LA
RESTAURACIÓN. EL REINADO DE ALFONSO XII Y LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA.
Manifiesto de Sandhurst
He recibido de España un gran número de felicitaciones
con motivo de mi cumpleaños (...).
Cuantos me han
escrito muestran igual convicción de que sólo el restablecimiento de la
monarquía constitucional puede poner término a la opresión, a la incertidumbre
y a las crueles perturbaciones que experimenta España. Dícenme que así lo
reconoce ya la mayoría de nuestros compatriotas, y que antes de mucho estarán
conmigo los de buena fe, sean cuales fueren sus antecedentes políticos (...).
Por virtud de
la espontánea y solemne abdicación de mi augusta madre, tan generosa como
infortunada, soy único representante yo del derecho monárquico en España
(...).
Afortunadamente
la Monarquía hereditaria y constitucional posee en sus principios la necesaria
flexibilidad y cuantas condiciones de acierto hacen falta para que todos los
problemas que traiga su restablecimiento consigo sean resueltos de
conformidad con los votos y la
conveniencia de la nación.
No hay que
esperar que decida yo nada de plano y arbitrariamente; sin Cortes no
resolvieron los negocios arduos los Príncipes españoles allá en los antiguos
tiempos de la Monarquía, y esta justísima regla de conducta no he de olvidarla
yo en mi condición presente, y cuando todos los españoles están ya habituados a
los procedimientos parlamentarios. Llegado el caso, fácil será que se entiendan
y concierten las cuestiones por resolver un príncipe leal y un pueblo libre.
Nada deseo
tanto como que nuestra patria lo sea de verdad. A ello ha de contribuir
poderosamente la dura lección de estos tiempos, que si para nadie puede ser
perdida todavía lo será menos para las honradas y laboriosas clases populares,
víctimas de sofismas pérfidos o de absurdas ilusiones.
Cuanto se está viviendo enseña que las
naciones más grandes y próspera, y donde el orden, la libertad y la justicia se admiran mejor, son aquellas que
respetan más su propia historia. (...). Sea
lo que quiera mi propia suerte, ni dejaré de ser buen español, ni como todos
mis antepasados, buen católico, ni, como hombre del siglo, verdaderamente
liberal.
Sandhurst, Inglaterra, 1 de diciembre 1874
Constitución de 1876.
Don Alfonso XII, por la gracia de Dios, Rey constitucional de España; a
todos los que las presentes vieren y entendieren, sabed: Que en unión y de
acuerdo con las Cortes del Reino actualmente, hemos venido en decretar y
sancionar la siguiente Constitución de la Monarquía Española.
Artículo 4.-
Ningún español, ni extranjero, podrá ser detenido sino en los casos y en la
forma que las leyes prescriban.
Artículo 6.-
Nadie podrá entrar en el domicilio de ningún español, o extranjero residente en
España, sin su consentimiento, excepto en los casos y en la forma expresamente previstos en las leyes.
Artículo 10.-
(…) nadie podrá ser privado de su propiedad sino por autoridad competente y por
causa justificada de utilidad pública, previa siempre la correspondiente
indemnización. Si no precediera este requisito, los jueces ampararán y en su
caso reintegrarán en la posesión al expropiado.
Artículo 11.- La
religión Católica, Apostólica, Romana, es la del Estado. La Nación se obliga a
mantener el culto y sus ministros. Nadie será molestado en territorio español
por sus opiniones religiosas, ni por el ejercicio de su respectivo culto, salvo
el respeto debido a la moral cristiana. No se permitirán, sin embargo, otras
ceremonias ni manifestaciones públicas que las de la religión del Estado.
1. De emitir libremente sus ideas y
opiniones, ya de palabra, ya por escrito, valiéndose de la imprenta o de otro
procedimiento semejante, sin sujeción a la censura previa.
Artículo 19.-
Loas Cortes se componen de dos Cuerpos Colegisladores, iguales en facultades:
el Senado y el Congreso de los Diputados.
3. De senadores elegidos por las
corporaciones del Estado y mayores contribuyentes en la forma que determine la
ley.
El número de los senadores por derecho
propio y vitalicios no podrá exceder de ciento ochenta. Este número será el de
los senadores electivos.
Artículo 28.-
Los diputados se elegirán y podrán ser reelegidos indefinidamente por el método
que determine la ley.
Artículo 32.-
Las Cortes se reúnen todos los años. Corresponde al Rey convocarlas, suspender,
cerrar sus sesiones y disolver simultánea o separadamente la parte electiva del
Senado y el Congreso de los diputados, con la obligación, en este caso, de
convocar y reunir el Cuerpo o Cuerpos disueltos dentro de tres meses.
Artículo 44.- Si
uno de los Cuerpos Colegisladores desechare algún proyecto de ley o le negare
el Rey la sanción, no podrá volverse a proponer otro proyecto de ley sobre el
mismo objeto en aquella legislatura.
Artículo 46.-
Los senadores y diputados son inviolables por sus opiniones y votos en el
ejercicio de su cargo.
Artículo 49.-
Son responsables los Ministros. Ningún mandato del Rey puede llevarse a efecto
si no está refrendado por un Ministro, que por sólo este hecho se hace
responsable.
Artículo 50.- La
potestad de hacer ejecutar las leyes reside en el Rey, y su autoridad se
extiende a todo cuanto conduce a la conservación del orden público en el
interior y a la seguridad del Estado en lo exterior, conforme a la Constitución
y a las leyes.
Artículo
75.-
Unos mismos Códigos regirán en toda la Monarquía, sin perjuicio de las
variaciones que por particulares circunstancias determinen las leyes.
Artículo 76.- A los Tribunales y Juzgados pertenece
exclusivamente la potestad de aplicar las leyes (…)
Artículo 89.- Las Provincias de Ultramar serán
gobernadas por leyes especiales; pero el Gobierno queda autorizado para aplicar
a las mismas, con las modificaciones que juzgue convenientes y dando cuenta a
las Cortes, las leyes promulgadas o que se promulguen para la Península. Cuba y Puerto Rico serán
representadas en las Cortes del Reino en la forma que determine una ley
especial, que podrá ser diversa para cada una de las dos provincias.
Artículo transitorio.- El Gobierno
determinará cuándo y en qué forma serán elegidos los representantes a Cortes de
la isla de Cuba.
30 de junio de 1876
Situación en Cuba en 1878
Esta guerra no puede llamarse tal; es una
caza en un clima mortífero para nosotros, que nos es igual al desierto. (…)
Es cuestión de tiempo, y no puedo calcular
cuánto tardaré en reducirlos; y mientras estén en armas, no hay que hacerse
ilusiones, el peligro existe aún en la parte pacificada; podrá no venir, pero
amenaza; se creía antes que el carácter de estos habitantes no era propio para
la guerra; tanto el blanco como el negro nos han demostrado lo contrario. Las
promesas nunca cumplidas, los abusos de todos géneros, el no haber dedicado
nada al ramo de fomento, la exclusión de los naturales de todos los ramos de la
administración, y otra porción de faltas, dieron origen a la insurrección.
El creer los Gobiernos que aquí no había más
medio que el terror, y ser cuestión de dignidad no plantear las reformas hasta
que no sonase un tiro (con lo cual creo que hago una censura de esa idea), la
han continuado: por ese camino nunca hubiéramos concluido, aunque se cuaje la
isla de soldados: es necesario, si no queremos arruinar a España, entrar
francamente en el terreno de las libertades.
Yo creo que si Cuba es poco para
independiente, es más que lo bastante para provincia española, y que no venga
esa serie de malos empleados todos de la Península, que se dé participación a
los hijos del país, que los destinos sean estables.
Yo soy menos liberal que ustedes, y deploro
ciertas libertades; pero la época las exige; la fuerza no constituye nada
estable; la razón y la justicia se abren paso tarde
Carta del General Martínez Campos a Cánovas del Castillo, presidente del
Consejo de Ministros. Cuba, 19 de marzo
de 1878.
Programa del PSOE
Considerando que la sociedad actual tiene
tan solo por fundamento el antagonismo de clases; que este ha alcanzado en
nuestros días su mayor grado de desarrollo, como bien claro lo revela el cada vez
más reducido número de los inmensamente ricos y el siempre creciente de los
inmensamente pobres; que la explotación que ejercen aquellos sobre estos es
debida únicamente a la posesión de los primeros de la tierra, máquinas y demás
instrumentos de trabajo; que dicha posesión está garantizada por el poder
político, hoy en manos de la clase explotadora; es decir, de la clase media.
Por otra parte: considerando que la
necesidad, la razón y la justicia exigen que el antagonismo entre una y otra
clase desaparezca, reformando o destruyendo un estado social que tiene sumidos
en la más espantosa miseria a los que emplean toda su vida en producir la
riqueza que poseen los que en muy poco, o nada, son útiles a la sociedad; que
esto no se puede conseguir más que de un solo modo: aboliendo las clases y con
ellas los privilegios y las injusticias que actualmente reinan y creando en su
lugar colectividades obreras unidas entre sí por la reciprocidad y el interés
común; que las transformaciones de la propiedad individual en propiedad social
o de la sociedad entera es la base firme y segura en que ha de descansar la
emancipación de los trabajadores; que la poderosa palanca con que estos han de
remover y destruir los obstáculos que a dicha transformación de la propiedad se
opongan ha de ser el poder político, del cual se vale la clase media para
impedir la reivindicación de nuestros derechos.
Por tanto, el Partido Socialista Obrero Español declara que su
aspiración es:
Abolición de clases, o sea, emancipación completa de los trabajadores.
Transformación de la propiedad individual en propiedad social o de la sociedad
entera. Posesión del poder político por la clase trabajadora.
Y como medios inmediatos para acercarnos a la realización de este ideal,
los siguientes:
Libertades políticas. Derecho de
coalición o legalidad de las huelgas. Reducción de las horas de trabajo.
Prohibición del trabajo de los niños menores de nueve años, y de todo trabajo
poco higiénico o contrario a las buenas costumbres, para las mujeres. Leyes
protectoras de la vida y de la salud de los trabajadores. Creación de
comisiones de vigilancia, elegidas por los obreros, que visitarán las
habitaciones en que éstos vivan, las minas, las fábricas y los talleres.
Protección a las Cajas de socorros mutuos y pensiones a los inválidos del
trabajo. Creación de escuelas gratuitas para la primera y segunda enseñanza y
de escuelas profesionales en cuyos establecimientos la instrucción y educación
sean laicas. Justicia gratuita y Jurado para los delitos. Servicio de las Armas
obligatorio y universal y milicia popular. Reformas de las leyes de inquilinato
y desahucios y de todas aquellas que directamente lesionen los intereses de la
clase trabajadora. Adquisición por el Estado de todos los medios de transporte
y de circulación, así como de las minas, bosques, etc., etc., y concesión de
los servicios de estas propiedades a las asociaciones obreras constituidas o que
se constituyan al efecto. Y todos aquellos medios que el Partido Socialista
Obrero Español acuerde según las necesidades de los tiempos.
Madrid, 9 de julio de 1879. Alejandro Ocina, Gonzalo H. Zubiaurre,
Victoriano
Manipulación electoral
“Ministerio de la Gobernación al gobernador
de Gerona, 18 de Enero de 1880.
Redoble V. S. sus esfuerzos para desbaratar
toda candidatura que no sea la que yo le indique en el distrito Olot. Prepare
V. S. el campo para un candidato que acaso irá al país”
“Ministerio de la Gobernación al gobernador
de Gerona, 12 de febrero de 1880.
No suponía yo que el Gobernador de Gerona
tuviera que esperar a una reunión de Diputados y Senadores de la provincia para
resolverse a apoyar una candidatura en elecciones parciales. El resultado de la
reunión debía estar, no ya previsto, sino preparado por V. S.”
Colaboración de Castelar con la
Restauración
Hemos entrado en un nuevo período político. El Ministerio presidido por
Cánovas había prestado relevantes servicios, terminando la guerra civil en
España y en Cuba. Pero no había sabido coronar el orden alcanzado por los
sacrificios de todos, con la libertad de todos...El señor Sagasta... ha colgado
la Ley de Imprenta en el Museo Arqueológico de las leyes inútiles; ha abierto
la Universidad a todas las ideas y a todas las escuelas; ha dejado un amplio
derecho de reunión... y ha entrado en un período tal de libertades prácticas y
tangibles que no podemos envidiar cosa alguna a los pueblos más liberales de la
tierra. Nosotros, si sabemos mantener la paz pública y el orden regular en las
calles y en los campos, nada, pero absolutamente nada podemos temer ya por
nuestras libertades. Bien es verdad que para todo esto era necesario cambiar la
complexión revolucionaria de la democracia española en complexión pacífica y
legal. A esta obra me he consagrado desde 1874.
Emilio
Castelar. Discursos parlamentarios, 1881
Descripción de
la clase media
Ya no era el apocado y meticuloso provinciano recién llegado a Madrid a
pretender un destinillo que nunca se me daba; que estudiaba en los transeúntes
el modo de andar y de vestir a la moda, y, estrujando los bolsillos para sacar
un puñado de pesetas que no eran mías, adquiría con ellas un contrahecho arreo con
que presentarme, tropezón y balbuciente, entre las gentes elegantes; (...)
vestía a la moda porque mi sueldo, casi doblado desde que me había metido a
crítico, daba para ello; era yo, en fin, un publicista que tenía un nombre que
sonaba mucho en tertulias y cafés, y amigos y admiradores, y trato de gentes, y
soltura y desembarazo para andar por Madrid como por mi casa (...) ¿Quién,
pues, como yo para entender con planta firme en los empingorotados salones y
aspirar a ser el mimado cronista de sus fiestas y ornamentos?
J.M.
de Pereda: Pedro Sánchez, 1883
La sociedad
española de finales del siglo XIX
Los que deseen formarse clara idea de las
condiciones en que vive nuestro pueblo, deben visitar las casas cuyas señas
indicamos, y examinar por sí mismos los alimentos y los vestidos; solo así se podrá
adquirir un conocimiento exacto de cosas que no son para ser descritas al por
menor. La mortalidad en las masas obreras es superior a la de las demás clases
sociales. Para convencerse de ello basta comparar el número de defunciones por
cada mil habitantes que ocurren en los distritos de Madrid donde predominan las
gentes pobres (Latina, Inclusa...), con las cifras análogas obtenidas en los
barrios poblados por personas ricas o clase media (Centro, Buenavista...). En
algunas calles habitadas casi completamente por jornaleros y desvalidos la
cifra relativa de mortalidad está representada casi por el doble de la cifra
media de Madrid, según se deduce de los datos consignados en el registro civil.
Influyen
en tan malos resultados dos géneros de causas:
1. La mala alimentación, vestidos,
habitación, etc.
2. La ausencia completa en los talleres de
las precauciones sanitarias (...). Los alimentos que consumen en Madrid los
obreros son caros y malos (...).
El
obrero toma menos cantidad de materia alimenticia de la que necesita, y esta
cantidad no tiene para la nutrición el valor que aparenta. Consecuencias
finales: el agotamiento gradual de fuerzas, la predisposición a enfermar, el
exceso de mortalidad.
Los
obreros de Madrid viven: Algunos en barrios construidos para estas clases.
Muchos, en otros barrios donde preponderan las masas jornaleras. Bastantes en
buhardillas y patios de distintas casas.
Los primeros son los que se encuentran mejor
alojados. Uno de los barrios, deja hoy por hoy poco que desear. Las últimas
casas que se han levantado en él constan: de un recibimiento, cuartito para
guardar ropas o herramientas, cocina y patio en la planta baja, un saloncito y
dos alcobas en el principal. Los obreros que ocupan las casas pueden
adquirirlas abonando en un período que no ha de pasar de veinte años cuatro mil
doscientas cincuenta pesetas. Los barrios de Madrid donde preponderan los
obreros carecen de limpieza, de higiene y de toda clase de condiciones para ser
habitados, sin dejar de hallarse en continuo peligro la salud y la vida de sus
moradores. Visítense detenidamente la mayor parte de las casas de muchas calles
(...)
y se verá hasta qué punto se hacinan aquí las gentes en miserables cuartuchos”.
Enrique Serrano Fatigati, 1884
En Madrid, uno se pregunta dónde empieza el gran mundo y dónde termina.
Todo el mundo se conoce. Una presentación se acompaña inevitablemente del
ofrecimiento, por ambas partes, de su casa. Y puede aceptarse la hospitalidad
sin temor a encontrarse nunca con mala cara o mala acogida en casa de nadie.
Desde hace dos o tres años las señoras españolas han establecido la
costumbre de tener ‘un día’ para recibir; pero se va a todas partes, en
cualquier momento; las visitas, las comedias de salón, las cenas y los paseos
ocupan la vida corriente de las madrileñas. Se acuesta uno a las dos o las tres
de la madrugada y se levanta uno a las diez, sin otra preocupación que la de
distraerse. Para un joven como usted, Madrid es la tierra prometida. Durante
seis meses del año le faltará tiempo para divertirse (...) hay diez días de
gala, once de media gala, una temporada de ópera y salones permanentes en los
que se recibe cuatro veces por semana; un encantador paseo de coches en el
Retiro, corridas de toros, carreras de caballos, los conciertos de primavera y
los días de moda en el Teatro Español y en la Comedia. Si con este repertorio
se aburre usted, es que ya está hastiado de todos los placeres. Lo primero que
debe hacer es abonarse a la Ópera, le guste o no le guste la música; mejor es
que no le guste, y así compartirá esa indiferencia con el gran mundo madrileño.
Solo el pueblo, colocado en el inmenso gallinero de lo alto, escucha en la
Ópera la música que adora. Ya le he dicho que cada palco es un salón, donde se
visita a los amigos; es allí donde se hacen las presentaciones y se conoce a la
gente por primera vez. Hermosas mansiones, viejos palacios, reciben a la vez a
aristócratas, altos funcionarios, generales y financieros, poetas y novelistas.
Lo encantador de estas reuniones es la nobleza de sentimientos, la tolerancia
de este gran mundo, donde Castelar y Cánovas, Martos y Carvajal, carlistas y
demócratas, se tutean, se abordan y se quieren, porque el español no es rencoroso”.
Conde Paul Vasili, 1885.
Criáronle con regalo y exquisitos cuidados,
pero sin mimo. Don Baldomero no tenía carácter para poner freno a su
estrepitoso cariño paternal, ni para meterse en severidades de educación y formar
al chico como le formaron a él. Santa Cruz tenía muy presentes las ferocidades
disciplinarias de su padre, los castigos que le imponía y las privaciones que
le había hecho sufrir. Todas las noches del año le obligaba a rezar el rosario
con los dependientes de la casa; hasta que cumplió los veinticinco nunca fue a
paseo solo, sino en corporación con los susodichos dependientes; el teatro no
lo cataba sino el día de Pascua, y le hacían un trajecito nuevo cada año, el
cual no se ponía más que los domingos. Teníanle trabajando en el escritorio en
el almacén desde las nueve de la mañana a las ocho de la noche, y había de
servir para todo, lo mismo para mover un fardo que para escribir cartas. Al anochecer,
solía su padre echarle los tiempos por encender el velón de cuatro mecheros
antes de que las tinieblas fueran completamente dueñas del local. En lo tocante
a juegos, no conoció nunca más que el mus, y sus bolsillos no supieron lo que
era un cuarto hasta mucho después del tiempo en que empezó a afeitarse. Todo
fue rigor, trabajo, sordidez. Pero lo más particular era que creyendo don
Baldomero que tal sistema había sido eficacísimo para formarle a él, lo tenía por
deplorable tratándose de su hijo. Esto no era una falta de lógica, sino la
consagración práctica de la idea madre de aquellos tiempos: el progreso: ‘¿Qué
sería del mundo sin progreso?’, pensaba Santa Cruz, y al pensarlo sentía ganas
de dejar al chico entregado a sus propios instintos.
Había
oído muchas veces a los economistas que iban de tertulia a casa de cantero, la
célebre frase laissez aller, laissez passer (…). Felizmente para Juanito,
estaba allí su madre, en quien se equilibraban maravillosamente el corazón y la
inteligencia. Sabía coger las disciplinas cuando era menester y sabía ser
indulgente a tiempo. Si no le pasó nunca por las mientes obligar a rezar el
rosario a un chico que iba a la universidad y entraba en la cátedra de
Salmerón, en cambio no le dispensó del cumplimiento de los deberes religiosos
más elementales. Bien sabía el muchacho que si hacía novillos a la misa de los
domingos, no iría al teatro por la tarde, y que si no sacaba buenas notas en
junio, no había dinero para el bolsillo, ni toros, ni excursiones por el campo
(…) ni los demás divertimentos con que se recompensaba su aplicación (…). La
casa era tan grande, que los dos matrimonios vivían en ella holgadamente y les
sobraba espacio. Tenían un salón algo anticuado, con tres balcones. Seguía por
la izquierda el gabinete de Barbarita, luego otro aposento, después la alcoba.
A la derecha del salón estaba el despacho de Juanito, así llamado, no porque
este tuviese nada que despachar allí, sino porque había mesa con tintero y dos
hermosas librerías. Era una habitación muy bien puesta y cómoda. El gabinetito de
Jacinta, inmediato a esta pieza, era la estancia más bonita y elegante de la
casa y la única tapizada con tela; todas las demás lo estaban con colgadura de
papel, de un arte dudoso, dominando los grises y tórtola con oro (…). Los
muebles eran de raso y felpa y seda combinadas con arreglo a la moda, siendo de
notar que lo que allí se veía no chocaba por original ni tampoco por rutinario.
Seguía luego la alcoba del matrimonio joven, la cual se distinguía
principalmente de la paterna en que en esta había lecho común y los jóvenes los
tenían separados. Sus dos camas de palosanto eran muy elegantes, con pabellones
de seda azul. La de los padres parecía un andamiaje de caoba con cabecera de
morrión y columnas como las de un sagrario de Jueves Santo. La alcoba de los
pollos se comunicaba con habitaciones de servicio y le seguían dos grandes piezas
que Jacinta destinaba a los niños… cuando Dios se los diera (…). El comedor era
interior, con tres ventanas al patio, su gran mesa y aparadores de nogal llenos
de finísima loza de China, la consabida sillería de cuero claveteado, y en las
paredes papel imitando roble, listones claveteados también, y los bodegones al
óleo (…). Estaban abonados los Santa Cruz a un landó. Se los veía en los
paseos; pero su tren era de los que no llaman la atención. Juan solía tener por
temporadas un factón o un tílburi, que guiaba muy bien, y también tenía caballo
de silla; mas le picaba tanto la comezón de la variedad, que a poco de montar
un caballo ya empezaba a encontrarle defectos y quería venderlo para comprar otro.
Los dos matrimonios se daban buena vida (…). Comían bien: en su casa había muy
poca etiqueta y cierto patriarcalismo, porque a veces se sentaban a la mesa
personas de clase humilde y otras muy decentes que habían venido a menos. No
tenían cocinero de estos de gorro blanco, sino una cocinera antigua muy bien
amañada, que podía medir sus talentos con cualquier jefe; y la ayudaban dos
pinchas, que más bien eran alumnas. Todos los primeros de mes recibía Barbarita
de su esposo mil duretes. Don Baldomero disfrutaba de una renta de veinticinco
mil pesos, parte de alquileres de su casa, parte de acciones del Banco de
España y lo demás de la participación que conservaba en su antiguo almacén.
Daba además a su hijo dos mil duros cada semestre para sus gastos particulares,
y en diferentes ocasiones le ofreció un pequeño capital para que emprendiera
negocios por él; pero al chico le iba bien con su dorada indolencia y no quería
quebraderos de cabeza: el resto de su renta lo capitalizaba don Baldomero, bien
adquiriendo más acciones cada año, bien amasando para hacerse con una casa más
(…). Del gobierno doméstico cuidaban las dos, pero más particularmente la suegra,
que mostraba ciertas tendencias al despotismo ilustrado.
Benito Pérez Galdós: Fortunata y Jacinta (1886-1887)
La Constitución interna según Cánovas.
Para nosotros jamás, por ningún camino se puede llegar, por medio de la
legalidad, a la supresión de la monarquía, a causa de que no hay legalidad sin
la monarquía, a causa de que sin la monarquía puede haber hechos, puede haber
fuerza, puede haber batallas; pero no hay, ni puede haber, legalidad. ( ... ) y
es que para tocar la Constitución del Estado, expresión de estos conceptos
anteriores, siempre se necesita en uno u otro momento, siquiera sea en un solo
momento decisivo, siempre se necesita la sanción real. ¿Quién habla, quién
puede hablar, quién puede sospechar que sea posible esa pretendida evolución
legal? ¿Quién cuenta jamás con el suicidio entre las soluciones naturales y
legales referentes a la vida humana? Ni las Cortes es posible que voten su
supresión, ni es posible que acuerde su supresión el monarca; y de aquí que las
Cortes y el Rey, que están antes que la Constitución, pues que la Constitución
se hace entre el Rey y las Cortes, estén también sobre la Constitución; porque
la Constitución, si toca y puede tocar lo demás, no puede tocar ni a las Cortes
ni al Rey. Puede tocar a la organización de los poderes de la monarquía,
regulándolos en una u otra forma; puede tocar a los derechos de las Cortes y a
sus deberes; puede desenvolver perfectamente los dos principios, como realmente
los desenvuelve; pero en cuanto a la existencia de la monarquía, en cuanto a la
existencia de las Cortes y del Rey, claro es que la Constitución no puede
tocarlas (…).
En este sentido, y no en otro, he dicho yo alguna vez aquello de la
constitución interna (...).
Antonio Cánovas
del Castillo. Discurso pronunciado en el
Congreso de los Diputados. 3 de julio de 1886.
Denuncia del caciquismo y de la corrupción electoral.
La nuestra es una falsa en toda su desnudez,
una completa farsa especial y exclusiva de las elecciones españolas. Ya se
trate de sufragio universal o restringido, no hay sino un solo y único elector:
el ministro de la Gobernación, el cual, ayudado por los gobernadores de las
provincias y por un ejército de funcionarios de toda clase...prepara, ejecuta y
lleva a cabo todas las elecciones desde su despacho, bien situado en el centro
de Madrid.
Se confeccionan las listas de electores
poniendo algunos nombres reales entre una serie de nombres imaginarios y, sobre
todo, nombres de difuntos que en el acto de la votación están representados por
empleados subalternos vestidos con trajes civiles. El autor de estas líneas ha
visto en muchas ocasiones cómo su padre, a pesar de llevar muerto muchos años,
acudía a depositar su voto en la urna, en la persona de un barrendero o de un
sabueso de la policía vestido para tal ocasión con un terno prestado...
Este sistema de elecciones...no es el peor
de los medios empleados para falsear el sufragio por los llamados defensores
del parlamentarismo y del sistema de representación. Apresurémonos a decir que
lo más frecuente es que no se entretengan en estos simulacros de respeto humano
y que se aumente pura y simplemente el número de votos hasta asegurar la
elección del candidato que desean ver nombrado. En este terreno se suele sobrepasar los
límites de lo grotesco y de lo absurdo. Para que los lectores extranjeros
puedan llegar a hacerse una pequeña idea de lo que ocurre, citaremos el caso de
un general de brigada, candidato ministerial por el distrito de Berga, que
obtuvo más de un millón y medio de votos, a pesar de que el distrito sólo
contaba con varios miles de habitantes. Ambos competidores disponían de medios
para hacer subir los votos en los colegios electores que les eran afectos, pero
la victoria fue para el más audaz.
En virtud de esta ley de incoherencia...los
últimos restos de legalidad y de pudor electoral fueron destruidos precisamente
por el partido del señor Sagasta, quien tiene la pretensión de representar el
matiz más liberal de los monárquicos...A este partido liberal se debe, sin
lugar a duda, la creación del la Partida de la Porra, que salpicó de sangre las
calles de muchas ciudades que se atrevieron a oponer resistencia a la voluntad
de los que dirigían las elecciones...Desde entonces, lo grotesco llegó al
extremo de instalar colegios electorales en el local del Círculo, propiedad del
partido dominante, local cuyo acceso estaba prohibido a los que no eran socios
del mismo. Otras veces se colocaba la
urna en el piso superior de una casa, cuyo portal quedaba cerrado; los
electores entraban por una ventana con ayuda de una escalera que sólo se
facilitaba a los amigos.
Valentín
Almirall. España tal como es, París,
1886.
"¿Cómo funciona esta singular máquina
de la política nacional? El primer paso de este funcionamiento son las
elecciones que aparecen aquí como una institución de los Estados de Derecho
modernos: aunque en el fondo sea un artificio más del caciquismo. Los caciques
designan previamente a los candidatos, que salen según los diferentes niveles
de las elecciones (generales, provinciales, locales) de sus propias filas
caciquiles. Los del bando contrario hacen lo propio, y la lucha electoral
simula entonces una contienda política de verdad. Pero el planteamiento es, en
realidad, diferente: apenas los candidatos saltan a la palestra, la máquina
caciquil empieza a moverse con frenesí, presionando sobre las diferentes áreas
de la red social mencionada para que todos voten por el candidato propuesto. En
un país donde las leyes son una burla, todo, quien más, quien menos, tiene algo
que perder y solamente el padrinazgo del caciquismo puede ahuyentar ese peligro
constante que a todos persigue. Las voluntades se compran y la razón del número
acude vertiginosa al favor del candidato propuesto. No hay escape posible a
esta presión, sobre todo porque el caciquismo se halla en el momento más alto y
avasallador".
Ricardo Macías Picavea: El problema nacional, 1899
Los elementos componentes
de nuestro régimen oligárquico son tres: 1º Los oligarcas (los llamados
primates) prohombres o notables de cada bando, que forman su “plana mayor”
residentes ordinariamente en el centro. 2º Los caciques, de primero, segundo o
ulterior grado, diseminados por el territorio. 3º El gobernador civil, que les
sirve de órgano de comunicación y de instrumento. A esto se reduce
fundamentalmente todo el artificio bajo cuya pesadumbre gime rendida y postrada
la nación. Oligarcas y caciques constituyen lo que solemos denominar clase
directora o gobernante, distribuida o encasillada en «partidos».
En las elecciones, dice,
no es el pueblo, sino las clases conservadoras y gobernantes, quienes
falsifican el sufragio y corrompen el sistema, abusando de su posición, de su
riqueza, de los resortes de la autoridad y del poder que, para dirigir desde él
a las masas, les había sido entregado.
Joaquín Costa: Oligarquía y
caciquismo, 1901
No es, no es nuestra forma de gobierno un régimen parlamentario, viciado por corruptelas y abusos, según
es uso entender, sino, al contrario, un régimen
oligárquico, servido, que no moderado, por instituciones aparentemente
parlamentarias. O, dicho de otro modo, no es el régimen parlamentario la regla,
y excepción de ella los vicios y las corruptelas denunciadas en la prensa y en
el Parlamento mismo durante sesenta años; al revés, eso que llamamos
desviaciones y corruptelas constituyen el régimen, son la misma regla. (...).
Nos enseña, en primer lugar, que el problema de la libertad, que el
problema de la reforma política no es el problema ordinario de un régimen ya
existente, falseado en la práctica, pero susceptible de sanearse con
depurativos igualmente ordinarios, sino que es un hecho, y positivamente, todo
un problema constitucional de cambio de forma de gobierno; que se trata nada
menos que de una revisión del movimiento revolucionario de 1868, y, más aún, de
la revolución misma de todo el siglo XIX, respuesta al estado del problema.
Nos enseña, en segundo lugar, que mientras esa revolución no se haga,
que mientras soportemos la actual forma de gobierno, será inútil que tomemos
las leyes en serio, buscando en ellas garantía o defensa para el derecho. (...)
Oligarcas y caciques constituyen lo que solemos denominar clase directora o
gobernante, distribuida o encasillada en "partidos". Pero aunque se
lo llamemos, no lo es; si lo fuese, formaría parte integrante de la Nación,
sería orgánica representación de ella, y no es sino un cuerpo extraño (...).
Joaquín Costa: Oligarquía
y Caciquismo, 1901.
Es muy triste considerar cómo se han hecho
las últimas elecciones, con el menor número posible de electores, con bastantes
resurrecciones de muertos y no pocas violencias y atropellos. Ya es costumbre que
solo voten los que de una manera u otra sacan partido de las amistades y
servicios políticos, y la inmensa mayoría de la nación, mirando tan importante
acto con desdén, se abstiene de tomar parte en él, segura de no alcanzar por
procedimientos representativos el remedio de sus males. Por esto vemos que no
hay gobierno que no saque mayoría en el número y forma que más le cuadra y desde
que un bando político, cualquiera que sea, se entroniza en el ministerio de la
Gobernación, ya puede estar seguro de que el país le ha de graciar con unas
cámaras a su gusto. Resultado de este fraude político es que las elecciones las
hace el ministro de la Gobernación y de aquella fábrica de votos salen también
las minorías. No pudiendo marchar bien el sistema sin oposición, el gobierno la
fabrica con el mismo celo que pone en la construcción de la mayoría. De
antemano se sabe quiénes han de componer la minoría, que en ningún caso como en
este merece el gráfico nombre de oposición de S. M. ¡Si el gobierno la trae y
la nombra poco menos que de real orden!
(…) No hay ni puede haber lucha en estas condiciones.
Benito Pérez Galdós, Política
española, Antología de artículos, 1884.
“Ayer se celebraron las elecciones. Y ha
salido diputado, como siempre, un hombre frívolo, mecánico. Automático, que
sonríe, que estrecha manos, que hace promesas, que pronuncia discursos. No hay
cosa más abyecta que un político: un político es un hombre que se mueve
mecánicamente, que pronuncia inconscientemente discursos, que estrecha manos a
personas a quienes no conoce, que sonríe, sonríe siempre con una estúpida
sonrisa automática (...). Esa sonrisa Azorín la juzga emblema de la idiotez
política”.
Azorín, 1902.
Consecuencia de
este sistema es el caciquismo, o sea, el entronizamiento de ciertos individuos
en las localidades, los cuales, como instrumento del diputado, son dueños de
los resortes administrativos. El cacique da y quita míseros empleos que
disfrutan los más pobres del pueblo; suyos son el cartero, el secretario
del Ayuntamiento, el peón caminero, el expendedor de efectos estancados. El
cacique es quien al hacer el reparto de la contribución carga la mano al
adversario, aliviando al amigo, de lo que se originan disgustos mil, y a veces
porrazos y hasta puñaladas. Verdad que el tirano de la aldea agobia a ésta con
sus exigencias, hasta el punto de que muchos representantes del país reniegan
de la hora en que se metieron en líos.
Benito Pérez Galdós, Obras
completas, Volumen III.
Contra el
proteccionismo económico.
¿Alzar una barrera a través de los derechos arancelarios es por ventura
el único medio de proteger la agricultura? No (...) ¿Cree el Sr. Cánovas que es
el único remedio para que los males de la agricultura desaparezcan, que no hay
otra solución que la de elevar los derechos establecidos en el arancel para los
cereales? Pues de esta manera sólo conseguirá encarecer la vida, dificultar la
producción y ponernos, por tanto, en peores condiciones en la lucha con los
países que hoy en día producen más barato que nosotros.
J.
López Puigcerver: Diario de Sesiones de
las Cortes (1888)
El proteccionismo, aprovechando la reacción
política y económica de la restauración, ha conseguido paralizar la reforma de
1869 (…). Yo no diré ahora (…) que sean
precisamente debidos todos los progresos evidentes de todas las industrias en
España a la reforma de 1869; pero sí diré, porque es notorio, que los progresos
de todas las industrias españolas importantes han coincidido en el tiempo con
las varias reformas arancelarias liberales que se han hecho desde 1841 acá. (…).
Veamos el efecto necesario de la subida de los aranceles, que es el famoso
remedio proteccionista.
Sucederá, si el artículo recargado es de
absoluta necesidad para la vida, que una parte de lo que el país dedicaba a
satisfacer esa necesidad con productos del extranjero, irá a aumentar el consumo
de los similares nacionales, pero esto se verificará a costa de una reducción
en el consumo de todos los demás artículos menos necesarios. La industria
favorecida obtendrá una ventaja; para las demás se agravará o se presentará la
crisis; y si se elevan los derechos de todas, la ruina será general e
inevitable para productores y consumidores.
¿Qué sucede, en efecto, en las industrias
protegidas? El producto se encarece, si es su consumo necesario (…); los
productores pueden realizar y realizan grandes beneficios. El capital que está
invertido en otras industrias, al ver que en la protegida se obtienen
beneficios mayores, acude a ella abandonando su anterior empleo (…).
Por esta excitación resulta una afluencia
anormal del capital y del trabajo a la producción de los artículos favorecidos,
que llega a aumentar su número con exceso sobre las necesidades naturales y
propias del mercado. La venta se hace difícil, los almacenes se llenan de
mercancías sin salida, y preséntase fatalmente la crisis, la cual no puede
cesar sino disminuyendo la producción; esto es, haciendo todo lo contrario de
la elevación de los derechos protectores que la estimulan artificial y
violentamente.
Gabriel Rodríguez, «De la libertad de
comercio», Revista de España,
1888.
La vida de
la clase obrera
La mortalidad en las masas obreras es
superior a la de las demás clases sociales. (…)Influyen en tan malos resultados
dos géneros de causas: 1. º La mala alimentación, vestidos, habitación, etc. 2.
º La ausencia completa en los talleres de las precauciones sanitarias adoptadas
primero en los pueblos sajones (Inglaterra, Estados Unidos, Australia…), y
luego en casi todos los civilizados. Estas precauciones son muy necesarias en
las industrias donde se desprenden partículas sólidas o gases. (…) El obrero
toma menos cantidad de materia alimenticia de la que necesita (…).
Consecuencias finales: el agotamiento gradual de fuerzas, la predisposición a
enfermar, el exceso de mortalidad que hemos indicado. (…)
Los barrios de Madrid donde preponderan los
obreros carecen de limpieza, de higiene y de toda clase de condiciones para ser
habitados, sin dejar de hallarse en continuo peligro la salud y la vida de sus moradores.
Visítense detenidamente la mayor parte de las casas de muchas calles, como las
del (se citan calles concretas) y se verá hasta qué punto se hacinan aquí las
gentes en miserables cuartuchos.
La edad de seis años para empezar a trabajar
es la general no solo en Cataluña, sino en los demás centros fabriles de España
(…). En estas regiones como en las antes citadas trabajan [los niños] de doce a
trece horas, ganan muy poco y se les trata muy mal (…). Se les emplea en todos
(los tipos de trabajo), sin andarse con (…) distinciones (de edad o sexo), y es
muy natural que así sea, pues los niños, a pesar de su escasa fuerza
productora, tienen para el capitalista la doble ventaja de costar poco en el
mercado de trabajo y contribuir con su presencia en él a abaratar el precio de
alquiler del trabajo adulto.
Comisión de Reformas Sociales, Información
oral y escrita (1889)
En mi oficio, el término medio del
salario de un oficial de encuadernador es de 10 reales; y el gasto diario de
una familia, suponiéndola de tres individuos, y creo que no exagero es el
siguiente:
Los días laborables al año,
descontados los 67 festivos, son 298, que, a razón de 2,50 pesetas de jornal,
término medio, en mi oficio, dan un resultado de 745 pesetas.
Resumen: viviendo con la economía posible para no morirse de hambre, una
familia proletaria gasta al año 1 449,05 pesetas, y gana el jefe de ella,
suponiendo que trabaje todos los días laborables del año 745 pesetas. El
déficit al año es de 704,05 pesetas.
Y téngase en cuenta —añade el encuadernador— que no he puesto gastos para
enfermedades y para vestir… De modo que queda demostrado que el salario es
insuficiente…
Gastos Pesetas
Casa 0,50
Pan, 2 kilos, a 36 céntimos
0,72
Carbón, un kilo 0,23
Desayuno compuesto de café y
leche 0,36
Comida del mediodía
Garbanzos, 125 gramos
Carne, 250 gramos
Tocino, 72 gramos
Verdura, medio kilo
0,12
0,50
0,15
0,08
Cena
Carne, 250 gramos
Patatas, 3/4 de kilo
Aceite, 125 gramos
0,50
0,12
0,24
Luz, aceite mineral 0,10
Jabón y varios 0,25
Tabaco 0,10
Total diario 3,97
Total anual 1 449,05
Comisión de Reformas Sociales, Información oral y escrita (1889)
La
opinión de Cánovas del Castillo sobre el sufragio universal.
“Yo creo que el sufragio universal si es
sincero, si da un verdadero voto en la gobernación del país a la muchedumbre,
no solo indocta, que eso sería casi lo de menos, sino a la muchedumbre
miserable y mendiga, ha de ser el triunfo del comunismo y la ruina del
principio de propiedad (…). Escójase, pues, entre la permanente falsificación
del sufragio universal o su supresión si no se quiere tener que elegir entre la
existencia y la desaparición de la propiedad (…). Cuando las minorías
inteligentes, que serán siempre las minorías propietarias, encuentren que es imposible
mantener la igualdad de derechos con ellos a la muchedumbre; cuando vea que la
muchedumbre se prevalece de los derechos políticos que se han dado (…) buscarán
dondequiera la dictadura y la encontrarán”.
Ideario anarquista
El asalariado, de hecho, reduce al hombre política y económicamente a la
esclavitud, porque no sólo coloca al obrero bajo la dependencia del
capitalista, sino que además implica su despojo, puesto que el capitalista
detenta naturalmente, para enriquecerse, el producto del trabajo de todos en
beneficio exclusivamente suyo. Si así no fuera, ocurriría que a la par que
aumentase el capital de un industrial, se verían aumentar también y al mismo
tiempo los capitales de sus obreros; y lo que ocurre es precisamente lo
contrario, pues que a la par que crecen las riquezas de la burguesía crece
también la miseria de los trabajadores...por consecuencia obligada de las
anteriores premisas, queremos los anarquistas, de acuerdo con los principios
elementales de la justicia, igualdad de condiciones económicas para todos los
hombres, lo que sólo puede alcanzarse poniendo a disposición de las
colectividades productoras la tierra y los instrumentos del trabajo industrial,
para que utilizándolos aquéllos directamente atiendan las necesidades propias y
a las generales del cuerpo social por los medios y procedimientos que juzguen
más adecuados...
Queremos...que la vida social se organice de abajo a arriba, por
contratos con individuos e individuos y contratos entre asociaciones de oficio
y asociaciones de oficio, como primer elemento constituyente del porvenir.
Queremos el contrato de momento, siempre revisable y reformable, que dura tanto
como dure su objetivo y la voluntad de las partes contratantes...
Que la más completa libertad permita a todos obrar y producirse en las
más diversas relaciones sin coacción alguna externa...
Una sociedad fundada en la
igualdad de condiciones y la libertad más completa hará hermanos a todos los
hombres y la generosidad y los sentimientos de solidaridad se producirán
esplendorosos para remediar todos los males y suplir todas las deficiencias.
Esto es, en suma, lo que queremos, la transformación que busca gran
número de trabajadores, el ideal novísimo del proletariado anarquista.
La Cuestión Social, Valencia, 28 de mayo de 1892.
Justificación
de la propaganda de hecho
Sr. Director de "El País"
... quiero... dejar bien aclaradas las
causas que han influido en mi manera de ser y los objetivos que me proponía
conseguir con el atentado del 24 de septiembre.
... He mantenido a lo largo de mi vida
una lucha titánica por la existencia. He sentido en mi propia piel los efectos
de esta sociedad, mal constituida y peor gobernada. Constato que es un cuerpo
gangrenado... He creído que era necesario destruirla y he querido ofrecer a esa
obra demoledora mi aportación en forma de otra bomba.
Al general Martínez Campos, como soldado
y como caballero, lo respeto. Pero he querido herirlo, he querido deshacer uno
de los muchos pilares sobre el que descansa el actual estado de las cosas en
España...Quiero que conste que, al realizar mi acto, no me impulsaba otro móvil
que el de sacrificar mi vida en beneficio de mis hermanos de desgracia...
...No quiero que señalen a mis hijos
como los hijos de un asesino, sino que se les considere como hijos de un hombre
honrado que dio su vida por una causa que, quizás equivocadamente, creía la
mejor, pero que dio su sangre en la convicción de que hacía un buen servicio a
la humanidad.
Firmado.
Paulino Pallás Latorre
Carta publicada en el periódico "El
País" el 8 de octubre de 1893. Fue juzgado, condenado a muerte y ejecutado
el 6 de octubre del mismo año.
Castillo de Montjuic. Calabozo núm 5. 3
de octubre de 1893
Objetivos de
la Unión General de Trabajadores
La Unión General de Trabajadores de España se propone:
1º Reunir en su seno las diversas
organizaciones obreras que tengan por fin la mejora y la defensa de las
condiciones de trabajo por medio de la resistencia.
2.- Provocar la creación de nuevas
Sociedades de oficios donde éstas no existan y ayudarlas para que constituyan
Federaciones locales y Uniones nacionales
5.- Reclamar a los poderes públicos
leyes que favorezcan los intereses del trabajo, como la jornada laboral de 8
horas, la fijación del salario mínimo, la igualdad de salario para los obreros
de uno y otro sexo.
Memoria al Congreso internacional en
Zurich del delegado de la UGT 1893
El
socialismo y la Guerra de Cuba.
“Los que deben pelear en Cuba con los
insurrectos son los que en aquel territorio se han enriquecido, los que se
están enriqueciendo, los que piensan enriquecerse allí y los que allí, a la
sombra del dominio de España, hacen prosperar sus industrias o sus negocios.
Ésos, ésos, que pueden ver lastimados sus intereses por la rebelión o el
triunfo de los separatistas, deben dar su sangre y sus vidas para vencer
aquella. Pero, ¡y la patria! –nos dicen tales señores-, ¡y los caros intereses
de la patria! –Callad, farsantes: la patria examinada desde el punto de vista
de los intereses materiales existe solamente para vosotros, pero no para el
obrero. Para vosotros sí, que no estimáis por tal el territorio en el que
habéis nacido, sino las casas de que sois propietario, las fábricas que
explotáis o las acciones que poseéis.
Por el afán de negocios, habéis vendido armas a esos mismos insurrectos
a quienes llamáis enemigos y contra los cuales enviáis a los soldados pobres,
que nada tienen que ver en vuestros intereses y con vuestras querellas.
Por reservar a vuestros hijos para que exploten
a los productores y para que disfruten de la riqueza acaparada por vosotros,
habéis tenido el descaro, en el momento mismo en que hablabais de que era
preciso morir por la patria (...) de hacer que uno de vuestros representantes
en el Parlamento solicitase al ministro de la Guerra un nuevo plazo para que
pudieran redimirse a metálico los soldados de familias ricas a quienes
corresponde ir a la mencionada isla.
No nos habléis,
pues, de la patria. La vuestra, lo que a vosotros os interesa, a la clase burguesa
toca defenderlo. Los desposeídos, los pobres, no tienen patria, y es una
injusticia hacerlos pelear por lo que no es suyo, por lo que otros poseen.
No olvidéis que
los que juzgáis esclavos vuestros van teniendo consciencia de lo que son y de
lo que la unión de todos ellos les hará ser y que llegará un día en que
conformes con el criterio que aquí exponemos, cuando les mandéis luchar por
vuestra patria, os responderán: “Luchad vosotros. Nuestra sangre la reservamos
para venderla no por intereses mezquinos, no por ideales ruines, sin por la
emancipación de toda la Humanidad. Esa es nuestra patria”.
El Socialista, 15 de marzo de 1895.
"Tal
como están las cosas, es muy difícil que la guerra entre los Estados Unidos y
España no estalle. Los falsos patriotas, los mercaderes políticos y los que
hacen de las desdichas de sus conciudadanos filón para sus negocios, aseguran
con el mayor desenfado que los causantes de la guerra son los Estados Unidos.
No es verdad. La República
norteamericana procede con falsía, prepara sus fuerzas para satisfacer sus
instintos codiciosos y muestrase provocativa y soberbia con nuestro país; pero
esto, que es lo que han hecho siempre con los débiles los poderosos, no es
fundamento bastante para culpar a los yankees de la situación gravísima en la
que nos encontramos. Los verdaderos culpables de cuanto hoy nos ocurre están en
casa, son de nuestro propio país...
Si
cuando la Isla
de Cuba se mostró ansiosa de libertades, los Gobiernos de la Metrópoli se las
hubieran concedido, no habrían estallado allí formidables insurrecciones.
Si al verificarse, hace tres años, el
alzamiento que tan caro nos cuesta, Sagasta o Cánovas hubiesen otorgado la
autonomía, la guerra habría cesado. Y si Sagasta, viendo que la autonomía dada
por él era tardía para lograr la paz en Cuba, se hubiera decidido a ofrecer la
independencia a los insurrectos, habríanse ahorrado a estas fechas muchas vidas
y muchos millones de pesetas, y se vería libre España del tremendo trance en
que hoy se halla".
Pablo Iglesias, El Socialista, Madrid, 22 de abril de
1898.
Carta
del almirante Cervera al general Weyler.
Precisamente por el estado de
ansiedad en que todos estamos, es por lo que interesa, y mucho, tener pensado
lo que se ha de hacer, para no andar con vacilaciones, si llega el caso, sino
obrar rápidamente con medidas que puedan ser eficaces, y no ir como el famoso
hidalgo manchego, a pelear con los molinos de viento, para salir descalabrado.
Si nuestra fuerza naval fuera superior a la de los Estados Unidos, la cuestión
sería muy sencilla, pues con cerrarles el paso bastaría; pero como no solamente
no es superior, sino es muy inferior, tratar de cerrarles el paso, o sea
presentarles una batalla naval con carácter de decisiva, sería el mayor de los
desatinos, porque sería buscar una derrota cierta, que nos dejaría a merced del
enemigo, que se apoderaría siquiera de alguna buena posición en las Canarias, y
tomándola por base de operaciones, aniquilar nuestro comercio y bombardear
impunemente nuestras ciudades marítimas; pero es indispensable pensar lo que se
ha de hacer, y sin dar ningún paso previo ostensible, no vacilar si llega el
momento de obrar. A estas consideraciones obedeció mi telegrama y mis ideas no
han variado, porque si nos coge sin plan, vendrán las vacilaciones, las dudas
y, tras de la derrota, puede venir la humillación y la vergüenza.
Carta de Pascual Cervera, almirante de la flota española en Cuba, dirigida
al general Weyler, 6 de abril de 1898.
Resolución
conjunta del Senado y la Cámara de Representantes de Estados Unidos
“Considerando que el aborrecible estado
de cosas que ha existido en Cuba durante los tres últimos años, en isla tan
próxima a nuestro territorio, ha herido el sentido moral del pueblo de los
Estados Unidos, ha sido un desdoro para la civilización cristiana y ha llegado
a su período crítico con la destrucción de un barco de guerra norteamericano y
con la muerte de 266 de entre sus oficiales y tripulantes, cuando el buque
visitaba amistosamente el puerto de La Habana.
Considerando que tal estado de cosas no
puede ser tolerado por más tiempo...el Senado y la Cámara de Representantes,
reunidos en Congreso, acuerdan:
1º
Que el pueblo de Cuba es y debe ser libre e independiente.
2º
Que es deber de los Estados Unidos exigir que el gobierno español renuncie inmediatamente a su
autoridad y gobierno en la isla de Cuba y retire sus fuerzas de las tierras y
mares de la isla.
3º
Que se autoriza al Presidente de los Estados Unidos, y se le encarga y
ordena, que utilice todas las fuerzas militares de los Estados Unidos para
llevar a efecto estos acuerdos”.
4º Que los Estados Unidos, por la
presente, niegan que tengan ningún deseo ni intención de ejercer jurisdicción
ni soberanía, ni intervenir en el gobierno de Cuba, si no es para su
pacificación, y afirman su propósito de dejar el dominio y gobierno de la isla
al pueblo de esta, una vez realizada dicha pacificación”.
Resolución del
Congreso de EE.UU. 20 de abril de 1898.
Reacción
de la prensa española ante el ultimátum de Estados Unidos.
“No queda ya esperanza. A la hora en que nuestros lectores pasen los
ojos por estas líneas, la agresión legal que mister MacKinley ha formulado en
un ultimátum a España, se habrá consumado. La agresión material de la fuerza
bruta no tardará en consumarse.
El gobierno español ha hecho para evitar la guerra cuanto humanamente es
posible. Ni ante Dios ni ante los hombres tiene responsabilidad de la sangre
que esta nueva guerra derramará. La conciencia pública no se engañaba. En el
acto trascendental de la apertura de las Cortes que hoy hemos presenciado, en
el recinto en que se han reunido las representaciones más altas de la nación,
el eco de las palabras del mensaje de la Reina, que llamaban la atención del
auditorio sobre la villanía yanqui, viva, brutal, sobre España, compendiaba
todos los sentimientos.
Las emociones de este día no se pueden explicar en breves palabras. En
la calle, en el seno de las familias, en todas partes no se habla mientras
tanto más que de la guerra, de la guerra ya inevitable”.
“Impresiones
del día”, artículo publicado en La Vanguardia, el 2 de abril de 1898.
El desastre del 98
Los doctores de la política y los
facultativos de cabecera estudiarán, sin duda, el mal; discurrirán sobre sus
orígenes, su clasificación y sus remedios; pero el más ajeno a la ciencia que preste
alguna atención a asuntos públicos observa este singular estado de España:
dondequiera que se ponga el tacto, no se encuentra el pulso. Monárquicos,
republicanos, conservadores, liberales, todos los que tengan algún interés en
que este cuerpo nacional viva, es fuerza se alarmen y preocupen con tal suceso
(…)
La guerra con los ingratos hijos de Cuba no
movió una sola fibra del sentimiento popular. Hablaban con elocuencia los
oradores en las Cámaras de sacrificar la última peseta y derramar la postrera
gota de sangre… de los demás; obsequiaban los Ayuntamientos a los soldados, que
saludaban y marchaban sumisos, trayendo a la memoria el Ave César de los
gladiadores romanos; (…) aplaudía la prensa, y el país, inerte, dejaba hacer
(…).
Se hace la paz, la razón la
aconseja, los hombres de sereno juicio no la discuten; pero ella significa nuestro
vencimiento, la expulsión de nuestra bandera de las tierras que descubrimos y
conquistamos; todos ven que alguna diligencia más en los caudillos, mayor
previsión en los Gobiernos hubieran bastado para arrancar algún momento de
gloria para nosotros, una fecha o una victoria en la que descansar de tan
universal decadencia y posar los ojos y los de nuestros hijos con fe en nuestra
raza; todos esperaban o temían algún estremecimiento de la conciencia popular;
solo se advierte una nube general de silenciosa tristeza que presta como un
fondo gris al cuadro, pero sin alterar vidas, ni costumbres, ni diversiones, ni
sumisión al que, sin saber por qué ni para qué, le toque ocupar el Gobierno.
Hay
que abandonar la mentira y desposarse con la verdad, hay que abandonar las
vanidades y sujetarse a la realidad (…).
Francisco Silvela, «Sin pulso», El Tiempo, 16 de agosto 1898.
Tratado de Paz de París.
Artículo 1º. España
renuncia a todo derecho de soberanía y propiedad sobre Cuba. En atención a que
dicha isla, cuando sea evacuada por España, va a ser ocupada por los Estados
Unidos, éstos, mientras dure su ocupación, tomarán sobre sí y cumplirán las
obligaciones que, por el hecho de ocuparla, les impone el derecho internacional
para la protección de vidas y haciendas.
Artículo 2º. España
cede a los Estados Unidos la isla de Puerto Rico y las demás que están ahora
bajo su soberanía en las Indias Occidentales, y la isla de Guam en el
archipiélago de las Marianas o Ladrones.
Artículo 3º. España
cede a los Estados Unidos el archipiélago conocido como las Islas Filipinas.
Los Estados Unidos pagarán a España la suma de veinte millones de dólares
dentro de los tres meses después del canje de ratificaciones del presente
tratado. (...)
Artículo 5º. Los
Estados Unidos, al ser firmado el presente tratado, transportarán a España, a
su costa, a los soldados españoles que hicieron prisioneros de guerra las
fuerzas americanas al ser capturada Manila.
Artículo 6º. España,
al ser firmado el presente tratado, pondrá en libertad a todos los prisioneros
de guerra y a todos los detenidos o presos por delitos políticos a consecuencia
de las insurrecciones en Cuba y en Filipinas y de la guerra con los Estados
Unidos. Recíprocamente, los Estados Unidos pondrán en libertad a todos los
prisioneros de guerra hechos por las fuerzas americanas y gestionarán la
libertad de todos los prisioneros españoles en poder de los insurrectos de Cuba
y Filipinas.
París, 10 de diciembre de 1898.
Reglamento de
una fábrica de finales del siglos XIX
Todo obrero de esta empresa se obliga a
cumplir estrictamente las condiciones siguientes:
– Las horas de trabajo serán de siete a
doce de la mañana y de una a seis de la tarde.
– El obrero que se retrase cinco minutos
de la hora marcada se le impondrá, por
primera vez una multa de 20 céntimos; la segunda de un cuarto de día, y la
tercera será despedido.
– Hacer todo cuanto sus superiores le
manden.
– Queda terminantemente prohibido el
comer dentro de la fábrica
–El obrero que por imprevisión rompiere
algún cristal u otro objeto cualquiera, será de su cuenta lo que cueste el
reconstruirlo.
–El obrero que por enfermedad faltare a
los trabajos, tendrá necesidad de acreditarlo por medio de certificación
facultativa; en caso contrario, pasará a ocupar su puesto el primer suplente.
El Socialista, 22 de septiembre de 1899.
El regeneracionismo
Y la verdad es que la agricultura
civilizada española con nuestros 300 milímetros de lluvias en los llanos, con
nuestros vientos secantes y con nuestro sol de justicia se halla férreamente sujeta
a este dilema implacable: o tener agua o perecer; o, con humedad suficiente, la
abundancia y la riqueza cual en parte ninguna, o, con sequía, la pobreza y la
miseria, cual donde más pobres y miserables.
Se impone, pues, la política
hidráulica, esto es, la conversión de todas las fuerzas nacionales hacia esa
gigantesca empresa. Porque, lo repito, es necesario en ella lo grande y lo
pequeño.
Hay que atreverse a restaurar
magnos lagos, verdaderos mares interiores de agua dulce, multiplicar vastos
pantanos, producir muchedumbre de embalses, alumbrar, aprovechar y detener
cuantas aguas caen dentro de la península sin devolver al mar, si se puede, una
sola gota. Hay, entiéndase bien, que derramar por todas partes láminas de agua,
grandes y chicas, las cuales con su evaporación extensísima lubrifiquen nuestro
ambiente sequísimo y, con ayuda del arbolado forestal y de ribera,
restablecidos, contrarresten los vientos terrales, favorezcan los monzonales,
templen la temperatura, hagan nuestra atmósfera menos mortífera para la
vegetación, y aumenten, en fin, la cantidad pluviométrica de nuestras hoy tan
escasas lluvias. Y sobre todo, ¿no es verdad que con agua, todo, arbolado,
cultivos, prados, ganadería, abonos, es posible y reproductivo, pero sin agua,
todo, irrealizable, estéril y económicamente ruinoso?… ¡He ahí, pues, un
inmenso campo abierto a las iniciativas de la Ingeniería de todas clases y a la
actividad nacional!…
Ricardo Macías Picavea: El problema nacional, 1899
“De ‘parálisis progresiva’
califica El Liberal la enfermedad que padece España, y presiente para lo futuro una convulsión
o una parálisis definitiva.
Parálisis (...). Nos place la palabra. No de
otra suerte puede calificarse ese amortiguamiento continuado de la vida
colectiva nacional, que ha disuelto virtualmente en veinte años los partidos políticos,
haciendo de sus programas entretenido juego de caciques.
Parálisis (...). Así se explica la espantosa
indiferencia del país hacia los negocios públicos (...) la abstención del
cuerpo electoral (...) el desprecio de los lectores de periódicos hacia el
artículo político (...).
Y para esperanza de curación, una juventud
universitaria, sin ideas, sin pena ni gloria, tan bien adaptada a este ambiente
de profunda depresión, que no parece sino que su alma está en el limbo; ni
siente ni padece.
Pero no tema El
Liberal que tan penosa enfermedad se
desenlace en horribles convulsiones. Son ya tan hondos sus progresos que se ha
llevado, no tan solo las esperanza, sino hasta el deseo de curar.
España prefiere su carrito de paralítico,
llevado atrás y adelante por el vaivén de los sucesos ciegos, al rudo trabajo
de rehacer su voluntad y enderezarse (...).
Dejémosla dormir; dejémosla morir.
Cuando apunte otra España nueva, ¡enterremos
alegremente la que hoy agoniza!”
Ramiro de Maeztu, 1899.
Las
Bases de Manresa de 1892
Poder Central
Base 1ª. Sus atribuciones.
a. Las relaciones internacionales.
b. El ejército de mar y tierra, las obras de defensa y la
enseñanza militar.
c. Las relaciones económicas de España con los aranceles y
el ramo de Aduanas.
d. La construcción, y conservación de carreteras,
ferrocarriles, canales y puertos que sean de interés general…
e. La formación del presupuesto anual de gastos.
Poder Regional
Base 3ª: La lengua catalana será la única
que, con carácter oficial, podrá usarse en Cataluña y en las relaciones de esta
región con el poder central.
Base 4ª: Sólo los catalanes, ya lo sean de
nacimiento o en virtud de la naturalización, podrán desempeñar en Cataluña
cargos públicos… También deberán ser ejercidos por catalanes los cargos
militares que comporten jurisdicción.
Base 6ª: Cataluña será la única soberana de
su gobierno interior.
Base 7ª: El poder legislativo Regional
radicará en las Cortes catalanas.
Base 8ª: El poder judicial se organizará
restableciendo la antigua Audiencia de Cataluña…
Base 12ª: Cataluña contribuirá a la
formación del ejército permanente de mar y tierra por medio de voluntarios o
bien mediante una compensación en metálico.
Base 13ª: El mantenimiento del orden público
y seguridad interior de Cataluña estarán confiadas al Somatén, y para el
servicio activo permanente se creará un cuerpo parecido al de los “Mossos de
l´Esquadra” o de la Guardia Civil…
Base 15ª: La enseñanza pública, en sus
diferentes ramas y grados, deberá organizarse de una forma adecuada a las
necesidades y carácter de la civilización de Cataluña…
Base 16ª: La Constitución Catalana y los
derechos de los catalanes estarán bajo la salvaguarda del Poder ejecutivo
catalán…
Manresa, 27 de marzo de 1892. El presidente, Lluís Doménech i Montaner. –Los secretarios, Enric Prat
de la Riba, Joseph Soler i Palet.
La
ideología de Prat de la Riba
Enclavada Cataluña en el área geográfica conocida con el nombre de
España, somos españoles, del mismo modo que somos europeos por estar
comprendida España dentro del continente Europa. Gobernada España por el Estado
español, los catalanes somos españoles como miembros de este Estado, como
ciudadanos de esta sociedad política.
No somos, pues, enemigos
de España, tomada en este sentido (el único real), ni al combatir el Estado
español queremos otra cosa que rehacerlo pon equidad y justicia y con una
organización más adecuada y perfecta, dentro de la cual Cataluña puede encontrar
una vida de libertad y de progreso.
La Veu de Catalunya no es ni ha sido nunca separatista, como no lo
son ni lo han sido nunca las Asambleas catalanistas: las Bases de Manresa,
programa de la gran mayoría de los autonomistas catalanes, son incompatibles
con una aspiración separatista. Y esto que decimos ahora lo hemos dicho
siempre (…) queremos ver la patria catalana unida con vínculos de hermandad
con los demás pueblos de España, formando una familia fuerte y bien avenida,
sin Cenicientas explotadas, sin herederas altivas.
Prat de la Riba. 1899
Pregunta.- ¿Cuál es
la patria de los catalanes?
Respuesta.-
Cataluña. (…)
P.- ¿Qué es, pues,
la patria?
R.- La comunidad de
gentes que hablan una misma lengua, tienen una historia común y viven hermanados
por un mismo espíritu. (…)
P.- ¿Cómo debemos
poner fin a esta industria (…)?
R.- Estableciendo
que todos los cargos públicos de Cataluña deben ser desempeñados por catalanes.
(…)
P.- ¿Qué otro
derecho se nos ha de reconocer?
R.- El uso de la
lengua catalana en todos los actos públicos y privados como la única oficial de
Cataluña.
E. Prat de la Riba y P.
Montanyola, Compendi de la doctrina catalanista, 1894
El pensamiento político de Sabino Arana.
El pueblo vasco
tenía vigor sobrado y sobrada energía para ascender con paso firme la escala
tendida desde su personalidad histórica...Pero, absorbido y arrastrado por
Castilla y sus hermanas, descendió en vez de subir, cayó en vez de levantarse y
va aceleradamente derrumbándose hacia su total ruina en vez de haberse
encumbrado hasta lo más alto de la social felicidad.
Está rico el vasco. Pero gran parte de su
dinero pasa el Ebro. Preguntádselo al Ministerio de Hacienda. Otra gran parte
se emplea aquí mismo en tratar bien al forastero. Lo que de bueno tiene el
vasco no se lo debe a Castilla y a sus hermanas. De lo malo, casi todo lo tiene
de ellas recibido. No hablemos de la navaja, ni de la blasfemia, ni de los
cantares, ni de las danzas, ni de las ideas librepensadoras...Todo eso hiede.
Los
etnógrafos extranjeros admíranse de la sociedad y de las costumbres
vascas; los obispos de diócesis extrañas
se hacen lenguas ponderando la religiosidad del vasco, ferviente y serie, y
declaran no conocer semejante en país alguno del universo mundo. Pero
procedentes del lado de allá del Ebro penetran otras costumbres que van
sustituyendo a las vascas, y para reemplazar a la religiosidad indígena invaden
por un lado la indiferencia, por otro el fanatismo. Lo de fuera ocupa el lugar
de lo de dentro. La descomposición del organismo vasco se hará general...
Grandes fábricas
y talleres hay en el país vasco: a sus puertos arriban grandes barcos. Pero la
belleza no recibe culto. Al contrario: la belleza naturaleza es repudiada por
el hombre.
El
euskera se muere. Es verdad. No lo mata el extraño. Los mismos vascos le están
dando muerte...Su lengua era maravillosos monumento de los tiempos primitivos.
Era más que esto: elocuente testimonio de su innata independencia, timbre y
sello firmísimo de su nacionalidad, noble ejecutoria. Pero los vascos no
apreciaban su nacionalidad, ni amaban su independencia. ¿ Para qué querrían su
lengua ? ¿ Para adorno y lujo ? Esto es poco práctico, el vasco es de sentido
muy práctico, y tiene razón en serlo. El euskera, hoy, de nada vale. Al
contrario, es un obstáculo, un estorbo para todo: para educarse, para estudiar,
para el comercio, para la vida. Los ricos y los ilustrados habéis llegado a esa
posición hablando español. ¿ Por qué del aldeano queréis exigir que no lo
aprenda, o al menos no lo hable ? ¿ Es que no queréis que se iguale en riqueza
y conocimientos ? Haced que el euskera sea necesario en su patria, y entonces,
no lo dudéis, ningún hijo del pueblo lo ha de olvidar.
Sabino
Arana y Goiri: Euzkadi, número 3, 1901.
Los catalanes quisieran que no sólo ellos, sino también
todos los demás españoles establecidos en su región hablasen catalán; para
nosotros sería la ruina el que los maketos residentes en nuestro territorio hablasen
euskera. ¿Por qué? Porque la pureza de la raza es, como la lengua, uno de los
fundamentos del lema vizcaíno, y mientras la lengua, siempre que haya una buena
gramática y un buen diccionario, puede restaurarse aunque nadie la hable, la
raza, en cambio, no puede resucitarse una vez perdida.
Sabino Arana, Errores
catalanistas. 1894.
Fui yo carlista hasta los 17 años, porque carlista había
sido mi padre, aunque un carlista que sólo trabajó por el lema Religión y Fueros y a quien el dolor
de la ruina de nuestras libertades lo llevó al sepulcro…Pero el año ochenta y
dos mi hermano ya era bizcaíno nacionalista; yo defendía mi carlismo per accidens… tantas pruebas
históricas y políticas me presentó él para convencerme de que Bizcaya no era
España…que mi mente entró en la fase de la duda y concluí prometiéndole
estudiar con ánimo sereno la historia de Vizcaya y adherirme firmemente a la
verdad…
Tres trabajos se
presentaron desde le primer día ante mis ojos: estudiar la lengua de mi patria,
que desgraciadamente me era en absoluto desconocida, su historia y sus leyes; y
en segundo lugar, proporcionar a los compatriotas que no poseyeran el euskera,
por medio de la publicación de una Gramática, el medio de aprenderlo, e instruirlos,
mediante algunos libros, y un periódico, en la historia y la política patrias;
y como síntesis de todos estos trabajos, la extirpación del extranjerismo e implantación del patriotismo…
Unos cuantos
folletos y el opúsculo Bizcaya por su
Independencia es cuanto mi pluma hasta el presente ha dado a la
publicidad… La sociedad nacionalista no está aún constituida… Habéis de
perdonarme que os haya dirigido la palabra en idioma extranjero.
Y ahora, gritad
conmigo: ¡Viva la independencia de Vizcaya!
Sabino Arana, Discurso de Larrazábal, 1892.
"La fisonomía del bizkaino es
inteligente y noble; la del español, inexpresiva y adusta.
El bizkaino es de andar apuesto y varonil; el español, o no sabe andar (ejemplo, los quintos) o si es apuesto es tipo femenil (ejemplo, el torero).
El bizkaino es nervudo y ágil; el español es flojo y torpe.
El bizkaino es inteligente y hábil para toda clase de trabajos; el español es corto de inteligencia y carece de maña para los trabajos más sencillos. Preguntádselo a cualquier contratista de obras y sabréis que un bizcaino hace en igual tiempo tanto como tres maketos juntos.
El bizkaino es laborioso (ved labradas sus montañas hasta la cumbre); el español, perezoso y vago (contemplad sus inmensas llanuras desprovistas en absoluto de vegetación).
El bizkaino es emprendedor (leed la historia y miradlo hoy ocupando elevados y considerados puestos en todas partes... menos en su patria); el español nada emprende, a nada se atreve, para nada vale (examinad el estado de las colonias).
El bizkaino no vale para servir, ha nacido para ser señor ("etxejaun"); el español no ha nacido más que para ser vasallo y siervo (pulsad la empleomanía dentro de España, y si vais fuera de ella le veréis ejerciendo los oficios más humildes).
El bizkaino degenera en carácter si roza con el extraño; el español necesita de cuando en cuando una invasión extranjera que le civilice.
El bizkaino es caritativo aun para sus enemigos (que lo digan los lisiados españoles que atestan las romerías del interior y mendigan de caserío en caserío); el español es avaro aun para sus hermanos (testigo, Santander cuando pidió auxilio a las ciudades españolas en la consabidas catástrofe).
El bizkaino es digno, a veces con exceso, y si cae en la indigencia, capaz de dejarse morir de hambre antes de pedir limosna (preguntádselo a las Conferencias de San Vicente de Paúl); el español es bajo hasta el colmo, y aunque se encuentre sano, prefiere vivir a cuenta del prójimo antes que trabajar (contad, si podéis, los millares de mendigos de profesión que hay en España y sumidlos con los que anualmente nos envía a Euskeria).
Interrogad al bizkaino qué es lo que quiere y os dirá "trabajo el día laborable e iglesia y tamboril el día festivo"; haced lo mismo con los españoles y os contestarán pan y toros un día y otro también, cubierto por le manto azul de su puro cielo y calentado al ardiente sol de Marruecos y España.
Ved un baile bizkaino presidido por las autoridades eclesiásticas y civil y sentiréis regocijarse el ánimo al son del "txistu", la alboka o la dulzaina y al ver unidos en admirable consorcio el más sencillo candor y la loca más alegría; presenciad un baile español y si no os acusa náuseas el liviano, asqueroso y cínico abrazo de los dos sexos queda acreditada la robustez de vuestro estómago, pero decidnos luego si os ha divertido el espectáculo o más bien os ha producido hastío y tristeza.
En romerías de bizkainos rara vez ocurren riñas, y si acaso se inicia alguna reyerta, oiréis sonar una media docena de puñetazos y todo concluido; asistid a una romería española y si no veis brillar la traidora navaja y enrojecerse el suelo, seguros podéis estar de que aquel día el sol ha salido por el Oeste.
El aseo del bizkaino es proverbial (recordad que, cuando en la última guerra andaban hasta por Nabarra, ninguna semana les faltaba la muda interior completa que sus madres, hermanas les llevaban recorriendo a pie la distancia); el español apenas se lava una vez en su vida y se muda una vez al año.
La familia bizkaina atiende más a la alimentación que al vestido, que aunque limpio siempre es modesto; id a España y veréis familias cuyas hijas no comen en casa más que cebolla, pimientos y tomate crudo, pero que en la calle visten sombrero, si bien su ropa interior es "peor menealla".
El bizkaino que vive en las montañas, que es el verdadero bizkaino es, por natural carácter, religioso (asistid a una misa por aldea apartada y quedareis edificados); el español que habita lejos de las poblaciones, o es fanático o es impío (ejemplos de los primero en cualquier región española; de los segundo entre los bandidos andaluces, que usan escapulario, y de lo tercero, aquí en Bizkaya, en Sestao donde todos los españoles, que no son pocos son librepensadores).
Oídle hablar a un bizkaino y escuchareis la más eufónica, moral y culta de las lenguas; oidle a un español y si solo le oís rebuznar podéis estar satisfechos, pues el asno no profiere voces indecentes ni blasfemias.
El bizkaino es amante de su familia y su hogar (cuanto a lo primero, sabido es que el adulterio es muy raro en familias no inficionadas de la influencia maketa, esto es, en las familias genuinamente bizkainas; y cuanto a lo segundo, si el bizkaino por su carácter emprendedor se ausenta de su hogar no le pasa día en que no suspire por volver a él); entre los españoles, el adulterio es frecuente así en las clases elevadas como en las humildes, y la afección al hogar es en estas últimas nula porque no la tienen. Por último, según la estadística, el noventa y cinco por ciento de los crímenes que se perpetran en Bizkaya se deben a mano española, y de cuatro de los cinco restantes son autores bizcainos españolizados.
Decid, pues, ahora si el bizkaino es español por su tipo, carácter y costumbres."
El bizkaino es de andar apuesto y varonil; el español, o no sabe andar (ejemplo, los quintos) o si es apuesto es tipo femenil (ejemplo, el torero).
El bizkaino es nervudo y ágil; el español es flojo y torpe.
El bizkaino es inteligente y hábil para toda clase de trabajos; el español es corto de inteligencia y carece de maña para los trabajos más sencillos. Preguntádselo a cualquier contratista de obras y sabréis que un bizcaino hace en igual tiempo tanto como tres maketos juntos.
El bizkaino es laborioso (ved labradas sus montañas hasta la cumbre); el español, perezoso y vago (contemplad sus inmensas llanuras desprovistas en absoluto de vegetación).
El bizkaino es emprendedor (leed la historia y miradlo hoy ocupando elevados y considerados puestos en todas partes... menos en su patria); el español nada emprende, a nada se atreve, para nada vale (examinad el estado de las colonias).
El bizkaino no vale para servir, ha nacido para ser señor ("etxejaun"); el español no ha nacido más que para ser vasallo y siervo (pulsad la empleomanía dentro de España, y si vais fuera de ella le veréis ejerciendo los oficios más humildes).
El bizkaino degenera en carácter si roza con el extraño; el español necesita de cuando en cuando una invasión extranjera que le civilice.
El bizkaino es caritativo aun para sus enemigos (que lo digan los lisiados españoles que atestan las romerías del interior y mendigan de caserío en caserío); el español es avaro aun para sus hermanos (testigo, Santander cuando pidió auxilio a las ciudades españolas en la consabidas catástrofe).
El bizkaino es digno, a veces con exceso, y si cae en la indigencia, capaz de dejarse morir de hambre antes de pedir limosna (preguntádselo a las Conferencias de San Vicente de Paúl); el español es bajo hasta el colmo, y aunque se encuentre sano, prefiere vivir a cuenta del prójimo antes que trabajar (contad, si podéis, los millares de mendigos de profesión que hay en España y sumidlos con los que anualmente nos envía a Euskeria).
Interrogad al bizkaino qué es lo que quiere y os dirá "trabajo el día laborable e iglesia y tamboril el día festivo"; haced lo mismo con los españoles y os contestarán pan y toros un día y otro también, cubierto por le manto azul de su puro cielo y calentado al ardiente sol de Marruecos y España.
Ved un baile bizkaino presidido por las autoridades eclesiásticas y civil y sentiréis regocijarse el ánimo al son del "txistu", la alboka o la dulzaina y al ver unidos en admirable consorcio el más sencillo candor y la loca más alegría; presenciad un baile español y si no os acusa náuseas el liviano, asqueroso y cínico abrazo de los dos sexos queda acreditada la robustez de vuestro estómago, pero decidnos luego si os ha divertido el espectáculo o más bien os ha producido hastío y tristeza.
En romerías de bizkainos rara vez ocurren riñas, y si acaso se inicia alguna reyerta, oiréis sonar una media docena de puñetazos y todo concluido; asistid a una romería española y si no veis brillar la traidora navaja y enrojecerse el suelo, seguros podéis estar de que aquel día el sol ha salido por el Oeste.
El aseo del bizkaino es proverbial (recordad que, cuando en la última guerra andaban hasta por Nabarra, ninguna semana les faltaba la muda interior completa que sus madres, hermanas les llevaban recorriendo a pie la distancia); el español apenas se lava una vez en su vida y se muda una vez al año.
La familia bizkaina atiende más a la alimentación que al vestido, que aunque limpio siempre es modesto; id a España y veréis familias cuyas hijas no comen en casa más que cebolla, pimientos y tomate crudo, pero que en la calle visten sombrero, si bien su ropa interior es "peor menealla".
El bizkaino que vive en las montañas, que es el verdadero bizkaino es, por natural carácter, religioso (asistid a una misa por aldea apartada y quedareis edificados); el español que habita lejos de las poblaciones, o es fanático o es impío (ejemplos de los primero en cualquier región española; de los segundo entre los bandidos andaluces, que usan escapulario, y de lo tercero, aquí en Bizkaya, en Sestao donde todos los españoles, que no son pocos son librepensadores).
Oídle hablar a un bizkaino y escuchareis la más eufónica, moral y culta de las lenguas; oidle a un español y si solo le oís rebuznar podéis estar satisfechos, pues el asno no profiere voces indecentes ni blasfemias.
El bizkaino es amante de su familia y su hogar (cuanto a lo primero, sabido es que el adulterio es muy raro en familias no inficionadas de la influencia maketa, esto es, en las familias genuinamente bizkainas; y cuanto a lo segundo, si el bizkaino por su carácter emprendedor se ausenta de su hogar no le pasa día en que no suspire por volver a él); entre los españoles, el adulterio es frecuente así en las clases elevadas como en las humildes, y la afección al hogar es en estas últimas nula porque no la tienen. Por último, según la estadística, el noventa y cinco por ciento de los crímenes que se perpetran en Bizkaya se deben a mano española, y de cuatro de los cinco restantes son autores bizcainos españolizados.
Decid, pues, ahora si el bizkaino es español por su tipo, carácter y costumbres."
Sabino Arana, "¿Qué somos?".
Manifiesto del Partido Nacionalista Vasco
Al pueblo vasco:
Amenazada de muerte la
nacionalidad vasca por el peligro de muerte que corre la raza, a punto de
desaparecer su idioma y adulterados su espíritu y tradición, el nacionalismo
vasco aspira a purificar y vigorizar la raza, a depurar y difundir el euzkera
hasta conseguir que sea la única lengua de Euzkadi y a purificar el espíritu y
esclarecer la tradición del pueblo vasco, encaminándose sus trabajos en cuanto
a este fin:
A. A que el pueblo vasco siga,
fervorosamente, las enseñanzas de la Iglesia católica, apostólica, romana, como
las siguió y observó en tiempos pasados, con exclusión absoluta de toda doctrina
condenada por la Iglesia Católica.
B. A que vuelvan a imperar los
buenos usos y costumbres olvidados, fomentando los que se conservan y
combatiendo los exóticos y perjudiciales.
C. A que las instituciones
políticas, jurídicas, económicas, etc., características del pueblo vasco, vuelvan
a tener vigencia y acción, amoldadas, en cuanto sea necesario, a la realidad de
los tiempos actuales. (…)
Habiéndose identificado en la historia ésas hoy aspiraciones del Partido
Nacionalista Vasco con una situación política abolida, y coincidiendo con la
paulatina extinción de los expresados caracteres y personalidad nacional de
Euzkadi con la desaparición de sus instituciones políticas que no son, si bien
se examina, más que una manifestación de la personalidad vasca en tal ramo de
la actividad humana, al par que su salvaguardia más eficaz, el Partido
Nacionalista Vasco quiere la restauración completa en Araba, Gipuzkoa, Nabarra,
Bizkaya, Laburdi y Zuberoa, de sus antiguas leyes fundamentales.
Aberri, 15 de diciembre de 1906
El catalanismo a comienzos del siglo XX
“Queremos que en Cataluña sean
aplicados todos los avances científicos que tienden a conservar y a mejorar la
vida; que sus actividades sean aprovechadas en pro de todo lo superior humano y
que ninguna disposición natural que nazca se pierda. Y queremos, en tal
tendencia, ser legislados y regidos por nosotros y por lo mejor de entre
nosotros.
Así como queremos la solución más avanzada
dentro del camino de la Justicia en el problema de la libertad de conciencia,
queremos también la solución más justa en el problema social, que aquí se
presenta más terrible que en otros puntos de la península por ser Cataluña, con
el País Vasco, los que más trabajan y producen.
Por lo pronto, queremos que dentro de la
Nación Catalana no se viole ninguna ley de la Naturaleza en la explotación
terrible del Hombre por el Hombre (…) y que esta acabe pronto. Las infamias que
se cometen con los chicos y chicas y con las mujeres haciéndoles trabajar en
edades y estados imposibles, no las ha de tolerar la Cataluña que sueñan, ni
las malas condiciones higiénicas de las fábricas, ni las tiranías del capital
ni muchas otras. El amor al Hombre nos lo impide. Y en eso o en favor de los
que sufren seremos inexorables. Apoyar todo lo que tienda a que cada uno cobre
el producto íntegro de sus energías gastadas ha de ser el ideal de todo buen catalanista;
sino, es un explotador y un sectario de una nueva tiranía. Y si Cataluña ha de
ser tiranizada, preferimos que nos tiranicen los otros. Al menos podremos atacarlos
sin miramientos.
(…) Soñamos con una Cataluña autónoma, que
sea, como fue en los siglos XI, XII y XIII, el estado modelo de toda Europa, y
a realizar este sueño han de tender todos nuestros esfuerzos”.
Pompeu Gener: “Avant sempre”. En Joventut. Nº 58, 21 de marzo de
1901.
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