martes, 31 de julio de 2012

Tema 21. La España de Franco.


TEMA 21: LA ESPAÑA DE FRANCO.

 

A)   LA DICTADURA DE FRANCO HASTA LA DECADA DE LOS AÑOS SESENTA


1)   FUNDAMENTOS IDEOLÓGICOS Y SOCIALES DEL RÉGIMEN FRANQUISTA. LAS FAMILIAS POLÍTICAS DEL RÉGIMEN.
   El régimen se caracterizó por la concentración de todos los poderes en la persona de Franco, una tendencia iniciada durante la Guerra Civil y reafirmada en los primeros años 40. Todas las instituciones políticas estaban subordinadas al dictador. La fidelidad personal hacia él era determinante para hacer carrera política. Su figura se fue rodeando de una serie de símbolos y lemas encaminados a resaltar su liderazgo: Francisco Franco, Caudillo de España por la gracia de Dios”, afirmación de que Franco “sólo responde ante Dios y ante la Historia”, etc.
·       Antiliberalismo. Se rechaza el parlamentarismo, la división de poderes y la representación política a través de partidos. Cuando al final de la Segunda Guerra Mundial se pretenda disimular de cara al exterior el carácter dictatorial del régimen, se recurrirá a formas de representación de tipo corporativo: elección de procuradores a Cortes a través del sindicato, la familia y el municipio (será la denominada democracia orgánica).
·       Anticomunismo. Era una de las causas, según el propio régimen, que justificaba la existencia del régimen (se había hecho la guerra para evitar el triunfo de la revolución comunista). El anticomunismo era entendido en términos amplios, en la terminología de la época se denominaban rojos a socialistas, comunistas, anarquistas, republicanos, demócratas, etc.  El anticomunismo será utilizado para identificarse con las potencias occidentales, especialmente cuando se inicie la Guerra Fría (para evitar el aislamiento).
·       Visión jerárquico-autoritaria de la política y de la sociedad, de claro origen fascista. La figura de Franco se reverenciaba como un caudillo enviado por Dios para salvar a la Patria: así, junto a la bandera y el crucifijo su efigie era habitual en los edificios públicos. Esta visión del líder se extiende a toda sociedad: la autoridad del padre de familia, del maestro de escuela, del patrón, etc.
·       Catolicismo. La identificación entre el régimen y el catolicismo ha dado lugar al término nacional-catolicismo. Desde el inicio de la guerra civil, la Iglesia se identificó con la sublevación, bautizando la causa nacional como cruzada. El franquismo impuso la doctrina católica y facilitó su dominio cultural y social. Así, la Iglesia ejercía una influencia absoluta en la educación.
·       El militarismo. Los valores castrenses fueron difundidos por el franquismo: el honor, el valor, la obediencia ciega, la entrega de la vida por la Patria... Así, el militarismo se refleja en la vida en los años 40: la educación física en la escuela, la aparición de organizaciones juveniles (OJE, Sección Femenina, etc.). Además, los excombatientes y los mutilados de guerra tenían preferencia para ingresar en la Administración Pública.
·       Nacionalismo españolista. Se identificó como antiespañol la autonomía de las regiones. Se trató de borrar los sentimientos nacionalistas (catalán y vasco, sobre todo), con la prohibición de enseñas, himnos, lenguas y defendiendo a ultranza lo español.
·       Tradicionalismo. Recurso al pasado como legitimación del presente, especialmente a las etapas históricas pretendidamente gloriosas (Reconquista, Reyes Católicos y época Imperial, de las que toman los símbolos y nombres); a la vez que rechazan las épocas de decadencia de España (como los siglos XVII, XVIII y XIX), y las principales ideas de éstos (racionalismo, liberalismo y marxismo).
·       Carencia de libertades. Desde la sublevación y hasta 1945, los españoles no conocieron ningún derecho. Se promulga entonces el Fuero de los Españoles: una ley que, de cara al exterior, pretendía maquillar la imagen autoritaria del régimen. Es una ley que, en realidad, establece muchas restricciones y pocos derechos.
·       Régimen de partido único. Los partidos y asociaciones del Frente Popular fueron declarados ilegales, y el Decreto de Unificación de 1937 obligó a todas las formaciones políticas a integrarse en FET de las JONS: única organización política permitida, cuya jefatura era de Franco. De este modo, evitó que otros pudieran cuestionar su autoridad, y dispuso de un aparato político necesario para hacer incuestionable su liderazgo. De esta organización dependían el Frente de Juventudes, la Organización Sindical, el SEU (Sindicato Español Universitario) o la Sección Femenina. La pertenencia al partido no llevaba implícita la coincidencia de criterios, y hubo en su seno tendencias llamadas familias políticas.
·       Concentración de poderes en Franco. Una vez que se convierte en Generalísimo y Jefe de Gobierno del Estado Español, asume todos los poderes y, aunque la intención de los militares no era otorgarle estas funciones a perpetuidad, Franco consiguió perpetuarse en el poder. A él correspondía el poder ejecutivo y legislativo (promulgaba leyes y decretos, incluso sin consulta previa al Consejo de Ministros). No tenía limitaciones, pues el Consejo Nacional sólo era un órgano consultivo, compuesto por miembros elegidos por el dictador.
·       Respecto a los apoyos sociales:
o    La oligarquía terrateniente y financiera recupera su hegemonía social y económica. Se beneficiaron de la legislación social y de la política económica del franquismo. Por eso lo acepta también la burguesía nacionalista catalana.
o    Las clases medias rurales, especialmente en el Norte y en ambas Castillas, también apoyaron la dictadura porque se restaura el orden, de acuerdo con su mentalidad católica y tradicionalista.
o    Las clases medias urbanas: fueron  reprimidas, porque en gran número habían apoyado a la República.
o    Los jornaleros y el proletariado industrial no apoyaron al franquismo, siendo duramente reprimidos y explotados por caciques y patronos.
    Las familias del régimen son los grupos en los que Franco se apoyó para gobernar. Estos grupos son los siguientes:
Ø  Los falangistas. La Falange se convirtió en una cantera de dirigentes y de cuadros para la dictadura, completamente sometida a la jefatura del Caudillo. La disciplina y la lealtad a Franco eran los elementos esenciales para ascender en el poder político. Hasta la finalización de la II Guerra Mundial, los falangistas ocuparon un tercio de los altos cargos de la Administración.
Ø  El ejército. Una buena parte de los militares que ocuparon puestos de responsabilidad habían sido colaboradores directos de Franco durante la guerra (Jordana, Muñoz Grandes, Moscardó, etc). Otros se apartaron de la vida pública o lo fueron por el propio Franco por su actitud crítica o por su prestigio (Queipo del Llano). Franco siempre procuró que el ejército estuviera subordinado a su persona. Los militares ocuparon las carteras ministeriales relacionadas con la defensa.
Ø  Los católicos. Algunas organizaciones religiosas (como el Opus Dei) proporcionaron cuadros y dirigentes, en su mayoría jóvenes, y con un nivel de formación muy alto. Habitualmente, el Ministerio de Educación estuvo dirigido por un católico.
Ø  Los monárquicos (carlistas, borbónicos) ocuparon puestos de responsabilidad, y en algunos sectores como la diplomacia, tenían una gran importancia.



2)  LA EVOLUCIÓN POLÍTICA DURANTE LOS AÑOS CUARENTA Y CINCUENTA.
1.       1939-1945: los años de la Segunda Guerra Mundial
·         La política exterior será fundamental durante estos años. La actitud de la España franquista ante la II Guerra Mundial fue cambiante.
   En un primer momento, se aproxima al Eje, por su afinidad ideológica y por la ayuda prestada durante la Guerra Civil, por lo que se adhiere al Pacto Antikomintern. Aunque, cuando comience la II Guerra Mundial, se declara neutral. Después, tras las primeras victorias alemanas y la entrada de Italia en la guerra, se pasa de la neutralidad a la no beligerancia, es decir, España pasaba a ser combatiente de forma indirecta mediante ayudas materiales o facilidades estratégicas. Franco se entrevista con Hitler en Hendaya (octubre de 1940), con el fin de negociar la posible participación. Ésta no se produjo porque Alemania se negó a aceptar las peticiones españolas de ampliar sus territorios coloniales en África. Además, cobró importancia la guerra en el este de Europa (ataque a la Unión Soviética en junio de 1940). El ataque a la Unión Soviética vino a refrendar el anticomunismo del régimen franquista, por ese motivo se organizó la División Azul (agosto de 1941), integrada por falangistas y dirigida por el general Muñoz Grandes. Este hecho sirvió a Franco más tarde para justificar antes los aliados su doble comportamiento: neutralidad ante los aliados y apoyo a las potencias del Eje con el fin de luchar contra el comunismo. Por último, hay una vuelta a la neutralidad, como consecuencia del desarrollo de la guerra (entrada de los Estados Unidos en el conflicto, deposición de Mussolini, etc).

  • Política interior:
   Es la etapa azul, o fascista, del régimen, con predominio de falangistas en el gobierno y de la colaboración con las potencias del Eje. La figura clave es Ramón Serrano Súñer, artífice de la institucionalización del franquismo desde su llegada al poder en 1938. Éste adoptó una política germanófila y, desde una posición de privilegio (ministro de Gobernación y de Asuntos Exteriores), intentó convertir la Falange en un partido totalitario: en él se incluirían organizaciones de masas como el Frente de Juventudes, la Sección Femenina, la organización sindical, etc. Sin embargo, no lo consigue y la Falange se convirtió en un instrumento al servicio del Estado (en los regímenes fascistas el partido predomina sobre el Estado). Además, siempre contó con la competencia de la Iglesia y el ejército.
   Pero, en 1942, es destituido Serrano Súñer por el anglófilo Jordana, lo que supuso un cambio de la orientación política del régimen.
   Asimismo, se promulgaba la Ley Constitutiva de las Cortes (julio 1942),  que establecía una cámara elegida por sufragio indirecto por las corporaciones (Falange, Colegios Profesionales, Sindicato) y por el propio Franco, y cuya función básica era la de deliberar sobre los borradores de las leyes, siguiendo las instrucciones del dictador, y aprobarlas por unanimidad o mayoría. Estas Cortes no tenían la soberanía nacional, ya que Franco se reservaba el poder legislativo.
2.       Entre 1945 y 1950: el Aislamiento Internacional

  • Política exterior:
   El desenlace de la Segunda Guerra Mundial, con la derrota del fascismo, obligó a adaptarse al régimen, destacando las singularidades del mimo: anticomunismo y catolicismo. También se suprimen los signos externos fascistas como el  saludo brazo en alto. En la Conferencia de Postdam (julio de 1945), USA, Gran Bretaña y la URSS condenan el régimen e impiden el ingreso de España en la ONU. La ONU condenó el régimen franquista y recomendó la retirada de embajadores de España. Era el inicio del aislamiento internacional de la España de Franco. Sin embargo, el comienzo de la Guerra Fría (enfrentamiento URSS-Estados Unidos) abortó una posible intervención militar extranjera para acabar con el régimen. Durante el aislamiento, y para conseguir productos básicos (como petróleo y alimentos), el gobierno de Franco inicia una política de acercamiento a los países árabes, Portugal y Suramérica (especialmente importante fue la ayuda de la Argentina de Perón, que suministró a España cereal y carne).
  • Política interior:
   En julio de 1945 se remodela el gobierno, entrando en él y en puestos claves de la Administración, personajes significativos del catolicismo. Así se consigue el apoyo del Vaticano (sobre todo con la influencia de Martín Artajo, ministro de Asuntos Exteriores).
   Se promulgó el Fuero de los Españoles (julio de 1945), que pretendía dar una imagen democratizadora ante las potencias vencedoras en la II Guerra Mundial. El Fuero se presentó como una enumeración de derechos que en realidad no pasó de ser una ficción. Las libertades formalmente reconocidas quedaban limitadas y reducidas en la práctica, porque no podían contravenir los principios del régimen.
   En octubre de 1945 la Ley de Referéndum Nacional, que establecía el voto directo para la ratificación popular de textos legales considerados de extraordinaria trascendencia. Sólo se recurrió a él dos veces: Ley de Sucesión de 1946 y Ley Orgánica del Estado de 1966.
   La Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (julio de 1946) confirmaba el carácter vitalicio de la jefatura de Franco, regulaba el mecanismo de sucesión y definía a España como un reino. Con esta ley se zanjaba una cuestión importante, pues eran numerosos los españoles que pedían restaurar la monarquía. El problema estaba en el enfrentamiento entre Franco y Don Juan de Borbón, hijo y heredero de Alfonso XIII, firmante del Manifiesto de Lausana (1945), que defendía la monarquía constitucional y su apoyo a una transición democrática y una amnistía que permitiera la reconciliación de los españoles. En la ley, el dictador se reservaba el derecho a designar a la persona que, a su muerte, le sucedería a título de rey.
   En 1947 se promulga la Ley de Represión del Bandidaje y el Terrorismo para la represión y persecución del maquis (guerrillas antifranquistas), que resistía en las principales zonas montañosas de la Península.

3.  1950 a 1959: el reconocimiento internacional del Régimen
               
  En 1950 estalló la Guerra de Corea, conflicto que se inscribe en el contexto de la Guerra Fría. Este hecho supuso el fin del aislamiento franquista, que se manifestó en la apertura de la frontera francesa, la negociación de acuerdos comerciales con Francia y Gran Bretaña y la concesión de créditos por los EEUU.
   En 1953 se firma el Concordato con el Vaticano, lo que supone un nuevo elemento de reconocimiento internacional del régimen y, sobre todo, de reafirmación de la alianza que la Iglesia mantenía con el franquismo.
   El 26 de septiembre se firmó el Tratado hispano-estadounidense, compuesto de diversos acuerdos económico-militares permitirán obtener préstamos (1180 millones de dólares) a cambio de ceder a los americanos bases en suelo español (Torrejón, Zaragoza, Morón y Rota).
   En 1950 la ONU autorizó la entrada de España en los organismos internacionales (FAO, UNESCO), y en 1955 España era admitida en la ONU.
   En el interior, son años de crisis económica y de descontento social. En el gobierno, adquirieron protagonismo los tecnócratas vinculados al Opus Dei (Organización católica fundada por Escrivá de Balaguer en 1928, dedicada al fomento y propagación de la moral católica en todos los ámbitos y desde planteamientos integristas. Sus miembros ocuparon puestos clave en los ministerios económicos en la segunda etapa del franquismo, constituyendo un auténtico poder dentro del régimen).
   En 1958 se publica la Ley de Principios Fundamentales del Movimiento Nacional, que reafirmaba los valores teóricos del régimen franquista.
   En los últimos años de la década de los cincuenta, ante la creciente contestación al régimen, se promulgan medidas de carácter represivo, como la Ley de Orden Público de 1959, en la que se consideraban contrarios al orden los paros colectivos, las manifestaciones y reuniones, o cualquier acto que alterase la paz pública, considerándolas un delito de rebelión y, por tanto, sujeto a la jurisdicción militar.

3)   LA ECONOMÍA ESPAÑOLA: AUTARQUÍA E INTERVENCIONISMO

   La destrucción material tras la Guerra Civil y la política económica autárquica e intervensionista fueron dos de los factores que provocaron el estancamiento económico español durante los años cuarenta. Con  las medidas autárquicas adoptadas se pretendía alcanzar el mayor grado de autoabastecimiento y autosuficiencia sin depender del exterior, prescindiendo de las importaciones. Para conseguirlo se estableció una fuerte intervención del Estado en la economía. El conjunto de las actividades productivas pasó a ser controladas por el gobierno, que mediante decretos y leyes tomaba las principales decisiones sobre distribución, consumo, salarios, precios, comercio e inversión. Alguna de las medidas adoptadas fueron las siguientes:
  • Limitación de las importaciones restringiendo las compras de productos extranjeros, así se intentaba cerrar el mercado interno y reservarlo a la producción de las empresas nacionales. Únicamente se facilitaron las importaciones mínimas imprescindibles e imposibles de obtener en el interior (petróleo, caucho, etc). La protección a las industrias españolas se completaba con la concesión de subvenciones y ventajas fiscales.
  • Organización de la producción y distribución de cereales, obligando a los cultivadores a vender toda su cosecha a un organismo oficial, el Servicio Nacional del Trigo, que fijaba los precios y vendía el grano a los fabricantes de harina.
  • Puesta en marcha de un sistema de racionamiento de los productos de consumo de primera necesidad para evitar el hambre y garantizar el abastecimiento mínimo a la población. El racionamiento a través de cartillas individuales funcionó desde el fin de la guerra hasta 1952.
  • Constitución en 1942 del Instituto Nacional de Industria (INI).  El objetivo era impulsar la industrialización del país creando un grupo de empresas públicas en los diferentes sectores de producción: siderurgia (ENSIDESA), energía (ENDESA), construcción naval (BAZÁN), comunicaciones (IBERIA, AVIACO), etc. Los productos hiperprotegidos de estas empresas estatales, en muchos casos carentes de calidad y competitividad, resultaron difíciles de exportar.
  • Creación en 1941 de RENFE mediante la nacionalización de toda la red de ferrocarriles peninsulares.
   La intervención del Estado franquista en la economía favoreció los intereses concretos de aquellos grupos sociales que más significativamente habían contribuido a la victoria en la guerra: latifundistas, grandes empresarios y alta burguesía financiera.
   Las repercusiones de la política autárquica fueron:
§  Descenso de la renta per cápita, resultando el ritmo de crecimiento español notablemente inferior al de países como Italia o Francia, que también se recuperaban de la destrucción de la guerra.
§  Retroceso de la producción industrial, debida a la falta de materias primas, capitales, maquinaria y tecnología moderna sólo disponibles a través de la importación.
§  Elevada inflación, por la excesiva emisión de moneda para financiar la deuda estatal.
§  Déficit comercial, provocado por la nula competitividad exterior de los artículos industriales españoles.
§  Descenso del nivel de vida, bajos salarios y hambre generalizados.
§  Aparición del “mercado negro”.
.   A principios de los años 50 comenzó una fase de lenta recuperación económica coincidiendo con la obtención de ayuda financiera norteamericana y con el cambio de orientación de la política económica gubernamental. Las autoridades impulsaron la apertura de la economía española al comercio internacional, favoreciendo la importación de productos industriales y disminuyeron las intervenciones estatales innecesarias (por ejemplo, en 1952 se decretó la libertad de precios y circulación de artículos). A mediados de la década el crecimiento, sobre todo del sector secundario, se aceleró. Pero, en 1957 España se encontraba al borde de la suspensión de pagos al exterior, con las reservas de divisas agotadas y casi en bancarrota porque el volumen de las exportaciones nacionales resultaba insuficiente para compensar la creciente importación de productos.
   Durante los años cincuenta se inició una política agraria basada en la colonización (actuaciones en extensas superficies de secano, a cargo del Instituto Nacional de Colonización) y en la concentración parcelaria (para solucionar el minifundismo); que, al combinarlo con el Plan de Obras Públicas Hidráulicas, permiten la extensión del regadío: Plan Badajoz, etc. También se llevó a cabo un importante plan de repoblación forestal, que afectó a un millón de hectáreas, con especies de rápido crecimiento, buscando una rápida rentabilidad.

4)   LA VIDA EN LA POSGUERRA

                La represión. En 1939 se promulgó la Ley de Responsabilidades Políticas, que con efectos retroactivos estaba destinada a perseguir a quienes desde octubre de 1934 habían colaborado “con actos u omisiones graves a forjar la subversión roja”. Para ello, además de los tribunales militares que juzgarían todo lo que según su propio criterio estaba relacionado con el ámbito militar, se habrían de constituir tribunales especiales, formados por miembros del ejército, de la judicatura y de la Falange. El tribunal no tenía que demostrar la culpabilidad del acusado, sino que éste tenía que demostrar su inocencia. Fueron numerosas las condenas a muerte, entre 20.000 y 100.000 personas fueron ejecutadas en el período 1939-1945. Mayores fueron las penas a cadena perpetua y de reclusión mayor (la población reclusa alcanzó en 1940 el número de casi trescientos mil). Se crearon campos de concentración y numerosos edificios fueron habilitados como prisiones. Allí el hacinamiento, la brutalidad de los carceleros, el peligro constante de muerte por las “sacas” o por enfermedades fue terrible.
En 1941, con la revisión de penas, se redujo el número de reclusos: se rebajan muchas condenas, se concede la libertad condicional o se redimen penas por trabajo. Además, hay que recordar que, en muchos casos, tras la excarcelación se obligaba al destierro lejos de sus casas. En 1945 se concedieron leyes de indulto para delitos cometidos antes de abril de 1939.
También se produjo la depuración de los empleados públicos (1939). En 1940 aprobó la Ley de Represión de la Masonería y del Comunismo, que se utilizó para juzgar a aquellas personas a las que no se les pudiera probar otra cosa. Resumiendo, se vivía en un estado de inseguridad permanente, por las delaciones y denuncias que a veces escondían venganzas personales.  

   Condiciones de vida y de trabajo. La vida de la posguerra también estuvo marcada por el hambre, siendo necesarias las cartillas de racionamiento, que no aseguraban en absoluto una alimentación suficiente. En esas condiciones se puso a prueba la capacidad de supervivencia de los españoles, obligados a recurrir al mercado negro, donde el precio del pan, el aceite o el azúcar se disparaba (originando la riqueza de los estraperlistas).
   El fútbol y los toros constituyeron la vía de escape de la triste realidad. Además, el deporte se convirtió en un elemento de propaganda del régimen: en los primeros años era habitual el saludo fascista en el fútbol, y se sustituyó la tradicional camiseta roja por otra azul, celebrándose las victorias de la selección como si fueran victorias militares.
   En esos años, la radio acompañó la vida de los españoles retransmitiendo corridas, fútbol y canciones; pero también se convirtió en el instrumento de propaganda del régimen, a la vez que algunos recurrían a la audición clandestina de emisoras extranjeras (BBC) o del exilio (desde Moscú). También el cine colaboró con el Estado, donde se insertaba obligatoriamente el NODO y proliferaban las películas patrióticas o costumbristas. En 1956 nacería la televisión, aunque tardará en generalizarse en los hogares españoles.
   En los años 50 se inicia el éxodo rural, motivado por el subempleo agrario, que obligó a un millón de andaluces, extremeños, castellanos y gallegos a emigrar a la periferia de las grandes ciudades. Igualmente, en la misma época, por primera vez la población activa en los sectores secundario y terciario superaba a la del primario.
   La política social se basó en la sumisión de los trabajadores, la prohibición de cualquier conflicto laboral (como las huelgas) y su encuadramiento en el único sindicato oficial existente: el sindicato vertical, dependiente de la FET y de la JONS; donde se procuraba adoctrinar a los trabajadores o movilizarlos cuando era necesaria una demostración de adhesión de masas al Caudillo. El control laboral por el Estado era absoluto, con actuaciones como la creación de la cartilla profesional obligatoria, donde se indicaban los datos laborales de los trabajadores. Como contrapartida, se aseguraba estabilidad en el empleo y se creó el seguro de enfermedad en 1943. El gobierno siempre mantuvo los sueldos bajos, asegurando así la rentabilidad de las empresas marginales y generando grandes rentas empresariales.
   Mujer, familia y costumbres. Tras las experiencias emancipadoras de la República, el franquismo se encargó de “devolver a la mujer a su lugar en la sociedad”: el hogar, donde ejercería de madre y esposa. Esta ideología coincide con la de los regímenes fascistas y fue difundida tanto por la Sección Femenina como desde el púlpito. La legislación laboral establecía la obligación del retiro al contraer matrimonio: sólo podían trabajar legalmente las mujeres cabezas de familia, o las solteras sin otro medio de vida, y se limitó su ascenso profesional. La educación de las niñas era distinta a la de los varones: hogar, puericultura y economía doméstica eran obligatorias en el Bachillerato.
   El franquismo prestó especial interés a la familia, a la que consideraba un pilar esencial de la sociedad: se declaró el matrimonio católico como único válido, derogaron la ley del divorcio (los divorciados desde 1932 volvieron a estar legalmente casados), se estableció diferencia entre hijos legítimos e ilegítimos, los únicos nombres permitidos serían los del santoral romano en castellano, se introdujo el delito de adulterio (sólo para mujeres) y se registró el derecho del padre o marido a lavar con sangre su honra, se declaró el aborto como un crimen y se prohibió la venta de anticonceptivos.
   La Iglesia vigilaba la moral pública y las costumbres. Además de llevar el peso de la censura sobre la literatura y el cine, se llegaron a prohibir bailes y fiestas (como los carnavales),a la vez que se dictaron normas sobre comportamiento público e indumentaria.
   Educación y cultura: el franquismo borró la reforma educativa republicana, volviendo a la enseñanza tradicional y a los métodos represivos: se prohibió la educación conjunta de niños y niñas, por considerarla inmoral. El colectivo de maestros sufrió una gran depuración, y numerosos docentes represaliados fueron reemplazados por religiosos, excombatientes, mutilados de guerra y personal de la Sección Femenina; pues lo que importaba no era la formación, sino la adhesión al régimen. Crucifijo, estampas de Franco y José Antonio y otros símbolos adornaban las escuelas, donde se adoctrinaba en el nacional-catolicismo.
   La vida cultural estuvo marcada por el exilio y la censura, pues la mayoría de los intelectuales se marcharon fuera del país, donde continuaron su vida enriqueciendo a los países destinatarios. Sólo los adictos al régimen podían expresar sus opiniones, y fueron muy pocos los que lograr aunar una calidad intelectual y expresarla (Cela, Buero Vallejo y otros).
   El cine nacional se limitó a rescatar el folklore tradicional y las gestas imperiales (como la película “Raza”, con guión del propio Franco). Contrastaba con el cine extranjero, más mundano y por supuesto fuertemente censurado.
   La prensa sufría la censura y un intenso control, y se consideraba a los periódicos como meros transmisores dela voluntad del Estado.

5)  EXILIO Y OPOSICIÓN INTERIOR
   
   El exilio. Cerca de medio millón de españoles tuvieron que exiliarse al finalizar la Guerra Civil. Sus destinos fueron América Latina, especialmente Méjico, la URSS o sur de Francia. En este último país sufrieron la ocupación nazi, el régimen filofascista de Vichy, por lo que muchos fueron internados en campos de concentración (como Largo Caballero), otros fueron devueltos, incluso para ser fusilados (como el presidente de la Generalitat, Companys). Pero hubo bastantes que combatieron en la Segunda Guerra Mundial, ayudando al triunfo contra la invasión nazi (en Francia o Rusia).
   La desunión y la dispersión caracterizan las organizaciones políticas antifranquistas en el exilio, donde se acentuó el enfrentamiento entre comunistas y las demás fuerzas políticas, así como la división del partido socialista (entre los partidarios de Prieto y de Negrín). Todos confiaban en que los aliados impondrían la democracia en España, por lo que se crearon organizaciones para preparar el retorno.
   El PCE defendía otra estrategia. Pensaba que sólo la lucha y la acción directa acabaría con Franco, creyendo que el pueblo se podría levantar si existiese un movimiento de guerrillas con un mando común. Iniciaron así una expedición tras la liberalización de Francia, cruzando los Pirineos; pero tuvieron que replegarse ante la llegada de tropas franquistas. Después se optó por reactivar la guerrilla en el interior (el maquis), enviado tropas y cuadros para organizarla o apoyarla, mostrando a los aliados que había una oposición interior (para tomar una decisión).
Con el mismo objetivo re reúnen en Méjico las Cortes de la República, para ofrecer a los aliados un gobierno democrático. Pero, aunque el régimen de Franco no fue reconocido, el de la República tampoco.
   La oposición interior fue doble, aunque débil al principio por la represión y otras causas. Entre los principales grupos de oposición interna destacan:
Ø  La Guerrilla: durante la Guerra Civil en las serranías de la zona nacional quedaron núcleos guerrilleros, cuyo objetivo principal era su propia supervivencia y esperar el desenlace de la II Guerra Mundial. Después del conflicto, la guerrilla se extiende a otras zonas del territorio español, e incrementa su número con miembros del ejército republicano o fuerzas obreras (PCE y CNT, sobre todo). Su época de mayor actividad fue entre 1945 y 1947; y en esos años se multiplicaron los robos, secuestros e incluso la guerrilla llegó a tomar alguna localidad durante algunos días.
           La estrategia franquista para frenar la guerrilla fue la de reprimir a la población 
           campesina para cortar el abastecimiento a los guerrilleros, tarea que hizo la Guardia 
           Civil. Numerosas matanzas sin juicio previo, prisión, tortura sobre los familiares de los 
           huidos, etc., fueron una práctica habitual ( Ley de Represión del Bandidaje y el 
          Terrorismo de 1947). Hacia 1948, ante el acoso y el escaso apoyo popular, el PCE 
          decidió anular la guerrilla.
Ø  Los inicios de la oposición católica. Al principio, el apoyo de la Iglesia al régimen fue mayoritario, con sólo algunas tímidas críticas ante la conflictividad laboral creciente. Pero en las organizaciones cristianas de base empiezan a crecer las críticas ante la falta de libertad sindical y ante las condiciones de los trabajadores.
            En estos años se crean también grupos clandestinos demócrata-cristianos como la                  
            Unión Democrática Cristiana, Izquierda Demócrata Cristiana, etc.

 Primeras huelgas. En 1945 y 1946 tuvieron lugar las primeras huelgas del franquismo en Barcelona y País Vasco, que fueron silenciadas por el régimen. Más trascendente fue la huelga de Barcelona en 1951, a causa del aumento de las tarifas del tranvía, con un boicot seguido por el 97 % de usuarios. En 1956 se sucedieron otras huelgas en País Vasco y Barcelona, contestadas con las leyes de Orden Público y de Bandidaje y Terrorismo.
Esta mayor actividad se explica por el creciente número de activistas católicos y de izquierda, que reorganizaron interior del movimiento obrero.
 Las protestas universitarias. La llegada de Joaquín Ruiz Giménez al Ministerio de Educación significó cierto aperturismo en el ámbito universitario. Pero los estudiantes se oponían a la sindicación obligatoria al SEU (Sindicato Español Universitario, de ideología falangista), y pretenden celebrar un Congreso Nacional de Estudiantes en Madrid, con delegados elegidos libremente. Como no fue autorizado, los estudiantes asaltaron la Facultad de Derecho, se produjeron enfrentamientos y heridos. El Gobierno destituyó al ministro de Educación y a otros responsables políticos.




B)   EL DESARROLLISMO Y EL FIN DEL RÉGIMEN


1)   LA POLÍTICA ECONOMICA (1959-1975)
En 1957 fueron nombrados ministros Mariano Navarro Rubio (Ministerio de Hacienda) y Alberto Ullastres (Ministerio de Comercio) y López Rodó, tecnócratas pertenecientes al Opus Dei, que aprobaron entre 1957 y 1959 un conjunto leyes de reforma económica conocidas con el nombre de Plan de Estabilización. Sus objetivos eran: primeramente, abandonar el ineficaz modelo autárquico reinsertando a España en el mercado internacional; y en segundo lugar modernizar, liberalizar, racionalizar y sanear la economía española. Las medidas concretas adoptadas consistieron en:
·         La devaluación de la peseta para fomentar las exportaciones y eliminar el déficit de la balanza comercial. Se estableció un cambio realista: un dólar/60 ptas.
·         La limitación del gasto público y la congelación salarial para contener el alza de los precios.
·         El aumento de los impuestos.
·         La concesión de facilidades a la inversión de capital extranjero en España.
   El Plan de Estabilización redujo a corto plazo la inflación y salvo la bancarrota. Pero, tuvo consecuencias negativas, al disminuir el nivel de consumo de los asalariados y crecer considerablemente el desempleo, pues muchas empresas ineficientes, anteriormente protegidas, quebraron. En conjunto, fue un éxito y puso las bases para el desarrollo económico de los años 60.
   Durante los años 60 la economía española experimentó un crecimiento espectacular, se completó la modernización y la industrialización plena del país y aumentaron los niveles sociales de bienestar y consumo.
   La renta per cápita pasó de 300 dólares en 1960 a 2.000 en 1973, y en ese mismo período la tasa media de crecimiento anual del PIB fue del 7%, una de las más elevadas del mundo. Las exportaciones se duplicaron y se pasó de exportar productos agrícolas a vender en el exterior productos industriales. España dejó de ser un país agrario y se transformó en un país industrial y urbano (en 1960 el sector agrario representaba el 24% del PIB y empleaba al 42% de la población activa, en 1970 esos porcentajes significaban el 13% y el 30% respectivamente).
   El gobierno intentó orientar el proceso expansivo mediante los denominados Planes de Desarrollo, cuyo responsable fue López Rodó. Se trataba de unos proyectos donde se fijaban objetivos y procedimientos para estimular la producción a través de inversiones públicas y ayudas a las empresas privadas (rebaja de impuestos, subvenciones y concesión de créditos oficiales). En total hubo tres planes de desarrollo, iniciándose el primero en 1964. Los factores que explican el rápido crecimiento económico español del período 1960-1973 son:
  • La situación económica internacional favorable.
  • Las inversiones de capital extranjero y la creciente actividad de las empresas multinacionales norteamericanas, alemanas, francesas...,  preferentemente en los sectores químico, electrónico y automovilístico, atraídas por la mano de obra barata.
  • Los ingresos procedentes del turismo; la llegada de visitantes extranjeros (6 millones en 1960, 24 en 1970) fue favorecida por los bajos precios relativos de nuestro país.
  • Los envíos de dinero que los trabajadores españoles en el extranjero realizaban a sus familiares residentes en España.
  • Los bajos salarios.
  • Las inversiones estatales en obras públicas, por ejemplo, en construcciones hidráulicas (pantanos).

2)   LAS LIMITACIONES DEL DESARROLLISMO ESPAÑOL
   Pese a la expansión económica, calificada por la propaganda del régimen como milagrosa, ésta resulta desequilibrada e insuficiente provocando importantes problemas:

·       Desigual crecimiento de los diferentes sectores productivos. La industria (siderúrgica, cementera, química y automovilística, especialmente) y el sector terciario experimentaron un gran crecimiento. Pero, el desarrollo del sector agrícola resultó insuficiente, las inversiones escasas y la rentabilidad de los campos bajas, pese a que se introdujeron mejoras como los planes de regadío, reforestación y concentración parcelaria, además del aumento de la mecanización ( 25.000 tractores en 1962; 250.000 en 1970).
·       Éxodo rural masivo hacia las ciudades y emigración de trabajadores a Europa. Los movimientos migratorios internos afectaron a unas 3.500.000 personas, que durante la década de los sesenta abandonaron sus pueblos de origen y se desplazaron hacia las regiones industriales y los grandes núcleos urbanos (Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao...). La emigración con destino a Europa afectó a los sectores sociales con rentas más bajas, principalmente varones adultos procedentes de las zonas rurales más subdesarrolladas de Andalucía, Castilla y Galicia. Se calcula que cerca de un millón y medio de españoles dejaron España con dirección a Alemania (45% del total de emigrantes), Suiza (25%) y Francia (25%). Esta emigración exterior ocultó las importantes limitaciones de la economía nacional para generar empleo, evitando que las tasas de paro españolas superaran el 2% de la población activa durante este período.
·       Aumento de los desequilibrios regionales. Se profundizaron las desigualdades en la distribución de la renta entre las distintas provincias, y se acentuó la tendencia hacia la concentración del crecimiento económico y la riqueza en torno a determinadas zonas; más de la mitad de las instalaciones industriales se localizaron en Cataluña, País Vasco y Madrid, mientras que otras regiones como Galicia, Castilla, Extremadura, Andalucía y Aragón continuaron desindustrializadas. El intento gubernamental más notable para fomentar la industrialización en las regiones deprimidas fue la creación de los Polos de Desarrollo y Promoción, aunque los resultados fueron poco eficaces.
·       Deficiente sistema de prestaciones sociales y servicios estatales: sanidad, pensiones, educación, pensiones, transportes, seguros de desempleo, etc.
·       Crecimiento desordenado de las principales ciudades, construcción incontrolada de enormes barrios suburbiales y aparición de poblados chabolistas.
·       Mantenimiento de un sistema fiscal regresivo e injusto, porque la mayor parte de los impuestos recaudados eran indirectos (65%) y existía un elevado grado de evasión y fraude fiscal que beneficiaba a una minoría adinerada.
·       Desastres ecológicos, como consecuencia de los vertidos incontrolados en los ríos y de la construcción de enormes edificios demasiado cerca de las costas.

En 1973 se inició una crisis económica mundial de gran envergadura. La crisis tuvo una especial gravedad en España por diversos factores: la dependencia energética exterior de España (67% de la energía consumida se importaba); la disminución del número de turistas; el descenso de las exportaciones; y la interrupción de la migración exterior y el regreso de un gran número de emigrantes a España. La crisis puso fin al desarrollismo económico.

3)   TRANSFORMACIONES SOCIALES Y CULTURALES
·       Cambios de mentalidad
EL progreso económico y la apertura hacia el exterior modelaron gradualmente a una sociedad atrasada y rural, que fue entrando de lleno en el consumismo y en la modernidad. El proceso de urbanización, los electrodomésticos, el turismo, los nuevos medios de comunicación de masas favorecieron el cambio de mentalidad y la adopción de nuevos hábitos sociales.
·       Los cambios demográficos
El desarrollo industrial, con el éxodo rural a que dio lugar, despobló y envejeció el ámbito rural. En los años sesenta España asistió a un crecimiento demográfico continuo (de 28 millones de habitantes en los años cincuenta se pasa a 35 millones a mediados de los setenta). Ese ascenso fue debido al mantenimiento de una elevada tasa de natalidad (20 por mil), al descenso progresivo de la mortalidad (incluyendo la infantil) y al aumento de la esperanza de vida. Así pues, la etapa de la posguerra había sido superada. Sin embargo, a mediados de los sesenta se inicia un nuevo modelo demográfico (moderno), ya que empieza a desaparecer el baby boom de la etapa anterior, comenzando a disminuir la natalidad (empezando por las ciudades) debido a la gradual incorporación de la mujer en el trabajo (fuera del ámbito familiar).
    La política llevada a cabo en materia de Seguridad Social permitió a la población España una mejor y más amplia asistencia sanitaria. Por otro lado, la difusión de nuevos hábitos higiénicos, la mejora de la nutrición, los  progresos de la medicina en general, etc., influyeron en la progresiva disminución de las cifras de mortalidad, aumentando la citada esperanza de vida.
    Las migraciones que influyeron tanto en la distribución de la población española como en el crecimiento real. Se dirigió sobre todo hacia regiones desarrolladas del país, así como hacia países europeos y suramericanos (tras el fin del aislamiento), con un crecimiento variable, hasta la crisis económica mundial de 1973.
En zonas como Madrid, Barcelona o País Vasco la densidad poblacional se situó en torno a los 120 habitantes por kilómetro cuadrado a mediados de los sesenta; sin embargo, la creación de Polos de Desarrollo permitirá la expansión en torno a otros focos secundarios como Sevilla, Zaragoza y Valencia.
·       Los cambios sociales:
La modernización del país ya se notaba a mediados de los sesenta, y se hizo más notorio en la década de los setenta. A partir de ahora, la nobleza terrateniente y otros grupos conservadores pierden protagonismo a favor de los tecnócratas (clases medias urbanas, con formación universitaria). Respecto a los sectores sociales, en la década de los setenta aún continuaba casi igual la estructura de la sociedad española: con una minoría (entre el 0’5 y el 1 % del total) que poseía un elevado porcentaje (más del 20 %) de la riqueza. Destacaba una potente clase media (un 50 % de la población), seguido de la clase obrera (32 %).
 Pero el desarrollismo económico no modernizó la situación laboral, ya que no existía el derecho a la huelga ni a la libre sindicalización. A partir de 1960 cuando se establecieron normas que regulaban las funciones laborales: se estableció el salario mínimo y el gobierno se reservó la potestad de intervenir para corregir una conflictividad que a la postre fue creciendo, sobre todo en las zonas industriales. En la clandestinidad se extendieron las redes sindicales, en clara oposición al régimen: USO (Unión Sindical Obrera) y CCOO (Comisiones Obreras) estaban presentes en casi todas las empresas. La reacción del gobierno fue tardía, ya en los años setenta y siempre con una actitud represiva.
    En la enseñanza hubo grandes cambios, cuando a partir de los años sesenta se potencia la enseñanza estatal; se incrementa el presupuesto en educación; se pusieron en marcha campañas de escolarización de adultos; se crearon medio centenar de institutos de Enseñanza Media, más colegios y redes de transporte, escuelas comarcales, becas; y se impuso la edad de escolarización obligatoria hasta los 14 años. Quedó aplazada la reforma universitaria, porque la Universidad se convirtió un foco de contestación política.
   La política social del franquismo en esta época sufre un ligero cambio porque, a pesar de la censura, hubo una mayor tolerancia y se redujo la influencia dela Iglesia y de la tradición.
Los cambios económicos derivados de la política liberalizadora darán origen a la Seguridad Social (1963), que sustituye a los antiguos seguros y Mutualidades y que garantizaba las prestaciones de jubilación y de asistencia sanitaria a todo trabajador dado de alta.
·       Cambios socioculturales
   Los hábitos de los españoles sufrieron una profunda transformación, la juventud reclamaba más libertad frente al autoritarismo paternalista y la mujer aspiraba a una igualdad plena en su formación y en el trabajo. Cambios que también afectaron a la familia tradicional. La clase media tomó el protagonismo, y surgen nuevas conductas consumistas al aumentar la renta: electrodomésticos (que liberaban a la mujer de muchos trabajos caseros), el automóvil (que dejó de ser un lujo y se convirtió en un medio habitual de transporte) y el turismo interior. El turismo y la televisión hicieron posible el desarrollo sociocultural, que impactó en la juventud: la música pop y rock desplazaron a la música tradicional española, se adoptaron nuevos hábitos en el vestir (vaqueros, pelo largo…) y en la concepción moral (demanda de mayor libertad sexual y de relaciones no estables). Las conductas se hicieron menos convencionales y más permisivas.
    La Iglesia aún conservaba su protagonismo como entidad colaboradora en el mantenimiento del orden tradicional, controlando los hábitos y velando por la moralidad. Pero, poco a poco, las normas impuestas desde el púlpito serán sustituidas por hábitos más laicos. Los años sesenta fueron críticos para esta institución, que tardó en adaptarse a los nuevos tiempos, como lo demuestra la reducción drástica de  las vocaciones de seminaristas.

4)   LA SITUACIÓN POLÍTICA ESPAÑOLA ENTRE 1960 Y 1975
a)   El Continuismo (años 60)
Mientras crecía la oposición interior y exterior, Franco quiso dejar asegurada la perpetuación del régimen. Tan sólo se produjeron algunos cambios, introduciendo algunas  tímidas reformas que no afectaban a las bases del régimen. Las más importante fueron:
o    La Ley de Prensa, elaborada por Manuel Fraga en 1966, supuso un avance relativo, en cuanto suavizaba el control sobre revistas, libros y periódicos y eliminaba la censura previa. Sin embargo, no se concedía libertad de expresión y numerosos diarios sufrieron la censura.
o    La Ley Orgánica del Estado (diciembre de 1966): redefinió al Estado español como una democracia orgánica, es decir, elecciones a través de los que se creían los órganos naturales de convivencia: familia, municipio y sindicato. Pero desaparece la terminología fascista y el poder se presenta menos concentrado en manos de Franco (separación de funciones entre Presidente del Gobierno y del Jefe de Estado),a la vez que se preparaba la sucesión monárquica cuando Franco desapareciese. Además, una parte de los procuradores a Cortes podían ser elegidos por sufragio libre de los  cabezas de familia y las mujeres casadas.
o    La Ley de Libertad Religiosa (1967), forzada por el Concilio Vaticano II.
La sucesión de Franco se planteó ya en esta etapa, por lo que en 1967 Franco nombra a Carrero Blanco vicepresidente del Gobierno, quien reconoció que la continuidad del régimen podía quedar asegurada con la instauración monárquica en la figura de Juan Carlos de Borbón (de acuerdo con la Ley de Sucesión de 1947). El príncipe ya estudiaba en España desde 1948, y contrajo matrimonio con la princesa Sofía en 1962. De ese modo en julio de 1969, ante las Cortes y en presencia de Franco, fue proclamado sucesor de Franco a su muerte y con el título de Rey.

b)  La oposición al Franquismo (1960-1975)
Aunque el régimen insistía en mantener su posición ideológica, la sociedad aspiraba a un cambio en todos los sentidos: libertad política, educativa, laboral, prensa, etc.
·       La actitud de la Iglesia
    El Concordato de 1953 supuso la colaboración entre la Iglesia y el Estado franquista. Esa era la iglesia oficial, porque durante los años sesenta surge en los movimientos católicos juveniles la crítica a aquel espíritu colaboracionista, sobre todo ante la restricción y la represión de libertades que el gobierno aplicaba en los conflictos laborales y con los estudiantes.
La primera gran demostración opositora fue una carta firma por 300 sacerdotes vascos denunciando el totalitarismo franquista y la ausencia de libertades, similares fueron las declaraciones del abad de Monserrat criticando la falta de libertad.
Cataluña y País Vasco fueron las regiones en las que el clero no oficialista protagonizó mayores actos de protesta contra el régimen, forzando a la Conferencia Episcopal a reconocer públicamente el derecho de los españoles a asociarse sindicalmente.
A partir de 1969, incluso en el Vaticano, se observa una tendencia a favor de la libertad en España. De hecho, los contactos para renovar el Concordato quedaron rotos por la negativa de Franco a renunciar al derecho de nombrar obispos. Destacan dos figuras en este sector de la iglesia contestataria: Añoveros (obispo de Bilbao) y Tarancón (cardenal primado).
·       La oposición obrera
   Durante esta etapa, los conflictos obreros fueron constantes, especialmente por las condiciones de trabajo y la ausencia del derecho de reunión y asociación. Con la UGT en el exilio, Comisiones Obreras (CCOO, fundada por Marcelino Camacho y Julián Ariza) se convierte en la gran protagonista del sindicalismo clandestino. Llevó a cabo actuaciones que planteaban tanto la negociación sindical como la reivindicación activa en los conflictos obreros. Pero fue declarada ilegal por el Tribunal Supremo y sus dirigentes condenados en el famoso Proceso 1.001 (1973), por supuesta vinculación con el PCE, también clandestino. A partir de los años sesenta UGT y CCOO se convirtieron en los sindicatos mayoritarios.
·       La oposición estudiantil universitaria
La Universidad planteó una clara oposición al régimen, sobre todo desde 1956; y en los años siguientes se mantuvo y creció.
Frente a la postura del SEU, de tendencia falangista, estudiantes y profesores muestran su inconformismo con el sistema educativo. Las conferencias y otros actos académicos fueron el medio de canalizar esas protestas. Por ello, numerosos estudiantes fueron detenidos, muchos profesores sancionados, expedientados o separados de sus cátedras por declaraciones a favor de la democratización (Tierno Galván, García Calvo, López Aranguren, etc).
En 1969 un estudiante muere al caer desde el tercer piso de una comisaría, y las manifestaciones de estudiantes se sucedieron en señal de protesta adhiriéndose a ellas profesores y abogados en contra de los malos tratos policiales. Manuel Fraga impuso el estado de excepción (situación jurídica en la cual las garantías individuales y sociales quedan en suspenso) y la represión se extendió.
·       La oposición política
En 1960 los partidos políticos actuaban en la clandestinidad. Así, mientras en el exterior se enzarzaban en disputas, en el interior algunas formaciones con talante progresista continuaron con sus actividades desgastando al régimen.
o    La oposición democristiana propugnaba el pluralismo político y la apertura democrática como único medio para acabar con el descontento popular. Entre sus dirigentes destaca Joaquín Ruiz Giménez.
o    La oposición socialista fue particularmente activa en Asturias, País Vasco, Madrid y Sevilla. A la muerte de sus dirigentes históricos, nuevas figuras del PSOE cobraron protagonismo a partir del XI Congreso celebrado en Toulouse (Felipe González, Peces Barba, Enrique Mújica, etc).
o    Los comunistas del PCE tuvieron vinculación muy directa con la lucha obrera a través de CCOO. Por eso ejercería una labor de oposición desde el ámbito sindical. Además de vivir la muerte y detención de numerosos dirigentes, sufrió divisiones internas derivadas de las diferentes posturas. Sus líderes más significados fueron Jorge Semprún, Dolores. Ibarruri y Santiago Carrillo.
o    Una formación de gran fuerza desde el año sesenta fue el FLP (Frente de Liberación Popular, o felipe), cuyos miembros se autoproclamaban de izquierda (Nicolás Sartorius). Sufrió una dura represión y con el tiempo sus miembros o se integraron en el PCE o abandonaron.
o    Los nacionalismos también fueron una importante fuerza opositora. En Cataluña cabe destacar la campaña contra el director de La Vanguardia (franquista acérrimo), liderada entre otros por Jordi Pujol, que por entonces fue detenido y condenado. Mientras en el País Vasco el PNV aglutinaba las aspiraciones nacionalistas vascas; aunque una escisión de éste en 1959 dio lugar a la aparición de ETA (Euzkadi ta Askatasuna, Euzkadi y Libertad), que defendía la oposición armada contra el régimen.
o    En 1962, con ocasión del IV Congreso del Movimiento europeísta celebrado en Munich, en el que participaron destacadas figuras de la política y la intelectualidad española (procedentes tanto de España como del exilio), éstos se manifiestan contra la dictadura y a favor de la democracia. Aquel hecho se conoce por el nombre franquista de El Contubernio de Munich, y la respuesta del gobierno hacia los participantes fue darles a elegir entre el destierro o el exilio.
Ante esa oposición casi generalizada, el gobierno respondía con la represión. Y a partir de los años sesenta la suspensión de los supuestos derechos civiles reflejados en el Fuero de los Españoles era un hecho bastante frecuente. Para ello, el Gobierno decretaba el estado de excepción y podía reprimir, sin obstáculos, cualquier manifestación antifranquista.
La legislación consideraba como contrario al orden público: los paros colectivos, los cierres ilegales, las manifestaciones y las reuniones públicas, la divulgación de noticias “falsas”, etc. El Tribunal de Orden Público (TOP), creado en 1963, era el órgano encargado de la detención y juicio contra los encausados por delitos políticos. Estaba dirigido por un militar, y fue el responsable de las torturas y condenas dictadas sin el amparo de una defensa justa.
El Proceso de Burgos en 1970 fue famoso porque condenó a nueve etarras a pena de muerte y a siete más a cadena perpetua, en medio de una campaña de presión internacional contra esas condenas..
5)    FIN DEL RÉGIMEN
·       El asesinato de Carrero Blanco
En diciembre de 1973 el almirante Carrero Blanco, que desde junio era oficialmente el presidente del gobierno, fue asesinado por ETA (Operación Ogro). Para muchos, este hecho fue el principio del fin del franquismo. Entre 1973 y 1975, el temor inicial a un endurecimiento represivo tras ese asesinato dio paso a una fase con expectativas de cambio; Carlos Arias Navarro, el nuevo presidente, había planteado la posibilidad de una evolución dentro del régimen. Pero cualquier intención aperturista era contestada desde los sectores más conservadores del Ejército, Guardia Civil, la policía, falange y otros miembros interesados en que todo siguiera igual. A ese sector se le dio el nombre de búnker, al frente del cual se encontraba un viejo falangista, J. A. Girón de Velasco.
En el ejército, igual que había oficiales partidarios del régimen, había otros partidarios de una democratización (Unión Militar Democrática), como el general Díez Alegría, que en el verano de 1975 abortó una trama ultraderechista. El fin de la dictadura en Portugal, guiada por militares (Revolución de los Claveles), alentaba las esperanza de quienes pensaban que se podía producir el paso hacia la democracia.
·       La oposición entre 1973 y 1975
Santiago Carrillo, líder del PCE, creía posible lograr una transición pacífica hacia la democracia; aunque ello supusiera ir hacia una democracia capitalista y burguesa, pero había que hacer ver a los trabajadores que era preferible una situación así, antes que retroceder a posturas fascistas; de ahí que se comprometiera con la libertad. En el PSOE, tras el Congreso de Suresnes (Francia 1974, Felipe González se convertía en secretario general del PSOE), optaba por un proyecto socialdemócrata.
En julio de 1974 (con Franco ya enfermo) Carrillo crea en París la Junta Democrática, que agrupaba a la oposición democrática de izquierda: PCE, PTE (Partido de los Trabajadores de España) y PSP (Partido Socialista Popular, de Tierno Galván); a la vez que exigía al Gobierno amnistía, libertades y derechos fundamentales. Un año después, de los contactos entre PSOE y los grupos democristianos de Ruiz Giménez nace la Plataforma de Convergencia Democrática.
·       Crisis Final y muerte de Franco
Mientras ETA y el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico) continúan la oposición violenta, numerosas manifestaciones exigían el cambio democrático. Pero la dura represión de Arias Navarro demostraba la nula voluntad de éste a ceder.
Además, los miembros del búnker presionan y critican a algunos miembros del ejecutivo considerados blandos (uno de ellos, Pío Cabanillas, ministro de Información y Turismo, es cesado). A comienzo de 1975, otra crisis origina nuevos cambios ministeriales, entre los que destaca la entrada de Adolfo Suárez en el gobierno.
A finales de septiembre, dos miembros de ETA y tres del FRAP son fusilados tras aplicar la nueva ley antiterrorista. El 1 de octubre el dictador aparece en público por última vez en la Plaza de Oriente. donde acusa a los comunistas de provocar las reacciones que se sucedían en el extranjero por la muerte de los activistas citados.
La oposición veía más necesario que nunca acabar con el régimen y lograr la ruptura democrática, por lo que se unen las mencionadas Plataforma de Convergencia Democrática y la Junta Democrática (lo que se llamó platajunta) que supuso la puesta en práctica de acciones para exigir el respeto a los derechos humanos y la libertad política y sindical.
El 20 de noviembre de 1975 fallece Franco, y con él termina el régimen personalista basado en el autoritarismo, el catolicismo, el patriotismo y el rechazo a cualquier democratización. A partir de entonces se inicia una etapa conocida como la Transición Política.



















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