TEMA 18: LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN. EL REINADO DE ALFONSO XIII. LA DICTADURA DE PRIMO DE
RIVERA Y LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA.
1) LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN. EL REINADO DE ALFONSO XIII
(1902-1923).
a) Características y evolución de la
vida política
En mayo de 1902 Alfonso XIII se
convierte en rey de España. Durante su reinado y hasta el golpe militar de Primo
de Rivera, asistimos a la crisis del sistema del turno de partidos. Las características
principales del período son:
·
La actuación
política del rey. Alfonso XIII tuvo
un papel político activo: influyó en los cambios de gobierno, participó en la
acción política y apoyó al sector más conservador del Ejército. Esta actuación
provocó el descrédito de la
Monarquía.
·
La división
interna de los partidos turnantes
tras la muerte de Canovas (1897) y Sagasta (1903). En los dos
partidos surgieron líderes que lucharon por el control de los mismos. Los
principales líderes del Partido Conservador fueron Francisco Silvela, Antonio
Maura y Eduardo Dato; y en el Partido Liberal Segismundo Moret,
Canalejas y el conde de Romanones.
·
El aumento de
la inestabilidad política, que se
manifiesta en los sucesivos cambios de gobierno y su escasa duración. Entre
1902 y 1923 sólo cinco duraron más de un año.
·
La pérdida de
influencia del caciquismo que restó
eficacia a la manipulación electoral, especialmente en las grandes ciudades.
Este hecho se manifestó en que las mayorías parlamentarias fueran precarias.
·
El
fortalecimiento de los partidos políticos ajenos al sistema de la Restauración: socialistas, nacionalistas,
republicanos, etc., que incrementaron su fuerza electoral.
·
El aumento de
la conflictividad social: por la
mayor conciencia de clase de obreros y campesinos, la degradación de las
condiciones de vida de los trabajadores, la fuerza de los sindicatos obreros,
etc.
b) La evolución política hasta 1914.
Características y problemas
Hasta 1917 se mantuvo el turno bipartidista;
Partido Liberal y el Partido Conservador, pero aumentó el número de diputados
que representaban a nuevas corrientes políticas (catalanismo y republicanismo).
Este período se caracteriza
por cuatro graves problemas:
·
Aumento de la
conflictividad social. Se produjeron
diversas huelgas en Andalucía, Barcelona, Bilbao, y se registró una mayor
afiliación a los partidos y organizaciones obreras. El gobierno se limitó a la
creación del Instituto de Reformas Sociales (1903), encargado de
proponer reformas para mejorar las condiciones de vida de las clases
trabajadoras, y el Instituto de Previsión Social, antecedente de la Seguridad Social.
·
Cuestión
religiosa. El anticlericalismo tenía
su origen en el control que la
Iglesia ejercía sobre la enseñanza. Socialistas, republicanos
y algunos sectores del Partido Liberal (Canalejas) propusieron un
recorte del poder de la
Iglesia, la disminución de su influencia social, etc.
·
Problema
militar. Un sector del Ejército
culpaba a los políticos del desastre del 98 y reclamaba un papel más activo de
los militares en la vida política. Esta actitud fue criticada por los sectores
antimilitaristas y por la prensa, especialmente la catalana, que consideraba al
Ejército como el responsable del desastre. El Ejército presionó al gobierno
que, en 1906, aprobó la Ley
de Jurisdicciones, en la que
se establecía que los delitos contra el Ejército, incluidas las injurias, eran
delitos contra la Patria,
y los ponía bajo jurisdicción militar. Esta ley fue contestada por diversos
sectores como los republicanos, nacionalistas, movimiento obrero, que pidieron
su derogación.
·
Crecimiento de
los movimientos nacionalistas. En el
País Vasco, Sabino Arana suavizó sus planteamientos para conectar con la
burguesía vasca. En Cataluña, la pérdida de las colonias motivó un crecimiento
del nacionalismo por el perjuicio económico que representaba. Este sentimiento
nacionalista se manifestó en la creación de la Lliga Regionalista,
que se convirtió en la fuerza catalanista más importante.
En 1907 Antonio Maura, líder del
Partido Conservador, se convirtió en jefe de gobierno (gobierno largo de
Maura). Realizó un programa de reformas (“revolución desde
arriba”), y llegó a un acuerdo con la Lliga. Algunas de
estas reformas tuvieron contenido económico (Ley de Protección Industrial,
Ley de Fomento de Industrias y Construcciones, etc), pero
la más ambiciosa fue la Ley
de Administración Local. Esta ley suponía la creación de las Mancomunidades,
es decir, la agrupación de las Diputaciones provinciales, lo que significaba un
primer paso hacia el autogobierno regional. Esta ley le facilitó el
entendimiento con la
Lliga. Para Maura era la base necesaria para desmantelar el
caciquismo y hacer partícipe en la vida política a la“masa neutra del país”. La ley no llegó a aprobarse porque el
gobierno Maura cayó por los sucesos de la Semana Trágica.
Con ese nombre se hace referencia a los
acontecimientos que se desarrollaron en julio de 1909 en Barcelona. Primero, se
produjeron manifestaciones y, luego, se declaró una huelga general promovida
por anarquistas, socialistas y lerrouxistas, que derivó en una violenta
insurrección espontánea apoyada por la
clase obrera barcelonesa. Los obreros ocuparon las calles, se cortaron las
comunicaciones con el resto de España y fueron incendiados conventos e
iglesias. El gobierno de Maura proclamó el estado de guerra en Barcelona y
envió al Ejército para reprimir la insurrección. Las causas de la Semana Trágica
fueron:
- La protesta contra la guerra colonial de Marruecos. Tras el desastre de 1898, la única posibilidad del colonialismo español era esta zona, en la que también estaba interesada Francia. En 1906 la Conferencia de Algeciras concedió a ambos países un protectorado conjunto sobre este territorio, y entregó a España la administración del Rif (norte de Marruecos). En los años posteriores, las compañías españolas comenzaron a instalarse allí, con el objetivo de explotar las riquezas mineras de la región. Los trabajadores de una de estas compañías sufrieron un ataque de los miembros de algunas cabilas (tribus) de la zona. El gobierno de Maura decidió enviar a los reservistas para defender los intereses españoles. Los reservistas debían concentrarse en Madrid y Barcelona para trasladarse a África. Estos reservistas habían finalizado su servicio militar seis años antes. Las clases obreras protestaron contra el sistema de reclutamiento militar que enviaba a los más pobres a morir en Marruecos para defender los intereses económicos de los propietarios de las minas y satisfacer a los oficiales del Ejército, favorables a la intervención en la zona, porque conseguían ascensos fáciles y rápidos en guerra.
- El anticlericalismo. Muy arraigado en las clases populares y alimentado por la propaganda de Alejandro Lerroux.
- El persistente malestar económico de la clase obrera barcelonesa.
Las consecuencias más importantes
fueron:
·
La caída del
gobierno de Maura en octubre de 1909 y la vuelta del Partido Liberal al
gobierno.
·
La formación de
la conjunción republicano-socialista para hacer frente común contra el
régimen monárquico. Fue el primer paso de una colaboración que conducirá a la II República.
·
La durísima
represión gubernamental contra el movimiento obrero. Una muestra fue el proceso
(procesos de Montjuïc) del pedagogo y anarquista Ferrer Guardia. Era inocente, pero
murió ejecutado tras ser juzgado por un Tribunal Militar y acusado sin pruebas
de organizar la rebelión. Su ejecución provocó una oleada de protestas
internacionales.
En febrero de 1910 el rey encargó la
formación de gobierno a José Canalejas (líder del ala izquierdista del
Partido Liberal). Su programa político era regeneracionista, pero más abierto
que el de Maura. Su acción de gobierno se caracteriza:
·
Realización de
reformas sociales. Se sustituyó el impuesto de consumos por un impuesto
sobre las rentas urbanas, y modificó el sistema de quintas, haciéndose
obligatorio el servicio militar en tiempos de guerra y estableciendo un sistema
de redención en tiempos de paz. Propició el diálogo con las organizaciones
obreras.
·
Política
religiosa. Su objetivo era lograr una
separación real entre Iglesia y Estado. El problema religioso se había agravado
como consecuencia del establecimiento en España de numerosas órdenes religiosas
que huían de la política laicista de la Tercera República
francesa. La pretensión de Canalejas era someter las actividades de la Iglesia al control del
Estado y que las órdenes no reconocidas se regularan por la Ley de Asociaciones de 1887.
La decisión supuso la ruptura de las relaciones diplomáticas entre España y el
Vaticano, y la oposición de la
Iglesia española. El gobierno de Canalejas optó por una
solución de compromiso: la Ley
del Candado de 1912. Según esta ley, no podrían establecerse nuevas órdenes
hasta que no se aprobará una nueva Ley de Asociaciones. En caso de que no se
aprobará en un plazo de dos años, la
Ley del Candado quedaría abolida.
·
Política
regionalista. Canalejas impulsó la Ley de
Mancomunidades, pero no pudo ver su aprobación porque fue asesinado el 12
de noviembre de 1912.
c)
La Primera
Guerra Mundial y sus repercusiones en España.
Tras el estallido de la guerra, se publicó
el Decreto sobre neutralidad y no intervención (30 de julio
1914). El alejamiento de España de las grandes alianzas europeas (Triple
Alianza y Entente Cordial), y la debilidad diplomática, económica y militar
fueron las razones de la neutralidad.
La guerra generó posturas diferentes. Por un
lado, las fuerzas conservadoras y de derechas eran germanófilas, es
decir, apoyaron a los Imperios Centrales, porque deseaban un poder fuerte y
autoritario como el que éstos representaban. Por el contrario, los sectores
progresistas eran aliadófilos. El Partido Liberal y sus diversos líderes
(Romanones, García Prieto, Alba) apoyaron a los aliados, como expresión
de un sistema político parlamentario y liberal. Republicanos y socialistas
también lo eran.
Desde el punto de vista económico, la
neutralidad hizo posible el desarrollo de la economía española. Aumentaron las
exportaciones, creció la industria y los beneficios permitieron dos años de
euforia general, especialmente en las clases medias y altas. Por otro lado, la
guerra tuvo consecuencias sociales negativas: aumento del paro, inflación,
descenso de los salarios reales. El resultado fue el crecimiento de las
organizaciones obreras, que aumentaron de forma espectacular sus afiliados. Las
protestas, las agitaciones campesinas y las huelgas fueron hechos habituales.
Uno de los principales acontecimientos fue
la crisis de 1917. En 1917 tres sectores sociales (militares, políticos y clase
obrera) hicieron pública su protesta ante la situación general del país. Cada
grupo partía de unos problemas propios, pero los tres coincidían en la petición
de una reforma de la vida política. Fue una crisis institucional que puso de
manifiesto la incapacidad del sistema para hacer frente a la nueva dinámica del
país.
·
Conflicto
militar. El movimiento militar fue
esencialmente corporativo con reivindicaciones concretas, relacionadas con los
sueldos, insuficientes por la inflación, y por el favoritismo en los ascensos.
Con el propósito de presionar al gobierno, protestar y defender sus
reivindicaciones crearon unos organismos denominados Juntas Militares de
Defensa. La Junta
Superior, que coordinaba la acción de todas las Juntas, tenía
su sede en Barcelona y fue apoyada por la Lliga; lo mismo hicieron los republicanos y las
centrales sindicales, que confundieron una protesta puntual de algunos miembros
del Ejército, con el inicio de un proceso revolucionario. Las Juntas reclamaban
un aumento del sueldo, la determinación de los ascensos únicamente por rigurosa
antigüedad y la supresión de los ascensos por méritos de guerra que sólo
beneficiaban a los militares que combatían en Marruecos (africanistas). En mayo
de 1917 el gobierno liberal de Romanones acordó disolver las Juntas,
pero la Junta Superior
se negó a seguir las órdenes del gobierno y se originó una confrontación entre
el Ejército y el poder civil, lo que obligó al gobierno a dimitir. El nuevo
gobierno conservador de Dato legalizó las Juntas y las reconoció como
portavoces del Ejército, prometiéndoles una subida de los sueldos y la
regulación de los ascensos. El fin del conflicto demostraba la debilidad del
sistema político y la falta de autoridad del gobierno.
·
La protesta
política. En julio de 1917 los
parlamentarios catalanes de la Lliga,
a los que se unieron luego los de la oposición, fueron los protagonistas de un
movimiento político que pedía la convocatoria de Cortes Constituyentes el fin
de reformar la
Constitución y dar una nueva organización al Estado sobre
bases autonómicas. Esta Asamblea de Parlamentarios fue disuelta y la Lliga terminó pactando con
el poder. Así, en el nuevo gobierno formado en noviembre de 1917 dos de los
ministros pertenecían a la Lliga;
por primera vez en la
Historia de España los nacionalistas catalanes entraban a
formar parte del gobierno. La
Lliga contribuyó a reforzar el sistema que aseguraba
combatir.
·
El problema
obrero: la huelga general de 1917.
Fue convocada por la UGT
y la CNT. Estas
centrales sindicales tenían estrategias y fines distintos. Los socialistas
deseaban acelerar un cambio de sistema, en sentido democrático, haciendo caer
al régimen político de la
Restauración. Los anarcosindicalistas veían la huelga general
como un instrumento para la caída del régimen y el inicio de una revolución
social. Animados por el éxito de la huelga general de diciembre de 1916,
llegaron a un pacto de acción conjunta en marzo de 1917. A lo largo del año,
se produjeron diversas movilizaciones y, en agosto de 1917, se inició la huelga
general. El gobierno respondió con la ley marcial, el encarcelamiento del
comité revolucionario y una fortísima represión.
Aunque el sistema superó
estos conflictos, sus efectos permiten hablar de una crisis institucional que precipitó
su quiebra. La representación política empezó a orientarse hacia el
pluripartidismo y se abrió el camino a los gobiernos de concentración, último
esfuerzo de mantener el sistema canovista.
d) La
crisis definitiva del sistema. Los gobiernos de concentración (1918-1923)
Los partidos históricos eran incapaces de
hacer frente a los problemas del país. En un intento de salvar el sistema
aparecieron los gobiernos de concentración, que agruparon a políticos de una
misma tendencia (conservadora o liberal) o de tendencias diversas, que
reflejaban la profunda división de la sociedad española y la falta de
representatividad del parlamentarismo canovista. El abstencionismo electoral
creciente, el incremento de la representación socialista y de los nacionalismos
catalán y vasco, junto con el desplazamiento del voto hacia los republicanos en
las ciudades, ponían de manifiesto que se había producido un cambio que
anunciaba la ruptura definitiva del régimen en 1931.
Esta situación de crisis global condujo al
golpe militar de 1923, que salvó, provisionalmente, la monarquía, pero al
romper la legalidad constitucional preparó su caída.
Los problemas más importantes de este
período fueron:
·
La “guerra
social”. El momento más importante de
la lucha social fue el período 1918-1923, en el que el sindicalismo adquirió
una fuerte organización, y la acción sindical combinó la huelga y la
negociación. Esto le permitió vencer en numerosas huelgas y obtener mejoras del
gobierno y de la patronal. Entre ellas hay que señalar la Ley sobre la jornada
de ocho horas (1919); los inicios de
la previsión social (retiro obrero, protección a la maternidad); la creación
del Ministerio de Trabajo (1920), etc. Pero en estos años, la represión
sustituyó a la negociación, haciendo que la lucha social fuera muy violenta.
Los patronos respondieron a las huelgas con el cierre de las fábricas, con la
exigencia de no tener carné sindical para poder ser admitidos y con la
violencia contra los obreros. El gobierno confundió el problema laboral con el
orden público y utilizó el Ejército como instrumento para restablecer la paz.
Uno de los hechos más significativos fue el nombramiento del general Martínez
Anido como gobernador civil de Barcelona. Su actuación se caracterizó por
la supresión de las garantías constitucionales, el estado de excepción, los encarcelamientos,
la implantación de la Ley
de Fugas en 1921. Esta forma de actuar se trasladó a otras zonas de España.
Esta política represiva generó el terrorismo, alimentado por pistoleros a
sueldo utilizados por obreros, patronos y gobierno, provocando una guerra
social que distorsionó la acción sindical, quebró las organizaciones obreras y
sembró el malestar y la inseguridad en toda la sociedad. En medio de esta situación,
el miedo burgués a la revolución propició la constitución de grupos y
organizaciones paramilitares que actuaron contra las organizaciones obreras. El
más importante de estos grupos fue el Sindicato Libre creado en
Barcelona en 1920 para oponerse, principalmente, a la CNT.
·
La guerra de
Marruecos: el desastre de Annual En 1921
una acción militar mal planificada desde la comandancia de Melilla por el
general Fernández Silvestre permitió al líder guerrillero del
Rif, Abd-el-Krim, atacar la posición de Annual, defendida por
tropas mal preparadas, que reaccionaron huyendo, sin que el general Silvestre
supiera afrontar la situación. El desastre de Annual supuso la muerte de
13.000 soldados. El desastre agravó la mala imagen que tenía el Ejército en la
sociedad española, y algunos sectores reclamaron responsabilidades militares y políticas
por la derrota. Para determinar las responsabilidades se inició la instrucción
de una investigación, el expediente Picasso. Los intereses de las
compañías mineras del Rif, y la oposición del propio gobierno a ahondar en la
investigación, dificultaron la tramitación del expediente. En este contexto, se
produjo el golpe militar de 1923.
2) LA DICTADURA DE PRIMO DE
RIVERA Y LA CAÍDA DE
LA MONARQUÍA
(1923-1931).
a) Causas del golpe de Estado
·
El problema de
Marruecos. Tras el desastre de Annual,
se hizo evidente la ineficacia de los gobiernos para resolver este problema. El
ejército exigía un aumento de los gastos militares para responder a la
humillación sufrida. Ante la negativa del gobierno, varios jefes militares se
sumaron al golpe, especialmente los africanistas, partidarios de llevar la
intervención de Marruecos hasta el final. Además, la instrucción del expediente
Picasso provocó un gran malestar en el ejército y su desconfianza hacia
los políticos. La opinión pública era partidaria de poner fin a la guerra e
investigar las responsabilidades por los hechos de Annual.
·
La crisis del
turnismo bipartidista. Los partidos del turno se habían dividido en
facciones dirigidas por algunos de sus miembros más destacados, y enfrentadas
entre sí. Las consecuencias fueron las sucesivas crisis gubernamentales (23
cambios de gobierno desde 1917), y la incapacidad de los gobiernos de
solucionar los graves problemas del país y de evolucionar hacia un modelo
democrático. Cada día cobraba más fuerza la idea de la necesidad de un “hombre
de hierro” que pusiera orden y desarrollará una política que acabará con el
sistema político de la
Restauración.
·
La
generalización de los desórdenes públicos y la agudización de los conflictos
sociales (huelgas, protestas campesinas,
etc.), que preocupaban a las clases dirigentes. Por ello, pensaban que era
necesario un gobierno fuerte que frenará el desarrollo del movimiento obrero.
·
El problema
nacionalista. El auge del
nacionalismo en Cataluña y en el País Vasco provocaba el rechazo de los
sectores más derechistas, que lo consideraban una amenaza a “la unidad de la Patria”.
·
El apoyo de
Alfonso XIII. Su apoyo explícito a Primo de Rivera
unió el futuro de la
Monarquía al de la Dictadura.
·
El contexto
internacional. En 1923 había
triunfado el fascismo en Italia, la democracia retrocedía y se establecían gobiernos
autoritarios, especialmente en Centroeuropa.
b) El golpe
de 1923 y el Directorio Militar.
En junio de 1923, un grupo de militares (el
cuadrilátero: Cavalcanti, Berenguer, Saro y Dabán),
y entre ellos varios africanistas, llegaron al acuerdo de preparar un golpe e
instaurar un gobierno fuerte. A principios de septiembre, acordaron que fuera Miguel
Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, quien lo dirigiera. Primo de
Rivera se sublevó el 12 de septiembre y el golpe triunfó gracias a la actitud
de Alfonso XIII. Alfonso XIII, que ya conocía los preparativos del golpe
militar, deseaba un gobierno autoritario. Por ello, el rey aceptó los hechos y
encargó la formación de gobierno a Primo de Rivera (14 de septiembre). El 15 de
septiembre el rey aceptó la propuesta de nombrar ministro único a Primo de
Rivera, que sería aconsejado por un Directorio Militar integrado por
militares. Así, se estableció una Dictadura de carácter personalista.
Los objetivos del golpe militar fueron
definidos en el Manifiesto de 13 de septiembre:
·
Corregir los
defectos del sistema político de la Restauración y eliminar el caciquismo.
·
Solucionar el
problema marroquí.
·
Garantizar el
orden público.
·
Terminar con el
anticlericalismo y el separatismo.
Los principios y valores que inspiraban al
general Primo de Rivera eran tradicionales y típicamente militares: orden,
eficacia, disciplina, autoridad y amor a la patria. El dictador español no
puede ser considerado un fascista, aunque sentía una gran admiración por
Mussolini.
El golpe militar no sorprendió a la sociedad
española, y la opinión pública acogió la nueva situación entre la indeferencia
y la aprobación. La burguesía católica y derechista, así como los sectores
patronales industriales y comerciales recibieron la Dictadura con entusiasmo
y satisfacción. Por el contrario, los anarquistas y los comunistas reaccionaron
convocando una huelga general que fracasó. Los socialistas sólo protestaron verbalmente.
En un primer momento, se presentó la Dictadura como una
solución política provisional y excepcional. Primo de Rivera concebía su
régimen militar como un breve paréntesis temporal para poner orden, solucionar
los males de España y volver a los cuarteles restableciendo la normalidad
constitucional anterior. Con el tiempo, Primo de Rivera intentó prolongar su
poder personal para configurar un nuevo Estado que sustituyera el sistema
establecido en la Constitución
de 1876. Las medidas políticas iniciales fueron:
·
La suspensión de la Constitución y la
disolución de las Cortes.
·
La declaración
del estado de guerra en todo el territorio.
·
La sustitución de
los gobernadores civiles por militares, que asumieron el poder en las
provincias, y de los altos cargos de la Administración por
mandos militares.
·
El
establecimiento de una dura censura de prensa que impedía cualquier crítica al
régimen.
Hasta 1925 la acción política del
dictador pretendía acabar con los partidos de la Restauración y el
régimen parlamentario, pero la
Dictadura no tocó la base real del sistema: la oligarquía de
terratenientes e industriales, que siguió dominando la vida económica y social,
y que se aprovechó del régimen y de la prosperidad económica para afianzar su
poder económico.
En 1924 se aprobó el Estatuto
Municipal (obra de José Calvo Sotelo) que intentaba acabar con el caciquismo
y aumentar la autonomía económica de los municipios. Estos fines no fueron
conseguidos porque los gobernadores militares continuaron nombrando alcaldes y
concejales.
El orden público era otro de los
objetivos de Primo de Rivera, que identificaba movimiento obrero, anarquismo y
delincuencia. Se dictaron órdenes para reprimir cualquier tipo de protesta y
manifestación, y se estableció una estricta censura de prensa. Por otro lado,
para reforzar las fuerzas de orden público, Primo de Rivera intentó extender la
institución catalana del Somatén a todo el país. La intención era crear
un cuerpo auxiliar armado adicto al régimen, aunque fuera de Cataluña tuvo muy
poca aceptación.
En 1924 se constituyó la Unión Patriótica,
fuerza política impulsada y protegida por el gobierno, que significaba un
intento de crear desde el poder un partido único para apoyar y colaborar con el
régimen. Ideológicamente, era un partido de derechas, antiparlamentario,
defensor del autoritarismo, monárquico y católico. Careció de apoyos sociales.
Uno de los fracasos de Primo de Rivera fue
el problema del regionalismo.
Aunque la burguesía catalana había apoyado el golpe militar, la política de
Primo de Rivera (prohibición de la bandera catalana, uso del catalán al ámbito
privado, represión de las manifestaciones culturales y políticas del
catalanismo, etc.) hizo que aquélla le retirará su apoyo y se produjera una
radicalización del catalanismo, cobrando fuerza el Estat Català de Francecs
Maciá.
La cuestión marroquí fue el gran
éxito del Directorio militar. Primo de Rivera, en un primer momento, era partidario
de poner fin a la guerra, pero un hecho le hizo cambiar de opinión: la
penetración de Abd-el-Krim, creyendo derrotados a los españoles, en territorio
francés. Los franceses propusieron una operación conjunta, que culminó en el desembarco
de Alhucemas (8 de septiembre de 1925). Las cabilas de Abd-el-Krim fueron
derrotadas. A mediados de 1926, Abd-el-Krim se entregó a los franceses ante el
temor de ser capturado por las tropas españolas. La victoria puso fin al
problema marroquí, permitió restaurar el prestigio del ejército, garantizando
la adhesión al régimen de los africanistas (Sanjurjo, Queipo del
Llano, Franco, Millán Astray).
c) El Directorio Civil
A finales de 1925, tras el triunfo en
Marruecos, entraron seis civiles (Calvo Sotelo, Aunós, etc.) a
formar parte del Directorio, apareciendo así el Directorio Civil. Las
principales actuaciones de esta etapa fueron las siguientes:
·
La formación
de una Asamblea Nacional Consultiva. Su objetivo fundamental era la
institucionalización de la Dictadura. Convocada en 1927 y compuesta por 400
miembros elegidos mediante sufragio restringido (afiliados a la Unión Patriótica,
oficiales del ejército, obispos, representantes de los grupos económicos más
poderosos del país, etc.). Su tarea principal fue la elaboración de una
Constitución. El proyecto se presentó en 1929. Establecía un Estado sin
soberanía nacional ni división de poderes, con una Cámara única, donde la mitad
de sus miembros eran nombrados por la
Corona, y otorgaba al rey una gran capacidad legislativa y
ejecutiva, hasta el punto de que Primo de Rivera se opuso al texto.
·
La política
social. Se trataba de una política social corporativa, es decir, trataba de
conciliar los intereses de los patronos y de los trabajadores para que
desapareciera la conflictividad social. Seguía la política corporativa del
fascismo italiano. En 1924 se creo el Consejo Nacional del Trabajo,
en el que estaban representados patronos y obreros. El gran impulsor de la
política social de la
Dictadura fue Eduardo Aunós, ministro de Trabajo.
Aunós impulso la aprobación de una legislación social de carácter paternalista:
Código de Trabajo (1926), que regulaba los contratos, los tribunales laborales
y los accidentes; el subsidio de familias numerosas (1926); el seguro de
maternidad (1929), etc. En 1926 se creó la Organización
Corporativa del Trabajo, una organización mixta
para la regulación de los problemas laborales. Se organizaba a través de los
Comités Paritarios, en cada uno de los cuales el número de obreros y patronos
era idéntico. Este organismo fue criticado tanto desde la derecha, que recelaba
de la hegemonía socialista, como desde la izquierda, que consideraba la OCT como un instrumento para
acabar con el sindicalismo de clase. La
UGT colaboró y su líder, Largo Caballero, entró en el Consejo
Nacional de Trabajo.
d) El intervencionismo económico
La Dictadura practicó una política económica
caracterizada por un fuerte intervencionismo del Estado en todos los
ámbitos de la economía. Algunas de las características de esta política económica
fueron:
·
El control de
todos los sectores productivos y la supervisión de las actividades económicas
hasta en sus menores detalles (precios, volumen de producción, etc.). Se
creó un Comité Regulador de la Producción Industrial
y cualquier empresa necesitaba permiso gubernamental para instalarse o
trasladarse de localidad.
·
Las ayudas o
subvenciones a las empresas nacionales.
·
El reforzamiento
del proteccionismo económico para proteger los productos agrarios e
industriales de la competencia extranjera.
·
El incremento de
las inversiones públicas para financiar la construcción de redes de
carreteras, obras hidráulicas y regadíos.
·
La creación de monopolios
como Telefónica o CAMPSA (Compañía Arrendataria del Monopolio del Petróleo).
Esta última controlaba en exclusiva la importación, refinado, distribución y
venta de petróleo en nuestro país. El 30% de su capital era estatal y el resto
de las acciones quedaron en manos de grandes bancos como el Urquijo,
Banesto, Hispano, Vizcaya.
Los resultados de esta política fueron la
finalización de modernas obras públicas y el aumento de la producción
(especialmente hierro, acero y cemento). La contrapartida fue el excesivo
endeudamiento del Estado. Los grandes beneficiados fueron los grandes grupos capitalistas
españoles.
e) La oposición a la
Dictadura. El fin de la Dictadura y la caída de la Monarquía
La oposición a la Dictadura provenía de
diversos sectores:
·
Los liberales
y conservadores, que colaboraron con el Ejército en la preparación de diversos
golpes de Estado.
·
Los republicanos,
que constituyeron la
Alianza Republicana en 1926, basada en la unión
de diversas corrientes republicanas. Pedían un sistema democrático. Figuras
destacadas fueron Manuel Azaña (Acción Republicana) y Alejandro Lerroux
(Partido Republicano Radical).
·
Los socialistas
que mantuvieron su apoyo hasta 1929, fecha en que niegan su apoyo a un
plebiscito que Primo de Rivera pensaba convocar.
·
La CNT, que siguió actuando en la clandestinidad durante
toda la Dictadura,
por la fuerte represión a la que se vio sometida.
·
Los intelectuales
(Miguel de Unamuno, Ortega y Gasset...) se opusieron sistemáticamente a la Dictadura. Otros
colaboraron con la misma: Ramiro de Maeztu o Eugenio d´Ors.
·
Los estudiantes
que se organizaron en la FUE
(Federación Universitaria Española) y protagonizaron diversas protestas y
manifestaciones. Fueron cerradas las Universidades de Madrid y Barcelona, y
numerosos catedráticos como Ortega o Menéndez Pidal abandonaron sus
cátedras y apoyaron a la FUE.
·
El Ejército que
intentó en varias ocasiones derrocar al régimen (Sanjuanada en junio de 1926).
Su oposición al sistema creció al establecerse un sistema de ascensos que se
basaba en los méritos de guerra y no en la antigüedad.
La decadencia de la Dictadura comenzó en 1928.
Las razones son diversas: el creciente número de opositores al régimen, el
deterioro de las relaciones de Primo de Rivera con Alfonso XIII, el aumento de
la conflictividad social, las crecientes dificultades financieras del Estado,
la enfermedad del dictador, etc.
El 27 de enero de 1930 Primo de
Rivera presentó su dimisión al monarca. Tras despedirse del país con un nuevo Manifiesto, se exilió en París donde murió dos meses más tarde.
Después de la renuncia de Primo de Rivera,
el rey nombró jefe de gobierno al general Dámaso Berenguer (gobierno calificado por la
prensa como “dictablanda”). Los propósitos de este gobierno eran:
·
Reponer el sistema constitucional liberal. Era una vuelta al pasado,
inaceptable para demócratas, republicanos y socialistas.
·
Salvar la figura de Alfonso XIII, evitando que el rey fuera
considerado responsable del triunfo del golpe militar y de los seis años de la Dictadura. Propósito
imposible porque se asociaba al rey con la Dictadura y Alfonso XIII era muy impopular entre
las clases medias y los sectores obreros.
En agosto de
1930 se
firmó el Pacto de San Sebastián, en el que se agruparon los diversos sectores
políticos y sociales opuestos a la
Monarquía (republicanos, socialista, radicales,
regionalistas), y que tenía como objetivo el establecimiento de la República. El
Pacto contó con el apoyo de la CNT y de los intelectuales (Agrupación
al Servicio de la República inspirada por Ortega y Gasset).
A comienzos de 1931 el almirante Aznar sustituyó a Berenguer al frente
de un nuevo gobierno que convocó elecciones municipales para el 12 de abril. Los candidatos socialistas
y republicanos alcanzaron el triunfo en las grandes ciudades y en buena parte
del país. Estas elecciones se convirtieron en una prueba del rechazo de la Monarquía por gran parte
de la sociedad española. Alfonso XIII decidió aceptar la voluntad nacional,
suspender el ejercicio del poder real y marchar al exilio. El 14 de abril
de 1931 era proclamada la
II República.
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