar.
  • Denuncia del carácter españolista del carlismo. Piensan que los fueros era una concesión de la Corona española.
   Las principales bases del nacionalismo vasco fueron Vizcaya y  Guipúzcoa. Fue apoyado por las clases medias. El nacionalismo, tras la incorporación de la gran burguesía vasca (financieros e industriales), adquirió uno de sus rasgos más característicos: la tensión interna entre los militantes de base (partidarios de la independencia) y la dirección del partido (autonomía dentro del Estado español).


5)    Guerra colonial y crisis de 1898

   Tras la pérdida de la América continental durante el reinado de Fernando VII, los restos del Imperio colonial español eran Cuba, Puerto Rico, Filipinas y un conjunto de islas e islotes dispersas en el Pacífico. La situación de Cuba y Puerto Rico presentaba unas características similares: su actividad económica se basaba en la agricultura de exportación (caña de azúcar y tabaco); aportaban a España importantes beneficios económicos; constituían un mercado cerrado, porque España las obligaba a comprar los productos hispanos, y controlaba sus exportaciones; y España aseguraba con sus tropas y su administración la explotación esclavista en beneficio de una reducidísima oligarquía.
   En Filipinas, la población española era escasa y los capitales invertidos no eran importantes. La soberanía española se había mantenido gracias a la presencia militar y a la labor de las órdenes religiosas.
   La pérdida de los restos del Imperio colonial provocó grave crisis nacional, el “desastre del 98”, que supone una ruptura parcial con el pasado y abre una nueva etapa en la historia española contemporánea.

a)      Las  guerras de Cuba y Filipinas. La guerra contra los Estados Unidos.

   Tras el fin de la Guerra de los Diez Años (1878), los sucesivos gobiernos no habían cumplido las condiciones establecidas en la Paz de Zanjón, debido a las presiones ejercidas por los hacendados cubanos y por los españoles con intereses económicos en la zona, grupos oligárquicos con gran influencia en el Parlamento español.
   El movimiento independentista cubano, durante esos años, había madurado y avanzado, bajo el liderazgo de José Martí y Antonio Maceo. En 1895, se reinició la guerra con el Grito de Baire, siendo enviado el general Martínez Campos para dominar la insurrección. Martínez Campos intentó una política de conciliación, pero la insurrección era más extensa y organizada que la de 1872, y regresó a España al negarse a aplicar medidas represivas sobre la población civil. El nuevo gobierno de Cánovas envió al general Weyler, gran conocedor de la isla, que cambió la situación de la insurrección. Weyler utilizó una nueva estrategia para luchar contra las guerrillas: dividió el territorio en trochas o líneas fortificadas, que impedían el paso de los insurrectos y concentró a la población civil en compartimentos para evitar que pudiera apoyar a los guerrilleros. Se inició una guerra de desgaste que se prolongó a lo largo de 1896 y 1897. 
   Fue en este momento cuando los Estados Unidos decidieron intervenir. Los Estados Unidos habían apoyado a las guerrillas independentistas desde el estallido de la insurrección. Eran partidarios de la independencia cubana, porque suponía el abandono por los europeos de su última colonia en la zona, y por los intereses económicos norteamericanos en la isla. Los norteamericanos habían presionado para que España les vendiera la isla, pero el gobierno español se había negado. En 1896, fue elegido presidente McKinley, partidario de la intervención. La opinión pública norteamericana, influida por la prensa (Hearst, Pulitzer), presionaba a favor de la intervención en Cuba. El pretexto que hizo posible la intervención fue la explosión del Maine. Era un acorazado norteamericano, anclado en el puerto de La Habana, que explotó el 15 de febrero de 1898, causando 254 muertos. Los norteamericanos no aceptaron la propuesta española de que el asunto fuera investigado por una comisión internacional y, tras realizar una investigación rápida, atribuyeron la responsabilidad indirecta a España por no garantizar la seguridad del puerto. La prensa norteamericana convirtió está responsabilidad indirecta en directa, y, en estas condiciones, el gobierno norteamericano propuso primero, en marzo de 1898, la compra de la isla por 300 millones de dólares, y, ante la posible negativa española, lanzó un ultimátum que amenazaba con la guerra si en tres días (20 de abril) España no renunciaba a la soberanía sobre la isla.
   En Filipinas, la situación era también crítica. Tras tres años de rebelión, el ejército español había conseguido dominar prácticamente la situación. Pero en la primavera de 1898, ante el inminente estallido de la guerra entre España y Estados Unidos, la flota norteamericana se dirigió a las Filipinas para apoyar a los insurrectos.
   El desarrollo de la guerra fue rápido. La superioridad material y técnica norteamericana  y la cercanía a los objetivos fueron decisivas en la marcha de la guerra.
   En Filipinas, la escuadra norteamericana derrotó a la española en la batalla de Cavite (1 de mayo de 1898) y, en agosto, los norteamericanos, ocuparon Manila.
   En Cuba, la flota del almirante Cervera, tras permanecer sitiada en Santiago, fue derrotada el día 3 de julio, y el día 17 se rendía la ciudad. A finales de julio, tropas norteamericanas desembarcaban en Puerto Rico.
   Ante esta situación, el 12 de agosto España pidió un armisticio y renunció a la soberanía de sus colonias. El 10 de diciembre de 1898 se firmó el Tratado de Paz de París, que establecía:
ü  Renuncia de España a su soberanía sobre Cuba, que entra en la órbita norteamericana
ü  Cesión de Filipinas, Puerto Rico y Guam a Estados Unidos a cambio de 20 millones de dólares.
   En junio de 1899, el gobierno español, ante la imposibilidad de mantener los últimos reductos del Imperio colonial, firmó el Tratado Hispano-Alemán, que suponía la cesión de las islas Marianas (salvo Guam), las Carolinas y las Palaos, a cambio de 15 millones de dólares.

b)      Las consecuencias del desastre.

  • Demográficas. Se calcula que las guerras de 1895-1898 provocaron 120.000 muertos, la mitad de ellos soldados españoles. La mayoría de las muertes se produjeron por enfermedades infecciosas como la fiebre amarilla, la tisis, la disentería, etc.
  • Sociales.  La mayoría de los muertos y los heridos procedían de las clases bajas, de aquellos sectores de la población que no habían podido pagar el dinero necesario (2000 pesetas) que excluía de las quintas. 
  • Económicas. Las repercusiones económicas no fueron importantes a corto plazo, salvo la fuerte subida de los precios de los alimentos en 1898. A largo plazo, la derrota supuso la pérdida de los ingresos procedentes de las colonias., así como la pérdida de los mercados privilegiados que éstas suponían y de las mercancías que, como el azúcar, el cacao o el tabaco, deberían comprarse en los mercados internacionales a precios más altos.
  • Políticas. El desastre provocó el desgaste de los partidos turnantes. Así, se produjo la pérdida de autoridad y el final de la carrera de los políticos que habían dirigido la primera etapa de la Restauración, apareciendo nuevos líderes como Silvela y Maura en el Partido Conservador, y Canalejas y Montero Ríos en el Partido Liberal.
  • Militares. El desastre provocó un fuerte desprestigio del ejército. El ejército, pese a las impopulares quintas, a los recursos materiales y a los sacrificios humanos, no había estado preparado para un conflicto como el ocurrido. La imagen del ejército salió fuertemente dañada del 98.
  • Psicológicas. En el plano de la psicología colectiva, el pueblo español vivió la derrota como un trauma nacional, extendiéndose los sentimientos de inferioridad, desmoralización e impotencia.
  • Internacionales. España deja de ser una potencia mundial, con territorios distribuidos por todo el mundo, y se convierte en una potencia de segundo orden.
  • Intelectuales. El desastre provocó el surgimiento de diversas corrientes críticas:
1.      La actitud crítica de los intelectuales y escritores que convergen en torno al modernismo y a la “generación del 98”, que reflexionan sobre el “tema de España”, su pasado y su futuro: Unamuno, Baroja, Maeztu, etc.
2.      La crítica realizada por los regionalistas, especialmente, por el catalán, porque la burguesía catalana fue la más afectada por la pérdida de las colonias.
3.      El movimiento obrero que denunció la marginación del pueblo en la vida pública nacional.
4.      El regeneracionismo, que buscaba una solución a los males de España y proponía una regeneración del país. Entre los regeneracionistas destacaban Macías Picabea, Mallada, Isern y, especialmente, con Joaquín Costa, autor de Oligarquía y caciquismo como forma actual de gobierno en España. Los regeneracionistas indicaban que los males del país eran el aislamiento del cuerpo electoral, la corrupción de los partidos políticos y el atraso económico y social de España con respecto a los países de su entorno. Los regeneracionistas defendían la reorganización de la vida política, la limpieza del sistema electoral, la reforma educativa, la ayuda social, las obras públicas y, en definitiva, una actuación encaminada al bien común y no en beneficio de los intereses políticos de la oligarquía dominante. Políticos como Maura, Canalejas o Silvela adoptaron algunas ideas regeneracionistas.