domingo, 13 de mayo de 2012

Tema 20. La Guerra Civil Española (1936-1939)


TEMA 20:    LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939)

1)      CAUSAS DE LA GUERRA

o   Problema social. Las enormes diferencias entre trabajadores y propietarios habían radicalizado la lucha de clases. Las esperanzas de los trabajadores en las reformas de la II República y la resistencia de los patronos a las mismas, especialmente en el campo, profundizaron el problema social.
o   Problema regional. Se produce por la oposición de la derecha y del ejército a los nacionalismos periféricos. La concesión del Estatuto a Cataluña (1932), y la tramitación de los estatutos vascos y gallegos en 1936, se interpretó por los sectores citados como la desmembración de España, algo inaceptable desde su punto de vista.
o   Cuestión religiosa. Habían provocado una profunda división en la sociedad española. Por un lado, estaban los defensores de que la Iglesia mantuviera su poder en la sociedad. Por otro, los que se oponían a ello, defendiendo un anticlericalismo radical, la separación Iglesia-Estado, la enseñanza laica, etc., en una sociedad mayoritariamente católica. El enfrentamiento entre ambas posturas, la legislación religiosa republicana y la falta de diálogo agudizaron el problema.
o   Contexto internacional. La crisis de la democracia y el auge de los movimientos totalitarios influyeron en el origen y en el desarrollo de la Guerra Civil. El establecimiento de regímenes fascistas en Italia (Mussolini) y en Alemania (Hitler) tuvo consecuencias en la política española. Los grupos fascistas (Falange Española, Juventudes de Acción Popular, etc) despreciaban la democracia como sistema político y eran partidarios del uso de la fuerza para acabar con la República. Por su parte, la Unión Soviética y la Internacional Comunista habían propiciado la alianza con la izquierda burguesa con la creación de frentes populares contra el fascismo. La violencia política aumentó y se manifestó en el asesinato del teniente Castillo, obra de los falangistas, y de José Calvo Sotelo, como respuesta del anterior. El orden público, que desde el inicio dela República fue un problema, fue instrumentalizado por la derecha, presentándose como uno de los motivos de la sublevación.
   En definitiva, la guerra fue el resultado del enfrentamiento entre las dos Españas. Por un lado, los viejos grupos oligárquicos, que se oponían al cambio y que contaron con el apoyo de gran parte del ejército, de tradición golpista; por otro lado, las clases medias y el movimiento obrero, que pedían la redistribución del poder mediante la democratización del sistema político.

2)   EL DESARROLLO DE LA GUERRA

a.      Inicios

   Desde las elecciones de 1936 había rumores de golpe militar. Por ello, el gobierno había trasladado a algunos de los militares más significativos. Mola, que desde Navarra preparó el golpe; Franco, todavía en segundo plano, en Canarias; Goded en Baleares; y Sanjurjo, jefe del golpe, exiliado en Portugal. Los militares golpistas se proponían derribar el régimen republicano democrático a través de un golpe de fuerza, cuyo objetivo era tomar rápidamente las principales ciudades españolas. La sublevación comenzó el 17 de julio en Ceuta y Melilla. Franco se traslada a Tetuán para tomar el mando del ejército africano. La rebelión se extiende a la península el 18 de julio. El jefe de gobierno, Casares Quiroga, no comprendió la importancia de la rebelión y no tomó medidas, negándose a entregar armas a la población como exigían partidos obreros y sindicatos, y presentó su dimisión el 18 de julio. 
   En Sevilla, el general golpista Queipo de Llano consigue dominar la ciudad, y la sublevación se extiende por toda Andalucía occidental...
   El día 18 el golpe triunfó en casi todas las capitales de Castilla, incluidas Valladolid y Burgos, en algunas ciudades gallegas, y en Andalucía occidental y Extremadura, donde Huelva, Cádiz, Jerez y Cáceres quedaron bajo el control de los sublevados. El día 19 otras zonas pasaron al control de los golpistas: Pamplona, La Coruña, Oviedo, Granada, Zaragoza, Huesca, Teruel.
   La sublevación fracasó en la mayor parte de Aragón, Asturias, Cantabria, Cataluña, País Vasco, Levante, Andalucía oriental, parte de Extremadura, Castilla la Mancha y Madrid. El fracaso más grave se produjo en Barcelona y Madrid. En Barcelona, la CNT movilizó a los obreros y se hizo con armas para enfrentarse a los golpistas. El día 19 los anarquistas, en colaboración con los Guardias de Asalto y la Guardia Civil, rechazaron a los golpistas, que tuvieron que rendirse al presidente de la Generalitat, Lluís Companys.
   En Madrid, la entrega de armas a las milicias obreras, integradas por socialistas y comunistas, y la acción de las fuerzas leales al gobierno hicieron fracasar la sublevación. El día 20 tomaron el Cuartel de la Montaña, lugar en el que se habían refugiado los rebeldes.
   El día 21 la sublevación había triunfado en 29 capitales de provincias, mientras que 21 permanecían leales a la República. Los sublevados controlaban dos amplias regiones, al sur y norte de la Península, además del dominio del norte de África, Baleares y Canarias. Además, controlan la frontera portuguesa, a través de la cual recibían ayuda.
   En general, el golpe triunfó en función de dos condiciones: la rapidez y la coordinación de sus protagonistas, y la capacidad de reacción de las fuerzas populares. La falta de reacción del gobierno en las primeras horas de la sublevación fue decisiva para su triunfo en algunas ciudades, al igual que la negativa a entregar armas a la población. También tuvo importancia la actitud de la Guardia Civil, que en algunas zonas permaneció fiel al gobierno republicano y en otras se sumó a la sublevación.

b.      Los bandos en conflicto

·         Zona Republicana. La República controlaba las regiones industriales: toda la siderurgia, la industria mecánica, la textil, gran parte del hierro y del carbón. Además, contaba con reservas de trigo en La Mancha y de arroz y cítricos en la región levantina. La República tenía las reservas de oro del Banco de España. En cuanto a los efectivos militares, la mitad de las unidades del ejército de tierra permanecía bajo el control del gobierno republicano. Pero la gran mayoría de la oficialidad se había sublevado y las unidades estaban desarticuladas, por lo que el gobierno republicano tuvo que recomponer un ejército sobre la base de las milicias obreras. La aviación permaneció leal al gobierno republicano, y en la armada, la marinería también, mientras que los mandos se habían sublevado. Un contingente destacado de las Fuerzas de Orden Público (Guardia Civil, Guardias de Asalto y Carabineros) permaneció fiel a la República. Por último, tuvieron un papel importante las milicias (civiles armados, a los que se unirán después las Brigadas Internacionales). En cuanto a las fuerzas políticas que apoyaron a la República nos encontramos los siguientes: moderados (como IR y UR), obreros (PSOE, PCE, POUM, PSUC, etc.), fuerzas sindicales (CNT y UGT), regionalistas (ORGA, ERC y PNV).

·         Zona Nacional (nacionales: es el término que se aplicó a los que se habían sublevado contra el gobierno legítimo y democrático de la República). Los nacionales dominaban las reservas de cereal y ganado de Castilla-León y Galicia, además del carbón leonés y las minas de RioTinto. En definitiva, controlaban las regiones de escaso desarrollo, de base agrícola y dominadas por el caciquismo. En cuanto a los efectivos militares, el resto de las fuerzas (la mitad del ejército de tierra y la mayoría de los mandos de los tres cuerpos), más el ejército de África (Legión, Regulares y mercenarios marroquíes) y casi la mitad de las Fuerzas de Orden Público. Las fuerzas sociales o políticas que apoyaron a los sublevados fueron: FE y de la JONS (que había aumentado notablemente sus efectivos desde 1936, cuyas milicias contribuyeron notablemente al control de la zona nacional, organizando las represalias en la retaguardia, además de constituir el embrión del partido único de Franco), carlistas (tradicionalistas o requetés, pensando en la posibilidad de una restauración monárquica de su línea dinástica), buena parte de la Iglesia (que no considera este hecho como una guerra, sino como una cruzada liberadora contra el mal: el Vaticano fue uno de los primeros estados en reconocer al régimen y gobierno de Franco) y del mundo empresarial o financiero (como Juan March y otros, que aportan dinero o movilizan las instituciones de crédito internacionales), la aristocracia, la CEDA, los monárquicos de Renovación Española, etc.

  1. Fases de la Guerra

    El fracaso de la sublevación militar, tal y como había sido concebida por los golpistas, condujo a la Guerra Civil, que se prolongó hasta 1939. Podemos distinguir cuatro fases:

·         Primera Fase: julio de 1936-marzo de 1937.

    En síntesis, las operaciones militares consistieron en casi el mismo objetivo tanto para los nacionales como para los republicanos: dominar la parte de España que no se había sumado a la sublevación (en el primer caso), y defender esa misma zona (en el caso de los republicanos), al tiempo que buscaban la derrota definitiva del enemigo. Los hechos más importantes de esta fase fueron:
o   El paso del Estrecho. Gracias al puente aéreo establecido con los aviones cedidos por Alemania e Italia, el ejército de Franco pudo cruzar el estrecho y llegar a Andalucía, ya  que la Armada y Aviación fueron fieles a la República.
o   Avance desde Andalucía. Desde esta región se dirigen hacia Extremadura (que tenía una gran importancia estratégica, pues ayudaría a conectar con la zona Norte en poder de los nacionales) y Toledo (donde resistía Moscardó). Se logró con facilidad debido a la preparación de las tropas de África, sus expeditivos métodos de guerra y a la falta de organización de las fuerzas obreras y ejército de la República. La toma de Badajoz (14 de agosto) permitió enlazar las dos zonas del bando sublevado. Tras su ocupación, se inició una durísima represión (se ejecutaron entre 2000 y 4000 personas), provocando un escándalo internacional.
o   Ofensiva sobre Madrid. Su conquista era esencial por razones políticas, diplomáticas, económicas, propagandísticas y simbólicas. Pero Madrid resiste, con el esfuerzo de sus vecinos, la llegada de las Brigadas Internacionales y de material soviético. Tras el fracaso, Franco decide realizar una serie de envolventes para aislarla (batallas de la Carretera de la Coruña, del Jarama, de Guadalajara).                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                  
o   Frontera francesa. Mola conquistó Irún, controlando la frontera francesa y aislando el País Vasco.
o   Ofensiva republicana contra Aragón y Mallorca. Se llevan a cabo desde Cataluña. Pero fracasaron en ambos casos: en el primero, por el comportamiento de la CNT-FAI (que ejecuta su pretendida revolución); en el segundo, por la ayuda de la aviación alemana.
o   La caída de Málaga. Se debió a su defensa desorganizada y a la falta de apoyo naval, por lo que fue una presa fácil para las tropas italianas, marroquíes y voluntarios españoles.

·         Segunda Fase: de abril a noviembre de 1937

   Los republicanos realizaron dos importantes ofensivas en Brunete  (Madrid) y Belchite (Aragón). Tenían como objetivo reducir la presión en el frente norte, aunque los republicanos no consiguieron ventajas sustanciales.
   Los nacionales liquidan el Frente Norte. Las ciudades más importantes del Cantábrico (Bilbao, Santander, Gijón, etc.) fueron cayendo en manos de los nacionales, hasta la conquista de los últimos reductos republicanos. Estas ciudades no sólo eran importantes estratégicamente, sino que su industria y minas ayudarían a Franco a pagar la ayuda alemana y disponer de más fuerzas.

·         Tercera Fase: 1938

   Es una etapa clave porque los nacionales logran dividir el territorio controlado por los republicanos.
   La ofensiva nacional hacia el Levante, tomando Teruel y Castellón, permitió aislar a Cataluña del resto de la zona republicana.
   La Batalla del Ebro. El ejército republicano lanzó la última gran ofensiva, para intentar salvar la situación que ya había dado un vuelco fundamental a favor de los sublevados. Cruzan el Ebro el 25 de julio y mantienen las posiciones entre el fuego intenso de las tropas nacionales. Pero la destrucción de los puentes, la riada provocada por la rotura de los embalses de la cuenca del Ebro, los sucesivos contraataques nacionales, la retirada de los voluntarios de las Brigadas Internacionales y la claudicación de Francia y Gran Bretaña ante Hitler (Pacto de Munich), el cierre de la frontera francesa provocaron la retirada de las tropas republicanas.
  
·         Cuarta Fase: de diciembre de 1938 hasta el 1 de abril de 1939

   Definitiva, pues los nacionales ocupan Cataluña y cae Madrid.
   Tras la batalla del Ebro las tropas nacionales avanzan sin excesiva oposición, entrando el 26 de enero de 1939 en Barcelona. A pesar de los esfuerzos de Negrín para mantener una resistencia a ultranza, el gobierno de Franco había sido reconocido por Francia y Gran Bretaña; y, además, las fuerzas republicanas estaban ya divididas entre los partidarios de resistir y los que creían que seguir con la guerra era una acto de crueldad y preferían negociar. Franco rechazó la negociación y promulgó una Ley de Responsabilidades Políticas, que establecía duras condiciones a los que habían colaborado con la República. Soldados y civiles cruzan la frontera y Francia les recluye en campos de refugiados. Ya sólo quedaba parte del Centro y Sureste.
   En Madrid, la República se derrumba con la división entre comunistas (partidarios de la resistencia hasta el final) y las fuerzas del coronel Casado (que deseaban la rendición, creyendo que Franco negociaría con los militares). La flota republicana se rinde, y termina la Guerra Civil oficialmente el 1 de abril de 1939.

3)  LA DIMENSIÓN INTERNACIONAL DEL CONFLICTO.
 
   La duración y el resultado del conflicto dependieron de la intervención de las potencias extranjeras. Francia y Gran Bretaña trataron de localizar y aislar el conflicto español, para evitar el la extensión del conflicto a Europa, sin importarles abandonar un gobierno legítimo (como era el republicano). En este sentido, Gran Bretaña no atendió las peticiones de ayuda del gobierno republicano y Francia, que en el inicio de la guerra suministro material bélico a la República, suspendió las entregas  por las presiones británicas y el temor a un enfrentamiento con Italia y Alemania.,
   La República sólo contó con la ayuda militar de la Unión Soviética, que entendía la guerra española como una lucha contra el fascismo. Méjico fue, sin embargo, el que primero sirvió un envío de ayuda, ante la división pública y la presión de EEUU para que ésta no fuera mayor.
   Los sublevados contaron con la ayuda militar de la Italia fascista y la Alemania nazi. Hitler respondió inmediatamente a las peticiones de Franco enviando material bélico y aviones, indispensables para el transporte del ejército de África a la Península. Esta maniobra fue decisiva para el desarrollo de la guerra. Posteriormente, los alemanes mandaron un cuerpo de tropas de combate (la Legión Cóndor, responsable del bombardeo de Guernica) y aviones. La Italia fascista también colaboró enviando material bélico (aviones, tanques, munición, cañones), combustible y voluntarios (alrededor de 50.000). Asimismo, el dictador portugués Salazar mantuvo una estrecha colaboración con Franco, al deportar a los republicanos que cruzaban la frontera y facilitar la ayuda de los sublevados a través de la misma.
   El 1 de agosto de 1936, los gobiernos de Francia y Gran Bretaña propusieron al resto de los países un Acuerdo de No Intervención en la guerra española, con objeto de evitar que no variasen las relaciones internacionales. De los países mencionados anteriormente, Méjico fue el único que no firmó; los demás se comprometieron a no enviar material bélico a España, ni voluntarios. Esta política consideraba en plano de igualdad a los dos contendientes, y de nada sirvieron las protestas de la España republicana ante la Sociedad de Naciones. Es evidente que el pacto no fue respetado por los firmantes, pues Alemania, Italia  y Rusia ayudaron a los contendientes durante toda la guerra. Estados Unidos siguió con su política de no intervención en los asuntos de otros países. Fue rechazada la petición de ayuda del embajador español y la pretensión de algunas empresas de remitir material al gobierno republicano; sin embargo, los sublevados contaron con envíos de motores y combustible de la Ford, General Motors y Texaco.
   La ayuda de la URSS fue para la República la más importante, y se hizo en forma de equipos y material, técnicos, aviones. Esta ayuda se pagó al contado las reservas de oro y plata depositadas en el Banco de España. La ayuda soviética fue importante porque evitó el hundimiento del ejército republicano y reforzó la influencia de los comunistas españoles en el gobierno republicano.   
   Sin embargo, entre los apoyos de la República hay que destacar las  Brigadas Internacionales, organizadas en Francia desde 1936: estaban integradas por voluntarios (unos 40.000) de más de 60 nacionalidades y con una ideología diversa, pero convencidos de que apoyar a la República era combatir por la libertad y contra el fascismo. Tuvieron que abandonar el país en diciembre de 1938, ante las presiones el Comité de No Intervención y la firma del Pacto de Munich.
   La Guerra Civil se convirtió en la antesala de la Segunda Guerra Mundial, en una confrontación de dos modelos sociales y políticos.
   
4)   LA EVOLUCIÓN POLITICA.

·         Zona Republicana

      El levantamiento militar provocó en la zona republicana un profundo proceso revolucionario. El gobierno presidido desde el 19 de julio de 1936 por José Giral, perteneciente a Izquierda Republicana, fue incapaz de imponer su autoridad, porque en pueblos, ciudades y provincias de la España republicana surgieron espontáneamente diferentes comités revolucionarios populares, dirigidos por anarquistas, socialistas y comunistas, que tomaron las decisiones políticas, económicas y militares.
    Desde el principio, el bando republicano careció de unidad política y las divisiones internas entre los distintos partidos y sindicatos se acentuaron. En alguna ocasión, anarquistas y comunistas llegaron incluso a enfrentarse con las armas (Barcelona, 1937). Los anarquistas entendían que vencer la guerra y completar la revolución económico-social eran procesos inseparables y paralelos. Por ello, impulsaron la colectivización de la tierra, de forma que la comunidad local explotara los campos repartiéndose los beneficios y excedentes agrarios de acuerdo con el trabajo realizado por cada individuo y según sus necesidades familiares. En Aragón, los cenetistas llegaron a colectivizar el 70% de las tierras, en Jaén el 80%, etc. Además, muchas fábricas fueron socializadas pasando a ser controladas por comités sindicales. Por el contrario, los socialistas y los comunistas consideraban que el desarrollo de la revolución impedía una lucha eficaz y preferían aplazar ese objetivo, pensando que el objetivo prioritario era ganar la guerra.
   Francisco Largo Caballero, que presidía desde septiembre de 1936 un nuevo gobierno integrado por todas las fuerzas del Frente Popular (socialistas, comunistas, republicanos, anarquistas y nacionalistas  vascos y catalanes), intentó posponer las experiencias revolucionarias, frenar la colectivización de los medios de producción, reforzar la disciplina militar y concentrar todos los esfuerzos en vencer la guerra.
   El Partido Comunista de España, gracias al respaldo de la Unión Soviética, fue incrementando poco a poco su influencia, situando a sus hombres en puestos claves e imponiendo sus decisiones militares, ideológicas y políticas en la zona republicana. Esta tendencia se acentuó con la llegada del socialista Juan Negrín a la presidencia del gobierno, mayo de 1937, que compartía las tesis comunistas de resistencia a ultranza, esperando que la guerra que amenazaba a Europa hiciese cambiar la actitud de las democracias occidentales hacia la República.
   Sin duda alguna, la quiebra del poder central gubernamental y la fragmentación política debilitaron al bando republicano, convirtiéndose así en una de las causas de la derrota final. La falta de unidad de mando impidió una dirección ordenada y eficiente tanto de las operaciones militares, como del esfuerzo económico necesario para la victoria.

·         Zona Nacional

      El levantamiento se produjo sin que los sublevados tuvieran claro un proyecto político definido para reemplazar las instituciones republicanas. Entre ellos existía una amalgama de tendencias políticas y sociales: monárquicos alfonsinos, carlistas, falangistas, cedistas, militares. Después de la sublevación, los militares constituyeron en Burgos una Junta de Defensa Nacional, que actuó como un poder soberano: declaró el estado de guerra, coordinó las operaciones militares, asumió las tareas de administración y las instituciones del Estado existentes en el territorio y legisló en materia de educación, familia y dio los primeros pasos para derogar las leyes republicanas. En lo económico trató de crear los instrumentos necesarios para financiar la guerra y anular las expropiaciones, devolviendo la tierra a sus antiguos propietarios. Sin embargo, los militares pronto comprendieron la necesidad de unificar el mando de las tropas, de manera que todo el poder quedara acumulado en un único jefe para garantizar así una dirección estratégica más eficaz de las operaciones bélicas. En los primeros momentos, la propaganda de los sublevados se esforzó en  presentar la rebelión como un alzamiento popular contra el marxismo, presentando al otro bando como antiespañol. En este sentido, fue importantísima la actitud de la Iglesia católica que justificó el golpe militar y calificó la guerra como una cruzada para salvar a España del ateísmo.  En septiembre del 36, la necesidad de un mando único lleva a proclamar a Franco por encima de otros generales mejor situados (Mola y Queipo de Llano) como Generalísimo de todas las fuerzas nacionales y, el 1 de octubre de 1936, Jefe del Gobierno Español con todos los poderes. Su primer acto de gobierno fue la creación de la Junta Técnica de Estado, integrada por militares y civiles, bajo su control. Sin embargo, era un Estado sin articulación política e ideológica, algo de lo que se encargaría su cuñado, Ramón Serrano Súñer.  Desmontar el sistema parlamentario democrático constitucional derogando la legislación reformista republicana, defender los intereses socioeconómicos de los sectores más conservadores y construir las bases de un nuevo Estado fueron los objetivos inmediatos. El primer paso fue integrar todas las fuerzas bajo la jefatura de Franco mediante el Decreto de Unificación (19 de abril de 1937) que fusiona la FE y de las JONS con los tradicionalistas (FET de las JONS), con Franco como caudillo único, y en él se integraron los demás partidos del bando sublevado. El objetivo básico de este partido era ayudar en la configuración del nuevo Estado, definido como Movimiento Nacional.
   El primer gobierno de Franco se formó en enero de 1938. Este gobierno marca el inicio del nuevo Estado Nacional, con el poder concentrado en su totalidad en manos de Franco, porque la Ley de la Administración Central del Estado le otorgaba los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Su labor legislativa hasta el final de la guerra se resume en:
o   Ley de Prensa, que suponía la anulación de la libertad de expresión y el establecimiento de una censura completa de cualquier tipo de publicación.
o   Fuero del Trabajo, que eliminaba cualquier sindicato ajeno al régimen y regulaba las relaciones laborales desde la tutela del Estado.
o   Aprobación de una legislación favorable a la Iglesia: retribución de los sacerdotes, devolución de bienes, control de la educación, supresión de los matrimonios civiles, del divorcio, etc.
o   Ley de Responsabilidades Políticas (febrero de 1939), que perseguía a los enemigos del régimen. Se creaban Tribunales integrados por juristas, militares y falangistas, que realizarían la durísima represión que caracterizó la posguerra.

 5)    CONSECUENCIAS DE LA GUERRA

·         Consecuencias demográficas. Es uno de los aspectos más controvertidos entre los historiadores. Las cifras son muy diversas, tanto por la dificultad que supone medir la mortandad de una guerra, como por el hecho de que se incluyan o no las muertes indirectas, causadas por el hambre, la represión de la posguerra, la alteración de la natalidad, etc. Si contamos las muertes ocasionadas por la guerra (fallecidos en combate, por enfermedad o malnutrición), por la represión posterior y los exiliados, las pérdidas demográficas superan el millón de habitantes. A ello, se añaden las consecuencias de la caída de la natalidad producida durante la guerra, así como el hecho de que la mortalidad se centró principalmente en la población joven y activa.
·         Consecuencias sociales. Una de las más importantes fue la represión. Se calcula que murieron 120.000 personas, víctimas de la represión. En la zona sublevada, ésta fue institucional y sirvió para vencer la resistencia de la población mediante el terror. En la zona republicana fue una acción revolucionaria incontrolada, aprovechando el vacío de poder y la impunidad. Es notorio el hecho de que las autoridades republicanas intentaran frenar las detenciones y los asesinatos arbitrarios de los comités revolucionarios, encauzándolo a través de Tribunales Populares. El método represivo más común fue llamado el “paseo”, práctica que los dos bandos llevaron a cabo como forma de escarmiento para aterrorizar a la población. Otra fueron las depuraciones: expulsión del empleo de aquellos funcionarios públicos que hubiesen permanecido fieles a la Republica o de aquellos que no se hubiesen mostrado ardientes defensores del nuevo régimen. Sus puestos fueron ocupados por aquellos que habían combatido en el ejército nacional. Por último, el exilio que privó al país de un grupo muy importante de profesionales altamente cualificados: médicos, profesores, abobados, científicos, etc. Los principales países de acogida fueron Francia, Méjico y Rusia.
·         Consecuencias económicas. La producción de la economía española descendió en todos los sectores de manera muy acusada. La agricultura se redujo en un 20%, y la cabaña ganadera en cantidades que oscilan entre un tercio (vacuna y lanar) y la mitad (porcina). Esta reducción sometió a la población española de la posguerra al hambre y al racionamiento de los alimentos. La producción industrial se redujo en un 30%; su recuperación fue lenta y difícil, tanto por impedirlo la II Guerra Mundial como por el aislamiento a que fue sometido el régimen al finalizar ésta. Las comunicaciones fueron gravemente dañadas; la marina mercante perdió un tercio del tonelaje; los ferrocarriles, un 40% de locomotoras y vagones; los transportes por carretera, un 70%; los daños en las infraestructuras ferroviarias y de la red de carreteras fueron muy importantes. Una consecuencia de las pérdidas en el sector productivo fue el descenso de la renta nacional un 30%; hasta el año 1959 no se recuperó el nivel de renta anterior al de la guerra. En cuanto al bienestar social, se ha de destacar la destrucción de viviendas (500.000 total o parcialmente); doscientas localidades sufrieron destrucciones superiores al 60%, etc. Los gastos de guerra se estiman en el equivalente a 6 billones de pesetas de 1995. La carencia de oro en el Banco de España, es decir, la falta de divisas dificultó, unido a otros factores como la guerra mundial, la autarquía del régimen, etc, la reconstrucción del país.
·         Consecuencias morales.  La guerra dejó marcadas a varias generaciones por el trauma del sufrimiento durante los años del conflicto, la represión posterior y la imposición de los valores de los vencedores. Durante muchos años, se prolongaron la división y el enfrentamiento entre los españoles.

Tema 19. La Segunda República Española. 1931-1939


TEMA 19: LA SEGUNDA REPÚBLICA (1931-1939).


1.      LOS PARTIDOS Y LAS FUERZAS POLÍTICAS.

   Hubo un gran número de fuerzas políticas, de diversas tendencias, durante la II República.
a)      Grupos fascistas.

·         JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista). Surgida en 1931, dirigida por Onésimo Redondo y Ramiro Ledesma.

·         FALANGE. Fundada en 1933 por José Antonio Primo de Rivera, hijo de Miguel Primo de Rivera.
En 1934, ambas organizaciones se unieron, aunque continuaron siendo grupos minoritarios.
b)      Fuerzas políticas de derechas.

·         CARLISTAS. Monárquicos tradicionalistas, foralistas e integristas religiosos. Se negaban a aceptar el régimen republicano y, dirigidos por Fal Conde, organizaron grupos armados (Requetés) para derribar la República.

·         RENOVACIÓN ESPAÑOLA. Grupo creado en 1933 por Antonio Goicoechea y José Calvo Sotelo, reunía a los monárquicos alfonsinos. Defendía valores tradicionales: monarquía, rechazo de la democracia y del sufragio universal, defensa del autoritarismo, tradicionalismo católico, etc. Partidarios de acabar con la República recurriendo a un golpe de fuerza. Los dirigentes pertenecían a la aristocracia y a medios financieros, bancarios, industriales y latifundistas.

·         PARTIDO AGRARIO. Dirigido por Martínez de Velasco. Representaba los intereses de los grandes terratenientes. Opuestos a la República y a la reforma agraria.

·         DERECHA LIBERAL REPUBLICANA. Defendía la propiedad, el orden y el catolicismo. Dirigida por Niceto Alcalá Zamora y Miguel Maura.

·         ACCIÓN POPULAR. Dirigido por José María Gil Robles que, en muchas ocasiones, se acercaba a posiciones antidemocráticas. Fue el primer intento serio de crear un partido de derechas de ámbito nacional. Posteriormente, Gil Robles logró agrupar a un sector de la derecha española bajo las siglas de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas). Es un partido que se caracterizó por la defensa de la Iglesia Católica, del Ejército y de la propiedad individual, el conservadurismo social y el rechazo a las reivindicaciones nacionalistas. Fue un partido numéricamente importante, contando con 700.000 afiliados.
c)   Centro político.

·         PARTIDO REPUBLICANO RADICAL. Dirigido por Alejando Lerroux, que llegó a ser jefe de gobierno en varias ocasiones.  Fue un partido bisagra, ya que gobernó tanto con la izquierda como con la derecha.
d)      Grupos de izquierdas.

·         ACCIÓN REPUBLICANA. Liderado por Manuel Azaña, gran intelectual y excelente orador. Fue ministro de Guerra (gobierno provisional), jefe de gobierno entre 1931 y 1933, y presidente de la República desde 1936. El partido representaba a las clases medias de las grandes ciudades e intentaba impulsar un ambicioso programa de   reformas (educación, autonomías regionales, agricultura, etc.). En 1934. al fusionarse con el Partido Radical Socialista (Marcelino Domingo) y con ORGA (Casares Quiroga), se convirtió en IZQUIERDA REPUBLICANA.
e)      Partidos obreros.

·         PARTIDO SOCIALISTA OBRERO ESPAÑOL. Era el principal partido de la izquierda obrera. Obtuvo 116 diputados en las elecciones de 1931, 58 en 1933 y 99 en 1936. Los principales líderes eran Largo Caballero, Prieto y Besteiro.

·         PARTIDO COMUNISTA DE ESPAÑA. Era un partido minoritario, prosoviético y revolucionario. Sus principales dirigentes eran José Díaz y Dolores Ibarruri (La Pasionaria). Durante la guerra civil, su organización eficaz le convirtió en el principal partido obrero.

·         PARTIDO OBRERO DE UNIFICACIÓN MARXISTA (POUM). Surgió en 1935 al fusionarse dos organizaciones de inspiración trotskista. Dirigido por Andrés Nin, sólo tuvo importancia en Cataluña.
f)       Sindicatos obreros.

·         UNIÓN GENERAL DE TRABAJADORES.  El sindicato socialista aumentó considerablemente el número de afiliados (aproximadamente un millón) durante este período.

·         CNT. Superó el millón de afiliados al iniciarse la II República. Indiferente  a la legalidad republicana. En 1936 se unió al  Frente Popular y algunos de sus dirigentes participaron en el gobierno republicano durante la Guerra Civil.
g)      Partidos nacionalistas y regionalistas.

·         PARTIDO NACIONALISTA VASCO. Conservador y católico, pero se unió a la izquierda para lograr la autonomía del País Vasco. José Antonio Aguirre, uno de los más destacados líderes, se convirtió en 1936 en el primer lehendakari del gobierno vasco.

·         LLIGA REGIONALISTA. Partido conservador. Había perdido la importancia que tuvo en las primeras décadas del siglo XX. Seguía contando con el apoyo de los empresarios catalanes.

·         ORGANIZACIÓN REPUBLICANA GALLEGA AUTÓNOMA (ORGA). Partido galleguista republicano. Su líder fue Santiago Casares Quiroga.

·         ESQUERRA REPUBLICANA DE CATALUÑA. Partido catalanista de izquierdas. Defendía un programa amplio de reformas sociales y económicas para Cataluña. Sus posiciones estaban próximas al independentismo de Cataluña. Liderado por Francesc Macià y Lluís Companys.


2.      EVOLUCIÓN DE LA SEGUNDA REPÚBLICA.

   Se distinguen cuatro etapas fundamentales.

·   PERÍODO CONSTITUYENTE (GOBIERNO PROVISIONAL).
      
Abril-diciembre de 1931. Se establecen los principios fundamentales de la II República. Tras su proclamación, se formó un gobierno provisional, presidido por Niceto Alcalá Zamora. Su misión principal fue convocar elecciones a Cortes Constituyentes para la elaboración de una Constitución. El gobierno estaba formado por republicanos de todas las tendencias y algunos socialistas. Por lo tanto, se apoyaba en las clases medias urbanas, la pequeña burguesía, los intelectuales y la clase obrera organizada (PSOE y UGT). Por el contrario, las fuerzas de la oposición eran la derecha, la oligarquía desplazada del poder, la izquierda radical y el proletariado revolucionario (como la CNT). Las principales medidas de este gobierno fueron las reformas militares, educativas y sociales.

·         Reforma militar. Fue impulsada por Manuel Azaña, ministro de la Guerra. Pretendía crear un ejército más reducido y moderno, así como eliminar a los sectores más conservadores y hacer de él una institución más adaptada a la República.
·         Reformas sociales. Llevadas a cabo por Largo Caballero, ministro de Trabajo. Pretendían elevar el nivel de vida de los trabajadores, mejorar las condiciones laborales y de seguridad social, aumentar su participación política. También se pretendía limitar el poder y la influencia de los patronos, especialmente en los medios rurales.
·         Reformas educativas. Impulsadas por Marcelino Domingo, ministro de Instrucción Pública. Pretendía extender la enseñanza entre los sectores más desfavorecidos, mejorar las condiciones de vida de los maestros y establecer un modelo educativo laico.

   Los principales problemas del período fueron los siguientes:

o   Económicos, como la fuga de capitales y la depreciación de la peseta.
o   Sociales.  Se producen huelgas en Asturias, Madrid, Sevilla, Barcelona, etc. Además, los patronos y los propietarios mantuvieron una actitud hostil hacia el nuevo régimen republicano.
o   Religioso. Fue el más grave. Desde el principio, los sectores más reaccionarios de la Iglesia se habían enfrentado al gobierno republicano por su política laicista en materia de enseñanza y de abandono de la financiación de la Iglesia. Los días 11 y 12 de mayo se produjeron los sucesos que han pasado a la historia como la quema de conventos. Se quemaron un total de cien edificios religiosos en Madrid, Sevilla, Córdoba, Cádiz, etc. La quema de conventos enfrentó abiertamente al régimen con los sectores más conservadores, que hicieron de la defensa de la religión un instrumento de la propaganda antirrepublicana.

Constitución de 1931. El 28 de junio de 1931 se celebraron elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal masculino. Pudieron presentarse mujeres como candidatas y resultaron elegidas dos diputadas por vez primera en la historia electoral española. Triunfaron los republicanos de izquierda y los socialistas.  Estas Cortes elaboraron la Constitución de 1931, que fue aprobada el 9 de diciembre de 1931. Consta de 9 títulos y 125 artículos. Las características más importantes de esta Constitución son las siguientes:

§  Respecto al sistema político, busca la creación de un sistema auténticamente democrático. Así, se define a España como “República democrática de trabajadores de toda clase, organizados en un régimen de libertad y justicia”. La Constitución consagra un Estado democrático y de derecho.
§  Establece la división de poderes, concretando los controles que cada poder debe ejercer sobre los demás. El poder legislativo reside en el pueblo, que lo ejerce a través de las Cortes unicamerales (Congreso de los Diputados), cuyos miembros son elegidos por cuatro años mediante el sufragio universal. El poder ejecutivo recaía en el presidente de la República, que era elegido por los diputados y ocupaba la Jefatura del Estado. Su mandato, sin posibilidad de reelección, duraba seis años. El Presidente de la República nombra al jefe de gobierno y, a propuesta de éste, los ministros, que deben ser ratificados por las Cortes, ante quienes responden individualmente. El poder judicial era ejercido por jueces independientes. En el ámbito jurídico se establecen numerosas novedades: jurado, justicia gratuita para los pobres, etc.
§  Amplia declaración de derechos y libertades. El reconocimiento sin limitaciones de los derechos individuales se completo, por primera vez en la historia constitucional española, con una serie derechos sociales: reunión, asociación,  trabajo,  salud,  protección social, etc. La Constitución establece la limitación del derecho de propiedad privada, porque se podían realizar expropiaciones para nacionalizar y socializar las propiedades por motivos de interés general. Una novedad importante es el reconocimiento del derecho al voto de la mujer. Por último, se crea un Tribunal de Garantías Constitucionales, una de sus funciones era garantizar el cumplimiento de estos derechos.
§  Tema autonómico. La Constitución incluía una fórmula para posibilitar las autonomías regionales con carácter particular y no general. De esta forma, una o varias provincias limítrofes con características históricas y culturales comunes podía solicitar un Estatuto de autonomía. Se indicaban tres pasos para el establecimiento de una autonomía regional:
·         Iniciativa municipal, ya que era preciso que la mayoría de los ayuntamientos de la región propusieran la petición de autonomía.
·         Plebiscito, pues al menos dos tercios de los electores de la región debían votar a favor de la solicitud de autonomía.
·         Aprobación definitiva por las Cortes.

   Cataluña consiguió en 1932 su Estatuto de Autonomía (Cataluña tuvo un gobierno propio, la Generalitat, con un presidente, un Parlamento y un Consejo Ejecutivo; la Generalitat tenía atribuciones legislativas y ejecutivas en economía, educación, transportes, comunicaciones, etc; y el gobierno de la República se ocuparía de las relaciones exteriores, el orden público y el ejército), y durante Guerra Civil se aprobaron los Estatutos del País Vasco (1936) y Galicia (1938).
§  Tema religioso. Se estableció la aconfesionalidad del Estado (libertad de cultos), suprimiéndose toda ayuda económica a la Iglesia Católica y prohibiéndose a las órdenes religiosas ejercer la enseñanza. Se decretó la disolución de la Compañía de Jesús y el control sobre el resto de las órdenes religiosas. La Constitución  sólo autorizó el culto privado, por lo que cualquier ceremonia religiosa pública debía ser autorizada por la autoridad gubernativa. Por último, se permitieron el matrimonio civil y el divorcio. Así, se separaron las relaciones Iglesia-Estado, lo que provocó el rechazo de todas las fuerzas conservadoras del país.
§    Problema social. La Constitución preveía una vía reformista para disminuir las graves desigualdades existentes en la sociedad española. Se suprimía todo privilegio de clase social y de riqueza. Aunque se mantenía la propiedad privada, se establece la posibilidad de socializar la propiedad (expropiación) y de los principales servicios públicos (ferrocarriles, bancos, minas, etc). Se declara la importancia del trabajo, y se indica el desarrollo posterior de una legislación social avanzada.
  
   En conjunto, la Constitución era muy progresista y permitía el desarrollo de un sistema político abierto a izquierdas y derechas. Fue atacada por la Iglesia y por los partidos de la derecha, especialmente por el tema religioso.
   Tras la aprobación de la Constitución, el 10 de diciembre fue elegido Niceto Alcalá Zamora como primer presidente de la República.

·   EL BIENIO PROGRESISTA. Diciembre 1931-diciembre 1933.

   El Bienio Progresista se caracteriza por el intento del gobierno de izquierdas de profundizar en las reformas iniciadas durante el gobierno provisional. El proceso se vive en un clima permanente de tensión política, propiciada desde la izquierda a través de huelgas y levantamientos obreros y campesinos, y desde la derecha mediante el boicot, la resistencia ante las reformas y la provocación al gobierno. El 15 de diciembre se formó el primer gobierno constitucional, con Azaña como jefe de gobierno, y ministros socialistas y republicanos de izquierda. Este gobierno realizó un importante esfuerzo reformista para solucionar los siguientes problemas:

·   Reforma militar. La reforma fue impulsada por Azaña (Ley Azaña) con un doble objetivo. En primer lugar, someter el ejército al poder civil gubernamental, porque predominaban los elementos monárquicos que estaban acostumbrados a intervenir en la vida política; por ello, se exigió a los mandos militares prestar juramento de fidelidad a la República, o el retiro con el sueldo íntegro. En segundo lugar, reducir el alto número de oficiales de 21.000 a 8.000 para ajustarlo a las necesidades reales y a la capacidad presupuestaria del país.
·   Reforma educativa. Ésta era considerada la cuestión clave para conseguir la modernización de España. Había un gran índice de analfabetismo (superior al 30%), la mitad de la población infantil estaba sin escolarizar, faltaban escuelas, maestros, material y presupuesto. En la Constitución se había declarado la escuela primaria obligatoria, gratuita y mixta, esto último para escándalo de la derecha y de la Iglesia. El gobierno republicano-socialista aumentó un 50% el dinero destinado a gastos educativos, construyó 13.500 escuelas para luchar contra el analfabetismo, mejoró la enseñanza secundaria y potenció la investigación en los niveles universitarios. 
·   Reforma religiosa. La actuación del gobierno republicano-socialista se orientó a eliminar el poder y la influencia sociales de la Iglesia. Se partía de la separación Iglesia-Estado, y se fueron promulgadas una serie de leyes en este sentido: el reconocimiento constitucional del divorcio y del matrimonio civil;  la secularización de los cementerios; la prohibición de la enseñanza a las órdenes religiosas; la disolución de los Jesuitas y la confiscación de sus bienes;  la supresión de la ayuda estatal a la Iglesia, etc. Esta política se tradujo en un enfrentamiento constante entre la Iglesia y el Estado. La cuestión religiosa se convirtió en uno de los principales problemas del período. Una muestra de la conflictiva relación entre Iglesia y República fue la expulsión del país en junio de 1931 del cardenal primado Pedro Segura, por sus constantes manifestaciones antirrepublicanas.
·   Reforma agraria. Los problemas principales de la agricultura seguían siendo el latifundismo y el elevado número de jornaleros sin tierra. Los tres objetivos de la reforma agraria fueron:
o   Objetivo social. Entregar tierras a los campesinos para obtener su apoyo y consolidar el régimen republicano, y, al mismo tiempo, evitar conflictos y revueltas sociales en las zonas rurales.
o   Objetivo político. Eliminar el poder económico de los grandes terratenientes, en la mayoría de los casos contrarios a la República.
o   Objetivo económico. Incrementar la producción total del sector agrario y elevar el nivel de renta del campesinado, que aumentaría sus niveles de consumo estimulando así el desarrollo de las actividades industriales y comerciales.
   En 1932 se aprobó la Ley de Reforma Agraria tras largos debates y discusiones  a causa del obstruccionismo realizado por los partidos de derechas, opuestos a esta reforma en representación de los intereses de los terratenientes. La ley establecía la expropiación sin indemnización de las tierras pertenecientes a la extinguida Grandeza de España (nobleza). Todos los latifundios, terrenos sistemáticamente arrendados y tierras incultas o abandonadas se declararon expropiables a cambio de una indemnización del Estado. Las tierras expropiadas, cuyo nuevo propietario pasaba a ser el Estado, se destinaba al asentamiento de campesinos, que explotarían las fincas de forma colectiva o cultivarían parcelas individuales, según ellos mismos decidieran. Para llevar a cabo la redistribución de las tierras se creó el Instituto de Reforma Agraria. Sin embargo, la aplicación de la ley y el ritmo de puesta en marcha de la reforma agraria fueron excesivamente lentos, se expropiaron pocos terrenos y sólo habían sido asentados unos 8.000 campesinos en 1934. En consecuencia, los jornaleros quedaron decepcionados con la República y se inclinaron hacia soluciones revolucionarias propuestas por los anarquistas.
·         Reforma social.  Largo Caballero, ministro de Trabajo, impulsó la aprobación de una legislación laboral de gran amplitud: Ley de Contratos de Trabajo, leyes de jornadas máximas, salarios mínimos, jurados mixtos, regulación del derecho a la huelga, etc. Esta legislación contó con la oposición de la patronal. Por su parte, la CNT, suponiendo que con un gobierno de izquierdas la situación de los obreros mejoraría enormemente, vio cómo las protestas para acelerar esa mejoría eran expeditivamente reprimidas. Por ello, los anarquistas optaron por una línea dura y recurrieron a las huelgas revolucionarias. Una de ellas fue la de Casas Viejas (Cádiz) en enero de 1933, donde la Guardia Civil realizó una auténtica masacre frente a un grupo de anarquistas que se habían hecho fuertes en una casa del pueblo.

   En 1933 la inestabilidad era evidente, a pesar de los éxitos del gobierno. Esta inestabilidad se manifestó en la reorganización de la derecha en ese año (en febrero se fundó la CEDA, en marzo Renovación Española y en octubre Falange Española); las conspiraciones militares monárquicas para acabar con la República (golpe de Estado dirigido por Sanjurjo en 1932); la radicalización de la izquierda (en el PSOE triunfan las tesis de Largo Caballero y Prieto de abandonar el gobierno y radicalizar la lucha acercándose a la CNT y al PCE); el triunfo de la derecha en las elecciones municipales parciales de abril de 1933; y la victoria de los candidatos de la derecha en la elección de los miembros del Tribunal de Garantías Constitucionales (septiembre 1933). Esta situación provocó la dimisión del gobierno presidido por Azaña, la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones.

·         El BIENIO DERECHISTA O BIENIO NEGRO. Diciembre 1933-febrero 1936.
 
   En las elecciones celebradas en noviembre de 1933, el triunfo electoral a las candidaturas de derechas (la lista que obtuvo un mayor número de diputados fue la CEDA con 115). El triunfo de la derecha se debió a diversos factores: la elevada abstención de los obreros por la petición expresa de la CNT;  la dispersión de las candidaturas de izquierdas (el PSOE se presentaron separados de los republicanos);  la elevada participación de los católicos; el voto conservador de la mujer, etc.
   Tras su victoria electoral, la derechista CEDA y el centrista Partido Republicano Radical iniciaron una etapa de colaboración parlamentaria y gubernamental, cuyo propósito era anular las reformas aprobadas en la etapa anterior:

·         Aprobación de una Ley de Amnistía que favoreció a los militares y monárquicos encarcelados por participar en el fallido golpe de Estado antirrepublicano de agosto de 1932, encabezado por el general Sanjurjo.
·         Puesta en marcha de una auténtica contrarreforma agraria que significó el bloqueo del proceso iniciado por el gobierno anterior. El gobierno derechista paralizó la reforma incrementando exageradamente la cuantía de las indemnizaciones que debían ser percibidas por los antiguos propietarios, recortando drásticamente el presupuesto estatal dedicado al asentamiento de campesinos sin tierra y devolviendo a los Grandes de España las propiedades confiscadas por el gobierno republicano-socialista.
·         En contra del contenido de la Constitución, se restablece y aumenta la subvención al clero.
·         Se ralentizó el programa de construcción de escuelas públicas.
·         Revisión de la Constitución para restringir las autonomías regionales. En 1934 se suspendió el Estatuto de Autonomía de Cataluña.
   La aplicación de este programa político supuso un giro con respecto a la política del período anterior. Este giro condujo a la radicalización de varios sectores de la sociedad:

§  Del movimiento obrero y del socialismo. Desilusionados con esta república de derechas, los socialistas realizaron una oposición cada vez más directa, pensando que había llegado el momento de que el proletariado tomara el poder para poner en marcha la revolución socialista. Con esta intención constituyeron la Alianza Obrera, que agrupaba a socialistas, anarquistas y comunistas. Todo ello en un contexto en el que había aumentado considerablemente el paro.
§  Los militares se dividieron en dos bandos. Los de derechas crearon la UME (Unión Militar Española), que contactan con falangistas y monárquicos. Los de izquierdas fundaron la UMRA (Unión Militar Antifascista Republicana).
§  También se produjo una radicalización de los partidos, tanto de izquierdas (PSOE) como de derechas (Falange y las JONS se unieron y empezaron a actuar violentamente; la CEDA se orientó hacia posiciones fascistas).
§  Fuerte tensión entre el gobierno central y el gobierno catalán provocada por una sentencia del Tribunal de Garantías Constitucionales que beneficiaba a los terratenientes catalanes frente a los campesinos. Esta sentencia fue considerada un intento de limitar la autonomía catalana.
   En este contexto se produjo la Revolución de Octubre de 1934, el momento más crítico de la II República, salvo el estallido de la Guerra Civil. Las fuerzas proletarias valoraron la victoria electoral de las derechas en 1933 como el fin de la República democrática. Además, observaban con temor el avance del fascismo en Europa (desde 1922 Mussolini gobernaba en Italia, en 1933 Hitler alcanzaba el poder en Alemania), por lo que iniciaron la insurrección al anunciarse la entrada de varios ministros de la CEDA en el gobierno formado el 4 de octubre. La CEDA no ocultaba su admiración por el nazismo alemán; utilizaba una simbología similar en sus manifestaciones públicas y se declaraba abiertamente antidemócrata.
   El 5 de octubre se inicia una huelga general en todo el país con el objetivo de que triunfara la revolución socialista proletaria. Esta huelga fue convocada por el PSOE, la UGT y las Juventudes Socialistas. La huelga fracasó en el País Vasco y en Madrid. En Cataluña, el apoyo de Companys, presidente de la Generalitat, hizo triunfar por un tiempo la revolución. Companys proclamó el Estat Català, lo que suponía ponerse al margen de la Constitución. La respuesta del gobierno fue la suspensión del Estatuto de Autonomía. Pero la revolución fracasa porque la CNT no se sumó a la misma, y el gobierno de la Generalitat se negó a proporcionar armas a los insurrectos.
   En Asturias, la revolución tuvo una mayor importancia. La Revolución de Asturias es la primera revolución socialista proletaria en España. Los socialistas, los ugetistas y los cenetistas formaron la Alianza Obrera o UHP (Unión de Hermanos Proletarios). Los obreros asturianos tomaron las armas y lograron el control de toda la provincia, destituyeron a las autoridades y conquistaron Oviedo tras duros combates contra el ejército y las fuerzas de orden público. Organizaron los suministros, mantuvieron la producción siderúrgica, establecieron servicios sanitarios, etc.
   Para combatir la revolución asturiana, el gobierno entregó plenos poderes militares al general Franco, que hizo traer tropas de la Legión y de los regulares y colocó al frente de las operaciones al general López Ochoa. El 10 de octubre desembarcaron en Gijón y el 19 la revolución estaba sofocada. Los métodos empleados fueron durísimos y poco éticos como, por ejemplo, colocar a los prisioneros en vanguardia, etc.
   Esta revolución provocó 1.335 muertos y 2.951 heridos. Además, fueron detenidas 30.000 personas, entre ellas importantes dirigentes políticos como Azaña, Companys, Largo Caballero, etc.
   El período posterior estuvo marcado por los sucesos de octubre. La vida política se polarizó entre los partidarios de llevar las represalias por la revolución hasta sus últimas consecuencias, y los partidarios de una amnistía. Este enfrentamiento afectó al gobierno, y la CEDA lo abandonó en marzo de 1935, aunque regresó un mes más tarde. La crisis del gobierno fue constante porque los radicales sólo podían gobernar con el apoyo de la CEDA, pero rechazaban su política extremista, cada vez más próxima a planteamientos autoritarios y fascistas. La propaganda cedista, especialmente la de sus juventudes (JAP), era radical y violenta. Los cambios de ministros fueron frecuentes a lo largo de 1935, y el presidente de la República, Alcalá Zamora, era cada vez más crítico con el gobierno por su alejamiento de la Constitución. Los nombramientos hechos por Gil Robles (ministro de la Guerra), colocando a Franco como Jefe de Estado Mayor y a Fanjul, Goded y Mola, todos ellos partidarios de un golpe militar, en los principales puestos militares, provocaron sospechas entre la izquierda y en el propio Alcalá Zamora.
   La crisis definitiva se produjo cuando estalló el escándalo del estraperlo. Fue un escándalo financiero en el que se vieron implicados varios ministros del Partido Republicano Radical de Lerroux. El escándalo se produjo porque Strauss, fabricante holandés, y su socio Perl habían obtenido la autorización, mediante sobornos, para la introducción en los casinos españoles un juego de ruleta eléctrica.
   El 7 de enero de 1936, Alcalá Zamora decretó la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones para febrero de 1936.

·         EL FRENTE POPULAR. Febrero de 1936-julio de 1936.

   El 15 de enero se firmó el Pacto del Frente Popular (la Internacional Comunista propugnaba la formación de frentes populares para contener el avance del fascismo en Europa), formado por Izquierda Republicana, Unión Republicana, PSOE, PCE, POUM, Juventudes Socialistas, Partido Sindicalista y UGT. La CNT no participó, pero, a diferencia de otras ocasiones, no pidió la abstención a sus afiliados, por lo que apoyó indirectamente al Frente Popular. El programa del Frente Popular consistía en una vuelta a la legislación aprobada durante el bienio progresista, incluyendo la amnistía de los participantes en los sucesos de 1934.
   La otra gran coalición se formó entre el Bloque Nacional (dirigido por Calvo Sotelo y Goicoechea, de orientación monárquica y nacido en 1934) y la CEDA. Sin embargo, su programa no era sólido, ya que fundamentó la coalición en el rechazo del marxismo y del peligro que supondría para el país la victoria del Frente Popular.
   Las elecciones del 16 de febrero de 1936 dieron el triunfo al Frente Popular. A los pocos días, Azaña fue nombrado jefe de un gobierno compuesto por exclusivamente por republicanos. Sus decisiones más importantes fueron:

o   Amnistía y excarcelación de los presos detenidos tras los sucesos revolucionarios de octubre de 1934.
o   Restitución del Estatuto de Autonomía de Cataluña y el inicio de la tramitación para la aprobación de los estatutos vasco y gallego.
o   Aceleración en la aplicación de la Ley de Reforma Agraria.
o   Declaración de ilegalidad de la Falange y encarcelamiento de sus jefes por su relación con diversos atentados.
o   Cese de Franco como Jefe del Estado Mayor, siendo destinado a Canarias.

   Un hecho importante de esta etapa fue la destitución de Alcalá Zamora como presidente de la República. Para ello, se recurrió al artificio jurídico de declarar que la disolución de las anteriores Cortes ordenada por él no había sido necesaria, lo que comportaba su destitución inmediata. El 3 de mayo fue elegido el nuevo presidente de la República, Manuel Azaña. Su elección fue un error porque perdió la capacidad de acción, ya que las funciones ejecutivas, según la Constitución, correspondían a la jefatura de gobierno.
   El nuevo gobierno presidido por Casares Quiroga tuvo que enfrentarse a graves problemas:
o   La enorme cifra de desempleados (aproximadamente un millón).
o   El aumento de la conflictividad social, tanto en el campo como en las ciudades.
o   Los atentados y la creciente violencia política. El 12 de julio unos pistoleros, posiblemente falangistas, asesinaron al teniente Castillo. El 13 de julio fue asesinado el dirigente derechista Calvo Sotelo,  por un grupo de agentes del orden que intentaba vengar la muerte de su compañero.
o   La firme decisión tomada por poderosos grupos socioeconómicos e importantes jefes militares de destruir la República mediante un golpe militar para impedir el desarrollo de reformas que amenazaban sus intereses. En este sentido, la acción gubernamental fue nefasta porque, en lugar de destituir a los posibles militares golpistas, fueron enviados a puntos clave: Franco a Canarias (cerca del ejército de África), Goded a Baleares, Mola a Navarra; Queipo del Llano a la Dirección del Cuerpo de Carabineros, etc. El golpe de Estado contra la República se produjo el 17 de julio en el Marruecos español, extendiéndose al resto del territorio el 18 de julio.